El anhelo de comprender a los demás es tan irrefrenable como la llegada de una nueva estación. Todos queremos saber más sobre nuestro prójimo de lo que se percibe a simple vista, especialmente aquello que tiene en el corazón e impulsa su vida.
En esta serie de artículos, compartimos preguntas y respuestas que han surgido últimamente en conversaciones individuales, en grupos de discusión y a través de correspondencia con gente que desea conocer qué es la Ciencia Cristiana y qué significa ser estudiante de la Ciencia Cristiana. Por supuesto, las respuestas que se dan aquí no son terminantes ni definitivas, ni son la única forma de contestar cualquier pregunta en particular. Pero son el resultado de los intercambios que se efectúan entre los Científicos Cristianos y sus conocidos.
Un artículo en un diario describía a la madre de un reconocido artista canadiense como una Científica Cristiana que “despreciaba el cuerpo”. A pesar de que no fue posible hacer comentarios sobre esta familia en particular de principios del siglo XX, se envió una carta al diario explicando lo que la Ciencia Cristiana enseña sobre el cuerpo humano.
P: ¿Es que los Científicos Cristianos realmente consideran al cuerpo de esa manera?
R: Probablemente todas las enseñanzas religiosas han sido mal interpretadas en la práctica en un momento u otro, pero básicamente el desprecio al cuerpo no está en conformidad con los valores de la Ciencia Cristiana. ¿Por qué prestar tanta atención al ministerio de la curación, como lo hacen los Científicos Cristianos, si despreciamos los cuerpos que se sanan? Reconocemos que esa curación no es el resultado de ignorar el dolor así como la salvación no se alcanza reprimiendo el gozo.
Es cierto que la Ciencia Cristiana no acepta la casi adoración del cuerpo, tan común en una cultura centrada en el cuerpo. Tomamos seriamente el énfasis del Nuevo Testamento sobre la “vida del espíritu”. Al mismo tiempo, no creemos que la verdadera espiritualidad robe a la vida su colorido y su riqueza, sino que libera a la gente para que viva más intensa y plenamente. Muchos artistas se han rebelado —¡y en varios casos con razón!— contra estrechos estereotipos religiosos; pero otros han encontrado un sentido más amplio, no más reducido, de la vida al esforzarse por estar abiertos a Dios y a la luz espiritual.
Una Científica Cristiana que había estado escuchando en una emisora local un programa sobre el tema de la curación en la Ciencia Cristiana, llamó para decir que se ofrecería una conferencia sobre la Ciencia Cristiana el sábado siguiente y que podría ayudar a responder una de las preguntas que habían surgido. Entonces el conductor del programa le preguntó acerca de su propia experiencia.
P: ¿Cuánto tiempo hace que pertenece a la Iglesia de la Ciencia Cristiana?
R: Cincuenta años.
P: ¿Qué fue lo primero que le interesó de esta religión?
R: Era lisiada. Tenía una curvatura en la espalda. Probé todos los médicos, quiroprácticos, osteópatas. Y en un momento de desesperación, probé la Ciencia Cristiana y sané.
Unos minutos después, un radioescucha llamó al programa pidiendo conocer más detalles acerca de la curación.
P: Esa señora que llamó y dijo que había tenido un problema en la espalda ... Me gustaría que volviera a llamar y que dijera cuánto tiempo le llevó y cuánto debió pagar por esas oraciones.
R: Es una larga historia y trataré de resumirla. Después de haberme sometido al examen de muchos médicos en un sanatorio famoso, finalmente un cirujano de renombre hizo mi diagnóstico. Me colocó un braguero muy pesado y me envió a casa para que decidiera si me sometía a una operación que tenía poca probabilidad de mejorarme pero que podía dejarme peor. Me dijo que podría ser una semi inválida el resto de mi vida.
Entonces decidí probar la Ciencia Cristiana, pero mis padres se opusieron. Yo tenía alrededor de dieciocho años y vivía con ellos. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, le expliqué mi situación y le pregunté si me daría tratamiento. Yo no tenía la mínima idea de lo que significaba, pero pensé que, a esa altura, no me podría hacer ningún daño. Tres días después estaba haciendo algunas pequeñas tareas en la casa y mi madre me dijo: “¿No estás un poco más activa que de costumbre?” Me di cuenta no sólo de que lo estaba, sino también de que no estaba usando el braguero, sin el cual supuestamente no podía salir de la cama. Me di cuenta de que había sanado. Ese fue el fin del problema.
Como no estaba trabajando, y por la oposición de mi familia, la practicista no me quiso cobrar. Pero comencé a trabajar al poco tiempo, y le fui dando algo de dinero, algunos pocos dólares a la vez. No sé realmente cuánto me costó, pero no fue mucho.
Si bien algunas curaciones en la Ciencia Cristiana se efectúan tan rápida y fácilmente, como la que se relató en ese programa, otras pueden requerir un esfuerzo persistente y un profundo compromiso a renacer espiritualmente. El siguiente intercambio tuvo lugar durante una charla a una clase de egresados en una universidad estatal.
P: Dinos algo acerca de lo que entraña el proceso de la curación espiritual.
R: La mayoría de la gente permite que las opiniones equivocadas, las creencias y preocupaciones dominen sus pensamientos, al menos en cierto grado. Estas son equivocaciones porque tienen poco o nada que ver con Dios. La curación por medio de la Ciencia Cristiana entraña ese tipo de oración que elimina la confusión mental de modo que el poder y el amor de Dios puedan entrar en nuestro corazón y restablecer nuestra alma. Es como abrir las persianas de una ventana de modo que la luz del sol pueda entrar y reemplazar la oscuridad. O abrir las ventanas de una casa en la playa que estuvo cerrada todo el invierno para que la brisa del mar pueda reemplazar el aire viciado. Muchas veces requiere desafiar creencias ya aceptadas, mediante convicciones espirituales, y muchas veces también requiere un cambio de corazón, una receptividad renovada y un respeto por Dios y por Sus infinitas capacidades espirituales.
Las palabras de Jeremías vienen a mi pensamiento: “Sáname, oh Jehová, y seré sano”. Decir esas palabras y realmente comprenderlas requiere ceder algo en nuestra inclinación materialista y egotista y abrirse a un nuevo entendimiento de lo que constituye la realidad. Esta es una forma profunda de educación espiritual, o el “nuevo nacimiento” al que se refiere el Nuevo Testamento, y trae evidencia tangible en forma de curación física y muchos otros tipos de curación, entre ellos la curación del pecado.
... Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis;
porque os digo que muchos profetas y reyes
desearon ver lo que vosotros veis,
y no lo vieron;
y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Lucas 10:23, 24
