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LA PLAZA

Así como la plaza o el mercado en una comunidad es el lugar de encuentro para la gente y sus actividades, LA PLAZA es un lugar donde los lectores del Heraldo pueden compartir experiencias y lecciones que han aprendido mediante las revelaciones espirituales adquiridas al trabajar para la iglesia y la comunidad.

UN FORO

Usted, su comunidad y el mensaje de la Ciencia Cristiana

Seminario (segunda parte)

Del número de octubre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Compartamos el Sentinel, el Journal y los Heraldos

La primera parte de este Seminario (Heraldo de agosto de 1992) invitaba a los lectores a considerar con renovado interés el hecho de compartir las publicaciones periódicas con otras personas.

Para aquellos de nosotros que pensamos que el compartir las publicaciones periódicas es una buena actividad — para que lo hagan otras personas — el Seminario del mes de agosto dio recomendaciones prácticas para que nosotros mismos compartamos estas publicaciones activamente. Y el Seminario mencionó algunas de las razones por las cuales el hecho de compartir las publicaciones consiste en mucho más que demostrar bondad al vecindario; es vital para la salud y el progreso que entraña la misión de las publicaciones periódicas que estableció la Sra. Eddy.

En la segunda parte de este Seminario, queremos seguir trabajando con ustedes para profundizar este nuevo enfoque de cómo compartir las revistas. Confiamos que al terminar este Seminario, los lectores ya no serán tentados a pensar que el compartir las publicaciones periódicas — y el contribuir para ellas — es algo que otros deben hacer.

Por favor, ¡no se preocupe! No estamos tratando de añadir una actividad más a la ya larga lista de “cosas que debo hacer”, o a la lista de “cosas por las que me siento culpable de no hacer”. De hecho, confiamos en que al terminar de leer este Seminario verá por qué razón el compartir estas revistas es perfectamente natural y no “una carga”. Lo contranatural es precisamente no compartir con otros lo que de manera tan profunda nos ha ayudado a nosotros mismos.

Podemos esperar que las diversas categorías de personas involucradas en las publicaciones periódicas — suscriptores, lectores, colaboradores, las personas que las aprecian y las que las comparten — coincidan cada vez más los unos con los otros. Los suscriptores colaborarán con artículos y testimonios; los colaboradores compartirán las publicaciones; los que las aprecian pensarán en quiénes más apreciarán también recibir de obsequio una suscripción, y así sucesivamente.

La razón fundamental de esta actividad de compartir las publicaciones es la curación. ¡Y es aquí donde comienza este Seminario!

¿En qué consiste, entonces, el compartir las publicaciones?

Las personas que comparten las publicaciones dirán que es algo bastante diferente a pasarse literatura religiosa de uno a otro. El compartir involucra más que tener humanamente la “osadía” de hablar del Heraldo o de otras revistas de la Ciencia Cristiana.

Una de las cualidades que involucra es la gratitud. Gratitud por lo que las revistas han hecho por nosotros. (Algunas personas nos han dicho que han tratado de imaginarse cómo hubiera sido su vida si nunca hubieran tenido el Sentinel, el Journal o el Heraldo, y que reconocen con una nueva percepción que estas revistas han cambiado profundamente su vida.)

Compartir es amar. Amar lo suficiente a nuestro prójimo como para vencer la renuencia. Amar lo suficiente como para sobreponerse a la idea de que se está más protegido si se abstiene de compartir las publicaciones, ¡especialmente material religioso! Amar lo suficiente como para darse cuenta de que el compartir las publicaciones periódicas no es algo que nosotros mismos decidimos hacer o no hacer, sino percibir que esta actividad es una actividad natural motivada por Dios. En verdad, no tiene nada que ver con el celo humano o con el proselitismo. Es un trabajo que requiere suficiente amor para orar específicamente con el fin de vencer todo lo que obstruya esta actividad, ya sea que el impedimento parezca emanar de alguna inclinación personal a no compartir las publicaciones, o de la oposición del mundo a aumentar la circulación de estas revistas tan importantes para exponer el cristianismo práctico.

El compartir tiene que ver con la curación. En cierto modo, es de esto de lo que se trata. Es comprensible que toda la oración específica que subyace en la actividad de compartir — tanto de persona a persona como mediante los comités de distribución — tenga un efecto poderoso. Esta es la ley del Amor divino.

Si alguna vez usted se ha preguntado con asombro si vale la pena el esfuerzo de compartir las publicaciones, si esto es algo que pertenece al pasado, por favor, siga leyendo. A continuación damos algunos extractos de testimonios de curaciones publicados en el Sentinel y el Heraldo que se relacionan íntimamente con la actividad de compartir las publicaciones periódicas.

