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Estoy Profundamente agradecido...

Del número de octubre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estoy Profundamente agradecido por la Ciencia Cristiana. Fui criado en esta Ciencia pero durante mi adolescencia me alejé de sus enseñanzas. Durante algún tiempo fui adicto a las drogas, pero después de tres años las abandoné. Entonces comencé a beber en exceso.

Sintiéndome cada vez más deprimido, finalmente abandoné mis estudios universitarios. Empecé la búsqueda de un significado más profundo de mi vida, sabiendo que mi conducta no era correcta. Aunque probé diferentes métodos para corregir mi comportamiento, nada parecía ser eficaz.

Una noche todo llegó a un punto crítico cuando me emborraché al punto de perder todo control de mí mismo. Actué en forma destructiva y violenta. Gritaba, golpeaba y daba puntapiés a las paredes. Como nunca había sido una persona violenta, esta experiencia me afligió mucho.

Lo que sucedió esa noche me asustó tanto que al día siguiente resolví que jamás volvería a beber. Pero cuando al cabo de unos días no pude resistir la tentación, a pesar de mi gran temor de volver a perder el control, me di cuenta de que el problema era muy serio.

Decidí leer sobre la razón por la cual los Científicos Cristianos no beben. Aunque había sido criado en la Ciencia Cristiana, había olvidado la esencia de sus enseñanzas. Recordaba cómo utilizar la Concordancia de las obras de Mary Baker Eddy, de modo que la utilicé para buscar referencias sobre alcohol y drogas. Esa lectura no fue la respuesta inmediata a mi pregunta, pero me interesó lo suficiente como para comenzar a leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy del principio al fin.

Leía dos páginas cada noche antes de ir a dormir, deteniéndome y volviendo a leer una y otra vez hasta que sentía que comprendía algo de cada frase. Durante el día meditaba sobre lo que había leído la noche anterior. Como resultado de ello, rasgos de carácter indeseables desaparecieron. Varios amigos y compañeros de trabajo hicieron comentarios sobre el cambio que parecía que se estaba produciendo de la noche a la mañana. Y yo sentía que me estaba limpiando, experimentando un nacimiento espiritual.

Esto ocurrió hace seis años y, aunque a menudo la lucha fue difícil, me transformé en una persona mucho más feliz de lo que había sido. La tendencia a preocuparme fue reemplazada por una calma permanente. Nunca más volví a beber después de la noche que me di cuenta de que tenía un problema de alcoholismo, y comencé a estudiar Ciencia y Salud. El deseo de beber desapareció por completo. Las amistades discordantes finalmente se disolvieron en tanto que un nuevo grupo de amigos maravillosos llegó a mi vida.

Tiempo después volví a la universidad. Cuando estudiaba para mis clases, reconocía mi verdadera unidad con Dios como Su perfecta idea espiritual. Y en la clase, mientras esperaba que comenzara una prueba, reconocía que sólo hay un Dios, por lo tanto, sólo hay una Mente que gobierna la creación espiritual. Reconocí que la Mente está siempre presente y que el hombre no depende de un cerebro material limitado para tener inteligencia, puesto que refleja la inteligencia de la única Mente divina. Este razonamiento me dio una sensación de calma, a medida que estudiaba para mis exámenes. Me gradué con honores. Esto fue muy gratificador para mí, puesto que en el pasado sólo había sido un estudiante promedio o por debajo del estudiante promedio.

Después de graduarme, acepté un trabajo como director de un campamento de verano. Un día mi ayudante y yo decidimos dar una fiesta para demostrar nuestro aprecio por el personal del campamento. Me encontraba en la cocina preparando parte de la comida. Había allí una gran plancha industrial cuya luz piloto funcionaba mal.

Cuando encendí la plancha, se produjo una explosión que me quemó un brazo y el rostro. Al principio sentí mucho temor y dolor. Llamé por larga distancia a mis padres quienes me aseguraron que orarían conmigo.

Cuando regresé a mi cabaña, leí el relato de Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes fueron echados a un horno de fuego ardiendo y no sufrieron daño alguno. La Biblia nos dice que “el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos” (Daniel). Comprendí que si el poder protector de Dios los había protegido en forma tan completa, ese poder podía cuidar de mí del mismo modo.

Este pensamiento me tranquilizó y pude orar mejor por mí mismo. Reconocí que la presencia de Dios nunca se había apartado de mí, puesto que es infinita. Razoné que Dios llena todo el espacio, así que no existe lugar donde Su protección y poder sanador no puedan sentirse. No existe posibilidad de que nos encontremos fuera de la órbita del amor de Dios que lo envuelve todo.

A los pocos minutos me sentí lo suficientemente bien como para tomar una ducha. Después, me vestí y asistí a la fiesta que se daba al personal. Al cabo de una semana toda evidencia de la quemadura había desaparecido.

Esta curación marcó un punto decisivo para mí, pues me enseñó que el cuidado de Dios es inmediato.

Cuando comencé a estudiar nuevamente la Ciencia, mi padre me dijo: “No tienes idea qué bendiciones tendrás como resultado de vivir la Ciencia Cristiana”. Me siento feliz de decir que su afirmación era absolutamente correcta, pues he sido bendecido de maneras que jamás imaginé posibles.


Con el corazón desbordante de gratitud, deseo afirmar que fui testigo de las curaciones arriba mencionadas. Mi esposo y yo oramos diariamente para reconocer que nuestro hijo, en su naturaleza espiritual verdadera, estaba únicamente en la presencia de Dios, el bien, y que no podía existir influencia alguna en su experiencia sino el gobierno del Principio y la Verdad.

Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana y por la guía diaria de Dios en nuestra vida.


Estoy profundamente agradecido por verificar el testimonio de nuestro hijo Paul. Los problemas de drogas y de bebida que tenía Paul fueron muy difíciles para mí. Yo había establecido elevadas normas de conducta, pero él no parecía responder a ellas. Era humillante tener que visitar a las autoridades de la universidad y enterarme de su comportamiento. Oré profundamente y poco a poco comencé a verlo en su verdadera identidad como el hijo espiritual de Dios. Este entendimiento de la paternidad de Dios gradualmente me libró del falso orgullo y del dominio de la justificación propia. Comencé a percibir maravillosas cualidades de bondad en Paul, aunque su conducta aún no había cambiado. ¡Qué día feliz fue para mí cuando me dijo que estaba estudiando Ciencia y Salud! Su recuperación total se produjo rápidamente.

Respecto al incidente en el campamento, Paul nos llamó pocos minutos después de la explosión. Era obvio que necesitaba ayuda inmediatamente. Vivíamos a trescientos veinte kilómetros, pero sabíamos que el cuidado de Dios no tiene límites. Leímos la historia bíblica que él cita y también sabíamos que en el reino espiritual de Dios donde el hombre habita verdaderamente, no puede haber accidentes. Como habíamos convenido, lo volvimos a llamar a los veinte minutos y nos enteramos de que se encontraba libre de dolor y temor. Iba camino de regreso a la fiesta.

Estoy agradecido por haber tenido la Ciencia Cristiana para ayudarnos a criar a nuestros tres hijos. Ha sido muy eficaz para solucionar todas las necesidades de nuestros hijos.

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