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Niños: una bendición exenta de sentido de carga

Escrito para Asuntos de Familia

Del número de octubre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Son Una Carga los niños pequeños? Eso es lo que uno podría extraer de tantas conversaciones entre padres que se escuchan en los parques, en las reuniones familiares, en los jardines de infantes, incluso entre los padres de niños a quienes se ama con ternura y cuya llegada fue tal vez largamente esperada.

Cuando nació nuestro segundo hijo, el primero ya tenía un año. Cuatro meses más tarde, comencé un nuevo trabajo con horario completo. Mi esposo, que cuando estaba en casa se ocupaba de los niños, a menudo debía ausentarse por negocios durante una o dos semanas. Los abuelos, tíos y tías que gustosamente nos hubiesen ayudado, vivían a miles de kilómetros. Había momentos en que yo sentía que tenía demasiadas cosas para hacer sin que aparentemente hubiese perspectivas para un cambio, por lo menos, en un futuro inmediato.

No tenía mucho tiempo para leer, pero sí encontré tiempo para orar, mientras lavaba mamaderas (¡para dos!), doblaba la ropa lavada, manejaba para ir a mi trabajo, acunaba a los niños, les daba de comer, jugaba con ellos.

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