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Recursos y demandas, a la manera de Dios

Del número de octubre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Mientras Las Naciones se esfuerzan por equilibrar sus exigencias económicas, mucho se oye hablar sobre la escasez de fondos. Simplemente no parece haber suficiente dinero.

Aunque las necesidades de estos tiempos nos parezcan particularmente graves, el desafío de equilibrar los recursos y las demandas no es algo nuevo. Ha afectado a la gente tanto en el pasado como en la época moderna. Muchas de estas personas han encontrado la respuesta a sus necesidades individuales en un conocimiento más íntimo de Dios y Su ley.

A través de su comprensión de Dios, ellos captaron algo de la naturaleza espiritual de la vida y percibieron cómo una comprensión de este hecho satisface necesidades humanas muy reales. A medida que aprendieron a encarar sus necesidades económicas desde un punto de vista espiritual, en vez de mirar solamente los escasos recursos que tenían, también se liberaron de considerar solamente las ganancias que podían obtener.

Nos cuenta la Biblia que una de estas personas era una viuda a quien le iban a vender a sus dos hijos como esclavos porque no podía pagar sus deudas. Sin embargo, antes de consentir a esta pérdida, ella dio un paso hacia Dios, que es el Amor divino. Le pidió ayuda a Eliseo, un profeta de Dios.

Quizás ella pensó que él le daría dinero, o que hablaría con sus acreedores para que le dieran más tiempo para pagar. Eliseo en cambio le preguntó qué tenía ella en la casa. Ella contestó que todo lo que tenía era una vasija de aceite. Fue muy poco, quizás, pero eso indicaba que no estaba completamente sin recursos.

Eliseo le dijo entonces que pidiera prestado a sus vecinas todos los recipientes que pudiera y que los llenara con el aceite de esa vasija. Por inverosímil que pareciera esta solución, ella obedeció. Pudo llenar todos los recipientes que había pedido prestado. Y cuando preguntó a Eliseo qué debía hacer, él respondió, según consta en el libro 2 Reyes: “Vé y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”.

Este ejemplo bíblico del cuidado de Dios nos muestra que a menudo las respuestas que necesitamos están a nuestro alcance. El mensaje de Cristo Jesús de que el reino de Dios está dentro de nosotros, refuerza la necesidad de buscar primero dentro de nosotros mismos para encontrar las respuestas que nosotros — y nuestras naciones — necesitamos.

Es necesario que busquemos las habilidades o cualidades que ya tenemos y que nos ayudarán a responder a las demandas que se nos presenten. La Sra. Eddy trata este punto en un artículo en su libro Escritos Misceláneos. Ella explica: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria”. De modo que necesitamos mantener nuestros ojos abiertos para discernir estas ideas espirituales que vienen de Dios.

Lo hacemos al mantener claramente en nuestro pensamiento el hecho espiritual de que tenemos una relación inquebrantable con Dios. Como linaje de Dios, somos completamente espirituales y tenemos acceso a todo el bien que Dios, el Amor, nos está dando. Perdemos de vista este bien sólo cuando quedamos atrapados por la creencia de que somos entidades materiales que sólo tienen recursos finitos.

Los Evangelios ofrecen un ejemplo que ilustra este punto. En dos ocasiones Jesús alimentó a varios miles de personas. Antes de hacerlo, preguntó a sus discípulos qué recursos tenían. En cada caso, la respuesta fue que disponían de unos pocos panes y peces. De acuerdo con los relatos bíblicos, es evidente que los discípulos estaban mirando, sin lugar a dudas, los recursos que tenían, y viendo que el déficit era muy grande.

Cristo Jesús, por otra parte, estaba mirando su relación con Dios, con la certeza de que el Amor divino nunca querría que sus hijos sufrieran. Partiendo de este punto de vista, no sólo pudo alimentar a miles de personas, sino también tener excedentes.

Seguir los pasos del Maestro, entonces, es buscar dentro de nosotros mismos los recursos espirituales que Dios nos ha dado. ¿Tenemos algún talento que no estamos usando? ¿Vemos una necesidad en alguna parte y tenemos una idea de cómo satisfacerla? La oración para comprender nuestra naturaleza esencial y espiritual — y, por lo tanto, ilimitada — nos ayudará a buscar con afán estas posibilidades.

Si necesitamos un empleo, por ejemplo, podemos orar para conocer nuestro valor como hijo o hija de Dios. Podemos reconocer las cualidades espirituales — amor, gozo, integridad, sabiduría, etc.— que podemos aportar a nuestro trabajo. Estos atributos espirituales no sólo afirman nuestra relación con Dios; también hacen de nosotros valiosos empleados.

De la misma manera, a nivel nacional nuestras oraciones pueden tratar los desafíos económicos que nuestras naciones están afrontando. Como nuestras propias necesidades, estos desafíos también derivan de la creencia de que la bondad de Dios puede perderse o limitarse. La codicia, por ejemplo, está ávida de más y más bienes materiales porque se basa en el temor a la carencia. En este caso, nuestras oraciones para ver el gobierno amoroso de Dios como un hecho espiritual y universal — así como la demostración de ese hecho en nuestra propia vida — serán de gran ayuda para protegernos de altibajos económicos.

A medida que oremos con diligencia para aumentar nuestra habilidad para percibir el gobierno de Dios, las naciones también se beneficiarán. Tal vez estas evidencias de progreso sean graduales, pero irán apareciendo a medida que estemos dispuestos a ver los recursos espirituales dentro de nosotros y de nuestras naciones, y reconozcamos que vienen de Dios.

Tú, Señor, Dios
misericordioso y clemente, lento para la ira,
y grande en misericordia y verdad.

Salmo 86: 15

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