Del casillero para distribución de literatura en un supermercado: “Cuando mi hijo tenía más o menos tres años de edad, se enfermó de asma... Se le dieron muchos tratamientos médicos... Varias veces fue necesario hospitalizarlo y suministrarle oxígeno. Los médicos me enseñaron a inyectarle al niño adrenalina para ayudarlo a respirar.

“Pensé que tenía que haber un sistema mejor. Oré porque tenía mucha fe en Dios. Entonces recordé a una amable señora que muchos años antes me había contado que su pequeña hija había sanado de ceguera mediante el tratamiento en la Ciencia Cristiana. Me sentí tan alentada con esta vislumbre de esperanza que puse a mis hijos en el automóvil y me dirigí al supermercado donde había visto un casillero de literatura de la Ciencia Cristiana. Tomé algunos ejemplares de The Christian Science Journal y del Sentinel. Tan pronto llegué a casa, comencé a leer los testimonios...

“Me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella y yo conversamos acerca de la bondad de Dios y de Su tierno cuidado para todos Sus hijos... El gran temor que sentía fue reemplazado por confianza en el poder de Dios. Me embargó una gran paz que recordaré siempre.

“Los ataques de asma disminuyeron y pronto desaparecieron por completo...

“Este [hijo] es ya un hombre; se casó y tiene dos hijitos” (Sentinel, 2 de octubre de 1989).

De Africa del Sur: “Desde mi niñez había tenido muy mala salud... Esto duró más de veinte años. Durante los últimos años de esa época, permanecía en cama de dos a cuatro días cada semana a causa de un intenso dolor en... el abdomen...

“Recibí... tratamiento de diferentes médicos, incluso especialistas, e inclusive iba a dos hospitales para recibir tratamientos semanales, pero todo fue en vano. También fui a visitar a curanderos tradicionales africanos sin ningún resultado.

“Al llegar a este punto, mi cuñada me dio un ejemplar del Christian Science Sentinel... Un día, cuando sufría intensamente en mi cama, pensé en el Sentinel... Comencé a leer y encontré estas conmovedoras citas de la Biblia: ‘Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes de tu propia prudencia’ (Proverbios 3:5), y ‘Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley’ (Salmo 119:18). Inmediatamente me di cuenta de que el desafío era aprender a abrir mis ojos para que reconocieran los efectos de la existencia de Dios en mi vida.

“Lo que noté en seguida era que estaba sentada, recta y libre de todo dolor. Rápidamente sané de manera permanente de todas las complicaciones... Por primera vez comencé a comprender que Dios es Amor y Vida” (Heraldo, Junio de 1990).

De Australia: “Cuando tenía seis años, mis dos hermanos y yo fuimos separados de nuestros padres, y a mí me pusieron en una misión bautista donde iba a la escuela [y] a la Escuela Dominical...

“Sin embargo, al cumplir los veinte años, comencé a reunirme con amigos para beber socialmente y, después de varios años, era evidente que me había convertido en un alcohólico. Retrospectivamente puedo ver que yo estaba buscando algo, alguna satisfacción en la vida y una paz interior que nunca había podido encontrar.

“... Fui encarcelado muchas veces debido a mi problema con la bebida... Un día, mientras ayudaba a limpiar el patio de la prisión, saqué de una basura que estábamos quemando, parte de un Christian Science Sentinel. Ese Sentinel transformó mi vida, e inmediatamente dejé de beber y fumar” (Heraldo, Septiembre de 1981).

De Argentina: “Había sufrido un grave accidente en mi trabajo cuando un montacargas me cayó encima, y estuve varios años recibiendo muchos tipos de tratamiento médico... Caminaba con gran dificultad... Las autoridades médicas me dijeron que no podría trabajar más.

“... El médico del establecimiento donde trabajaba... decidió que se me sometiera a una operación de la columna vertebral. El resultado de la operación era incierto; los médicos no garantizaban que volviera a caminar.

“La noche antes de la operación, mi esposa, que es Científica Cristiana, vino a verme al hospital como lo hacía diariamente. En esta ocasión me dio un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana y un pequeño folleto sobre esta Ciencia...

“Los leí, y durante toda la noche pensé en lo que había leído y, sobre todo, en Dios... Grande fue mi sorpresa cuando al día siguiente una junta médica se acercó a mi cama y me dijo: ‘... Hemos resuelto no operarlo hoy. Vaya a su casa, y cuando ya no pueda soportar el dolor, regrese’. ¡Qué alegría tan grande sentí en ese momento, y cuánto agradecí a Dios!...

