¿Que Ira A pasar mañana? Tal vez nos estemos preguntando: "¿Quién irá a comprar mi casa?" o "¿Qué cambios habrá en la gerencia donde trabajo?" Sea cual fuere la pregunta, detrás de ella, a menudo se esconde el temor de que tal vez las cosas no resulten bien.
Una de las inapreciables ventajas que ofrece el estudio de la Ciencia Cristiana, es aprender que el confiar en Dios por medio de la oración puede resolver los problemas diarios, incluso la ansiedad por lo que sucederá más adelante. Durante siglos la gente ha comprobado que el cuidado de Dios es constante, y la Biblia ha registrado algunas de esas experiencias. Piense qué reconfortante debe de haber sido para Josué escuchar las palabras de Dios "... como estuve con Moisés estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé".
El correr de los años no ha cambiado esta promesa divina. Cada uno de nosotros puede sentir hoy la presencia de Dios y el estímulo de saber que el Espíritu infinito nunca fallará ni nos abandonará, por más difícil que parezca una situación. La abundante provisión de bondad que el Amor divino está impartiendo siempre a su creación, no es algo que está aquí hoy pero que desaparecerá mañana. El cuidado de Dios es imparcial, consecuente, y nunca fluctúa.
El problema es que a la mayoría de nosotros, incluso a mí, nos fascina tratar de deducir lo que está por pasar. Aunque no hay nada malo en planear para el futuro de un modo inteligente, aprendí que aquí mismo, en este preciso momento, mi gran necesidad es orar. La oración eleva el pensamiento por encima de la consideración del plan A o el plan B (los que pueden incluir voluntad humana) hacia la comprensión de la majestad y omnipotencia de Dios. Ceder al control del Espíritu que todo lo sabe, la Mente divina, dejando de lado el orgullo, la envidia, la ambición personal, aporta soluciones que benefician a todos.
Pero ¿qué ocurre si la preocupación por el futuro se relaciona con nuestro bienestar físico? Recuerdo una ocasión cuando llamé por teléfono a mi amiga Edith para preguntarle si quería que la llevara en mi auto al día siguiente a cierta actividad a la cual yo sabía que a ella le gustaría asistir. Pero Edith se había caído y se había lastimado un pie. Ella había estado orando sobre eso, y había logrado algún progreso. Sin embargo, me dijo: "No estoy segura de poder calzarme mañana por la mañana. Pero aun si pudiese, tendré que bajar la escalera y caminar hasta el auto".
Fue entonces que le comenté a Edith acerca de un pequeño incidente que tuve en la universidad y que me ayudó a comprender más el constante cuidado de Dios. En aquella época yo era miembro de un grupo de mujeres que participaban en un concurso de canto que se celebraría el Día de Mayo en el auditorio de la universidad. Cada coro, que incluía alrededor de cuarenta personas, debía subir al escenario y cantar dos canciones, acompañado por su propio pianista. Yo estaba sentada en medio de nuestro grupo esperando nuestro turno, cuando varios miembros empezaron a moverse y a susurrar: "¿Quién va a mover el piano?"
¡El enorme piano estaba en el lugar equivocado! Estaba bien lejos hacia la derecha del escenario. El coro que actuaba en ese momento estaba cantando muy contento con el piano en ese lugar. Nuestro grupo había practicado con el piano en el centro del escenario, así podíamos ubicarnos alrededor y hacer movimientos con las manos. ¿Quién iba a mover el piano antes de que nos tocara cantar?
Al llegar a este punto, Edith y yo nos reímos de buena gana pensando en mis compañeras de la universidad y en ese problema, más bien insignificante, aunque en su momento nos había parecido un verdadero desastre.
Le comenté a Edith que finalmente se me ocurrió que en lugar de preocuparme por lo que podría suceder cinco minutos más tarde, yo podía orar en ese mismo momento. Fue una oración simple: el reconocimiento de que Dios, la inteligencia infinita, estaba allí, en ese mismo momento y también en el próximo y en el próximo. Yo había descubierto en repetidas ocasiones que una vez que el temor es reemplazado con la segura confianza en lo divino, las cosas se solucionan de un modo natural. Y eso fue lo que ocurrió. Cuando nuestro grupo se encaminaba hacia el escenario, se presentó el administrador de escena con un ayudante y movieron el piano.
Edith vio de inmediato la relación con su propia situación. Preocupándose por lo que podría pasar al día siguiente cuando tuviese que bajar la escalera, era tan infructuoso como la ansiedad que sentíamos mis compañeras y yo acerca de quien movería el piano. Cualquiera que sea la necesidad, el cuidado de Dios por Sus hijos no cambia.
Cuando se presentan desafíos físicos, la oración del entendimiento espiritual pone bien en claro que el hijo de Dios nunca fue, no es ahora, ni será jamás, un ser mortal lesionado separado del amor de Dios, que espera recobrar la salud. La visión de la verdadera identidad del hombre es enteramente diferente del cuadro físico.
Al ser la semejanza espiritual invariable de Dios — la imagen del Espíritu — el hombre posee salud perfecta y movimiento armonioso ahora y siempre. Una declaración de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud dice: "Las relaciones entre Dios y el hombre, el Principio divino y la idea divina, son indestructibles en la Ciencia; y la Ciencia no conoce ningún alejamiento de la armonía ni retorno a ella, sino mantiene que el orden divino o ley espiritual, en que Dios y todo lo que es creado por El son perfectos y eternos, ha permanecido inalterado en su historia eterna".
Cuando estábamos por colgar, Edith dijo: "Cuando llegues mañana, simplemente toca la bocina". Al día siguiente, Edith se pudo calzar, bajar la escalera y caminar hasta el auto, sonriendo todo el tiempo.
Si estamos preocupados por lo que sucederá a la vuelta de la próxima esquina — ya sea que se relacione con nuestra salud, nuestras finanzas, nuestro empleo o las tareas de la escuela — el poner en práctica las palabras y las obras del Maestro puede darnos una gran seguridad. Cristo Jesús comprendió cómo probar el cuidado de Dios, mejor de lo que lo ha hecho cualquier otro. El vivió cada día en el presente y alentó a sus seguidores a hacer lo mismo. El dijo: "No os afanéis por el día de mañana", sino buscad primero el reino de Dios y vuestras necesidades serán satisfechas.
Para aquellos que estamos tratando de seguir las enseñanzas de Jesús en el mundo de hoy, a veces nos cuesta un poco comprender que nuestra prioridad número uno es poner a Dios en primer término y depender de Su constante cuidado. Pero una vez que lo logramos, ¿para qué preocuparnos de lo que va a pasar mañana? El cuidado de Dios todavía estará presente.