Las Personas Que están constantemente tratando de comprender nuevas ideas, de expandir sus horizontes, tienen una vitalidad que es evidente. No obstante, si una persona detiene su búsqueda y aprendizaje, también es obvio que no hay, por regla general, un mejor porvenir para su vida. La existencia humana adquiere una sola dimensión, descolorida, casi sin propósito. Por otro lado, no parece ser suficiente el seguir acumulando conocimiento humano en grandes cantidades.
Hay otro nivel de nuestra educación que tiene que ver con satisfacer una necesidad más profunda, el poderoso anhelo de comprender quiénes somos en realidad. Y, para muchas personas, esto esencialmente involucra la búsqueda de Dios. Parece haber un sentido innato en las personas el cual les dice que al encontrar a Dios ellos se encontrarán a sí mismos, y que de esta manera se llega a comprender cuál es realmente el significado de la vida.
En esta búsqueda, los cristianos encuentran mucha sabiduría espiritual en la Biblia, lecciones esenciales para vivir la clase de vida que beneficia a otros y al mundo donde vivimos todos juntos. En el Antiguo Testamento hay lecciones morales y la guía espiritual de los profetas; y en el Nuevo Testamento, está la sorprendente evidencia del poder infinito del Amor divino, revelada a través del ministerio sanador y salvador de Cristo Jesús.
No es de poca importancia el hecho de que al desear que se nos llame cristianos, uno también está aceptando la responsabilidad de ser un discípulo. Y el término “discípulo” originalmente definía a un estudiante. Al tener a Cristo Jesús como Maestro, la enseñanza y el aprendizaje en los tiempos del Nuevo Testamento adquirieron una dimensión completamente diferente de la educación común. El hecho de escuchar las palabras de Jesús y de seguirlo, significó aprender la lección de su propio y profundo ejemplo como el Salvador de la humanidad. Consistió en aprender cuales son las demandas que se exigen para alcanzar la regeneración y nuestra propia salvación. También consistió en aprender lo que significa ser el hijo de Dios, aprender a ser un sanador cristiano y aprender a ser “la luz del mundo”.
Esta fue una educación espiritual con consecuencias inmediatas y prácticas. No era una filosofía abstracta sobre ideales inalcanzables. Fue, y de hecho es, una educación que nos enseña a enfrentar los desafíos de la existencia humana y triunfar en Cristo. Enseña a superar el pecado, a eliminar el temor y la ignorancia, y a sanar la enfermedad, el pesar y la desesperación, a hacer la paz aun en donde no se vislumbra la posibilidad humana de que haya paz. Dice: Aquí está la nueva vida; y así es como hay que vivirla, aquí está el costo, y aquí están las bendiciones, el poder y el gozo que nada nos lo puede quitar.
Los estudiantes de la Ciencia Cristiana de hoy consideran seriamente el concepto del discipulado. Se dedica mucho tiempo y esfuerzo a aprender “las cosas del Espíritu” como dice la Biblia en Romanos. Hay Lecciones Bíblicas que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las cuales comprenden un estudio diario de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Hay muchas oportunidades para adquirir un aprendizaje espiritual en los servicios religiosos de la iglesia y a través de las diversas actividades de la Iglesia de Cristo, Científico, las cuales incluyen la publicación de esta revista. Y también está la oración profunda y consagrada que es una parte importante en la experiencia de los Científicos Cristianos.
Al alcanzar a Dios en oración silenciosa, comenzamos a aprender de primera mano lo más fundamental y vital de las lecciones; vislumbramos la naturaleza de Dios como Amor infinito, Mente, todo poder. Y nuestra oración nos muestra la relación del hombre con Dios por ser Su imagen y semejanza espiritual. Humildemente descubrimos que cada uno de nosotros es, en realidad, este hombre que Dios creó. Ese conocimiento espiritual es verdadero poder.
Un estudiante de la Ciencia Cristiana que desea continuar con su educación espiritual, puede considerar como un paso natural el tomar instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy, quien fundó la Iglesia de Cristo, Científico, también estableció el curso de instrucción. Los estudiantes pueden tomar estos cursos con un maestro autorizado en muchas partes del mundo. (Los maestros que conducen estas clases, que duran dos semanas, pueden encontrarse en la lista de maestros que se publica en cada número del Heraldo y de The Christian Science Journal.)
La instrucción en clase de la Ciencia Cristiana se centra en preguntas y respuestas, comenzando con la naturaleza de Dios, e incluye, entre otros temas, declaraciones sobre la identidad espiritual del hombre, la sustancia de la realidad, y el método científicamente cristiano de sanar la enfermedad y el pecado. El tomar instrucción en clase está motivado por el mismo propósito esencial que caracterizó a los primeros discípulos de Jesús en su anhelo por entender a Dios, en seguir Su voluntad, y en ser mejores sanadores y más consagrados testigos de Cristo.
En una era que a menudo ha sido caracterizada como “la era de la información”, puede ser más importante de lo que nos damos cuenta que estemos obteniendo el tipo de información que mejor sirve a nuestra propia vida y al bienestar de toda la humanidad. Y a pesar de que en los siglos XX y XXI el discipulado cristiano ciertamente proporciona un tipo diferente de aprendizaje que los métodos populares de la educación secular, el valor que tiene la completa educación espiritual para la humanidad no se debe subestimar. El aprendizaje de “las cosas del Espíritu” no es sobre una vida futura, lejana y nebulosa; es absolutamente indispensable para el progreso de la humanidad, aquí y ahora.