“Desde entonces recurrí totalmente a la Ciencia Cristiana para la curación... Ahora trabajo, camino y viajo sin ningún inconveniente” (Heraldo, Agosto de 1980).

Colaboremos con las publicaciones periódicas; escribamos desde el punto de vista de la experiencia espiritual

En la actividad de compartir hay también otra forma importante de hacerlo, y ésta es fomentar la misión de nuestras publicaciones periódicas escribiendo para ellas artículos, testimonios y crónicas. Lo crea usted o no, el compartir las publicaciones periódicas con nuevos lectores y el escribir para ellas tienen algunos importantes puntos en común.

Así como el dar a conocer las publicaciones periódicas no es asunto de tener una personalidad especial, el escribir para ellas no es asunto de ser escritor profesional, ni de siquiera tener una aptitud natural para escribir o expresarse.

Tanto el compartir como el escribir tienen mucho más que ver con un amor abnegado que con tener un talento humano especial.

Cuando los lectores nos cuentan de algún artículo que les ha gustado especialmente, no se refieren a una prosa incomparable, a metáforas sobresalientes o a un estilo literario exquisito. Nos dicen, en cambio, que el artículo les fue útil, que los iluminó espiritualmente, que fue claro y fácil de leer. Y muy a menudo escuchamos que un artículo trajo curación.

A los lectores les interesa la experiencia espiritual del escritor. Si usted ha tenido una experiencia espiritual —¡y sabemos que la ha tenido!— nos gustaría muchísimo recibir su manuscrito.

Las experiencias de primera mano le dan calidad a un testimonio o a un artículo sobre la metafísica práctica. Cuando la colaboración es el resultado de una experiencia propia, las ideas nos hablan directamente, nos “alcanzan” en lo que para nosotros es más tangible.

¿Qué quiere decir escribir basándose en la experiencia propia? ¿Significa, acaso, que no podemos escribir sobre la Vida imperecedera porque todavía no la hemos demostrado totalmente? ¿Significa que no podemos escribir acerca de la espiritualidad del hombre porque aún estamos resolviendo este punto cada día? No, ¡por cierto que no!

¿No significa, acaso, escribir acerca de la experiencia espiritual que hemos tenido mediante la oración, y de la luz y la curación que aporta la oración? Después de todo, es la oración la que levanta el peso que trataría de mantener nuestra colaboración atada a la tierra. La oración disipa la voluntad humana que dice: “Voy a despertar al prójimo. La gente debiera ser más espiritual y afectuosa, ¡como yo!” Es la oración la que revela que es imposible que se frustre un deseo justo (como, por ejemplo, el de escribir para las publicaciones periódicas). Y es la oración la que nos capacita para percibir la tremenda importancia de no escribir meramente acerca de cosas espirituales.

Cuando un artículo viene a ser aun más que escribir acerca de una experiencia espiritual, la colaboración en sí misma es una experiencia espiritual. Incluye escuchar, responder al impulso divino, expresar una integridad más pura, sentir la obligación inmediata de escribir para las revistas de nuestra Guía y ver la importancia que esto encierra, y sentir un amor más profundo por los lectores.

Preguntamos a un par de colaboradores cuyos artículos parecieron ser el resultado directo de sus experiencias espirituales, si querrían hablarnos un poco sobre esta forma de compartir las publicaciones periódicas.

Una colaboradora de California nos escribió: “¿Por qué escribo para las publicaciones periódicas? Porque me afianza firmemente en la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana. Es una manera muy eficaz de alcanzar al mundo hambriento de espiritualidad y ofrecerle curación.

“¿Cómo escribo? En términos sencillos y directos, como si estuviera explicando la Ciencia Cristiana a una querida hermana, hermano o niño. El mundo está lleno de mis hermanas, hermanos e hijos; y hay tantos que andan errantes en nebulosas riberas materialistas que oscurecen su identidad espiritual. Les hablo de los frutos de mi propio estudio, oración y práctica. Les cuento de las más íntimas y preciosas lecciones y curaciones que obtuve mediante mi búsqueda espiritual. En otras palabras, los tomo no sólo de la mano, sino también con el corazón.

“Y cuando me entero de alguna curación que ha resultado porque la inspiración del Amor me movió a escribir, mis lágrimas de gratitud se unen con las de aquellos lectores para llenar de nuevo ‘la fuente de aguas vivas / Manantial de eterno Amor’ ” [Himno No. 71 del Himnario de la Ciencia Cristiana].

