Cuando Era Chico, si algo desafortunado me sucedía o le sucedía a un amigo o a un familiar, pensaba: "Bueno, así es la vida". Eso es lo que me habían enseñado, y lo creía. Después de todo, mi vida no había sido tan buena. Mis padres se divorciaron cuando comencé la escuela primaria. Cuando fui más grande, ambos tuvieron serias dificultades físicas. Las experiencias fueron duras, tanto para ellos como para mí. Una y otra vez se me dijo, a medida que crecía: "Haz lo mejor que puedas, y eso es todo lo que puedes hacer, porque así es la vida".
Con el correr de los años, en una desesperada búsqueda de la verdad, probé drogas, alcohol, meditación, homeopatía y visualización creativa. Algo en mí no aceptaba que las cosas tuvieran que ser siempre malas. De modo que continué buscando.
Después de mi primer año en la universidad, decidí cambiarme a una escuela de música. Allí mi primer compañero de cuarto era un Científico Cristiano. (Nunca había oído hablar de la Ciencia Cristiana.) No me llevó mucho tiempo darme cuenta de que él era diferente: rara vez se enfermaba, y cuando le sucedía, no era por mucho tiempo; siempre estaba contento, deseoso de ayudar a los demás, y sentía alegría de vivir; no bebía alcohol ni fumaba; y en su escritorio había dos libros que estudiaba, especialmente todas las mañanas. ¿Dónde estaban sus problemas?
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