Y otra colaboradora nos dijo: “A menudo nuestros artículos tienen una cualidad especial y son inmensamente útiles cuando emanan de nuestras propias experiencias. Las curaciones que nosotros mismos hemos tenido no sólo alientan a otros, sino que cuando nuestro razonamiento espiritual tiene por base lo que hemos demostrado en nuestra propia vida, inevitablemente bendice al lector.

“Por ejemplo, un artículo que mi esposo escribió sobre provisión, fue el resultado de los muchos triunfos sobre la carencia que tuvo a lo largo de los años. Mi esposo recibió muchas cartas de lectores que estaban luchando con este desafío. Un hombre que vio el artículo en una Sala de Lectura y lo leyó, se comunicó con el colaborador y reaunudó su estudio de la Ciencia Cristiana después de muchos años. Hace poco esta persona tomó instrucción en clase de la Ciencia Cristiana.

“Experiencias tales, ¿no nos alientan acaso a ir al fondo de nuestras experiencias para encontrar las ideas que traerán bendición? Tal vez algún incidente ocurrido en la infancia (ya sea en la nuestra o en la de nuestros hijos) puede estar esperando para que se lo convierta en un artículo para niños. O quizás una curación no valorada y medio olvidada, esté lista para ser la base de un artículo que aportará bendiciones a otros que estén enfrentando un problema similar. El amor que sentimos por los lectores nos mueve a avanzar ‘amando con el corazón’, como dice el Himno No. 139 del Himnario de la Ciencia Cristiana. Entonces, ¿tal vez hoy día?”

Si hemos pensado en contribuir para las publicaciones periódicas escribiendo para ellas, pero nunca lo hemos llevado a la práctica, tal vez ahora sea el momento de no abandonar la idea, sino de enfrentar y vencer científicamente todo lo que parezca oponérsele. La experiencia misma de sanar la resistencia a expresar el mensaje, puede constituir la vitalidad y sustancia espiritual misma del artículo; aquella irreemplazable clase de curación que significa haber vencido la resistencia a escribir.

¿De cuántas diferentes maneras se puede apoyar las publicaciones periódicas religiosas?

Cuando comenzamos a pensar en ello, la lista puede ser bastante larga. Por ejemplo:

•Trabajo metafísico: Es necesario apoyar constante y devotamente el propósito de cada una de las publicaciones periódicas. Un buen punto de partida se encuentra en la página 353 del libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, en el pasaje intitulado “Algo en un nombre”. Esté alerta también a los mensajes que de cuando en cuando insertan los Redactores del Heraldo respecto a lo que se necesita específicamente. Esta clase de trabajo ayuda, mucho más de lo que usted puede pensar, a remover los obstáculos que tratarían de impedir que el buscador sincero encuentre en las páginas de estas publicaciones los mensajes que necesita. Igualmente ayudará a remover los obstáculos en nuestro propio pensamiento que tratarían de estorbar nuestra disposición de compartir más extensamente el Sentinel, el Journal o el Heraldo. Y contribuirá a la curación de los malentendidos, la apatía, la crítica — interna o externa — dejándolo “todo por Cristo” (véase Ciencia y Salud, pág. 192:6–7).

•Suscribiéndose a las publicaciones periódicas

•Leyéndolas

•Compartiéndolas con familiares, amigos, vecinos y extraños

•Obsequiando suscripciones

•Escribiendo para sus crónicas y columnas especiales: Cuando los lectores leen las publicaciones periódicas y se familiarizan con el tipo de material que se usa en las secciones especiales, comprenden mejor de qué manera pueden contribuir a esas secciones y columnas especiales como son:

“Reflexiones” (incluso artículos para los Heraldos de otros idiomas)

“Periodismo positivo”

“More Signs of the Times” (Más señales de los tiempos) (Journal)

“Encontremos la luz” (su propia experiencia o la de alguien que usted conozca)

“Afecto por la comunidad” (su propia experiencia o la de alguien que usted conozca)

“Reseña” (alguien que usted conozca)

“From hand to hand” (De persona a persona) (ejemplos de cómo se ha compartido el Sentinel)

•Escribiendo testimonios

No tenga reparos en añadir a esta lista. Sus amigos en el Departamento de Redacción del Journal, Sentinel y Heraldo, esperan gustosamente recibir sus noticias. Sus cartas, artículos y testimonios son para nosotros una fuente de alegría, y también lo son para otros lectores a través del mundo. Lectores que sinceramente aprecian su disposición de compartir las publicaciones periódicas, ¡y de contribuir para ellas!

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