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Nuestra oportunidad diaria

Del número de noviembre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tuve Muchos Contactos con Científicos Cristianos (especialmente en la antigua República Democrática Alemana) y esto me ha impulsado a pensar una y otra vez sobre el estudio de la Biblia. En realidad, en su sentido más amplio, he pensado en la aplicación de la Ciencia Cristiana y en el deseo de una persona de ser un Científico Cristiano activo (incluso en el trabajo de la iglesia).

Me parece que lo que más se necesita en este sentido es el aliento; hay que superar muchos hábitos de pensamiento y buscar nuevos caminos. Quizás mi artículo pueda hacer una contribución en este sentido e inspirarnos a tomar más consciencia y usar sin cesar nuestras oportunidades.

• “Estoy abrumado por todo el trabajo que tengo y no sé por donde empezar. Simplemente no tengo tiempo para leer la Lección Bíblica” que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.

• “Siento tanta inquietud que no me puedo concentrar en lo que leo en la Biblia y en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Y no entiendo absolutamente nada”.

• “Si mi esposo (esposa, compañero o compañera de cuarto, amigo o amiga ...) me viera leyendo esos libros, tendría problemas”.

Tal vez usted haya escuchado estas u otras explicaciones similares como justificación para no aprovechar la oportunidad de estudiar la Biblia con regularidad. Las mismas ponen de relieve de qué manera se manifiesta a menudo la sugestión mortal.

Por lo general, estas sugestiones se presentan como circunstancias externas destructoras. Pretenden contrariar nuestra inclinación natural de querer adquirir una comprensión más profunda de Dios mediante el estudio de la Biblia. Y estas “buenas razones” parecen muy convincentes ¿no es así? No obstante, si realmente pensáramos en estos argumentos ¿les daríamos crédito? Cristo Jesús dijo una vez: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios”. Entonces examinemos más de cerca estos “factores que producen interferencias”.

Por ejemplo, ¿es verdad que mediante el estudio de la Biblia perdemos tiempo que podríamos usar mejor en otras cosas, como dormir? Este estudio, en vez de ser un deber adicional, nos ofrece paz e inspiración para empezar el día. Sobre esta base espiritual nuestro trabajo diario se desarrolla con más armonía, es más productivo y útil. Este estudio nos ayuda a poner nuestra consciencia en armonía con la ley divina, haciendo que se evidencien en forma natural nuestras cualidades y habilidades divinas y las de nuestro prójimo.

Me he habituado a levantarme por la mañana una hora antes de lo que tendría que hacerlo para estudiar la Lección Bíblica con calma. Como resultado, he encontrado que por la noche, cuando pienso en mi trabajo de ese día, lo hago con mucha más satisfacción y gratitud, ya que ahora lo realizo en menos tiempo y con menos energía pero con más gozo. El dormir una hora menos por la mañana se ha convertido en una múltiple fuente de beneficios para todo el día.

El segundo argumento —“Siento tanta inquietud ...”— es realmente un efecto que trata de hacerse pasar por una causa. ¿Cuál es la raíz de la inquietud? La obstinación humana, un sentido de que estamos en desacuerdo con Dios o con nosotros mismos, la creencia en más de un solo Dios, el Espíritu. Sin embargo, si estamos deseosos de buscar la ley de Dios, de reconocerla para nosotros y de aceptar su autoridad suprema, podremos vencer la inquietud. La tentación a ceder a circunstancias apremiantes o intentar producir cambios solamente por medio de esfuerzos humanos, también nos atraerá menos a medida que las verdades espirituales ocupen nuestro pensamiento y les permitamos que fructifiquen en nuestra vida. La Verdad divina brinda paz naturalmente. Además es omnipotente. La verdad espiritual de Dios, al llenar nuestro pensamiento, nos trae libertad mental y paz interior como nunca las soñamos y, a su vez, su efecto es una consciencia despierta a los hechos espirituales.

En su libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, la Sra. Eddy nos aconseja: “Queridos Científicos Cristianos: Tened vuestra mente tan llena de Verdad y de Amor, que ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte puedan entrar en ella. Es evidente que no se puede añadir nada a la mente que está llena. No hay puerta por la cual pueda entrar el mal, ni espacio que pueda ocupar en una mente llena de bondad. Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ella, estáis completamente protegidos contra los ataques del error de toda clase”. Si una vez que hemos estudiado, todavía tuviéramos la sensación de que apenas hemos captado y entendido cualquier pensamiento de la Lección Bíblica, podemos estar tranquilos. Nuestra obediencia y esfuerzo honesto, como cualquier otro trabajo honesto, tienen su recompensa.

La Verdad es una protección y ayuda siempre presentes, aun cuando no la entendamos totalmente. Reconocer esto y tener fe en la Verdad significa que estamos confiando en la acción de la ley divina; significa que hemos llegado a la esencia de las enseñanzas de Cristo Jesús.

Podemos confiar sin reservas en el hecho de que las ideas divinas están con nosotros todos los días. Y al igual que una canción que continúa viniéndonos al pensamiento, las ideas divinas pueden venirnos repetidas veces a medida que las necesitamos, fortaleciéndonos una y otra vez. Conscientes de que Dios amorosamente nos suple de todo pensamiento correcto, podemos liberarnos del temor, la inquietud, la actividad agitada y la preocupación ansiosa, confiándonos a Su amor.

Ahora veamos el tercer ejemplo. ¿Es realmente sabio o razonable no estudiar la Biblia porque nos preocupa la opinión que otro tiene de nosotros, o por el deseo de evitar un conflicto? Para contestar esta pregunta, tendríamos que hacer otra: ¿No será que lo que se necesita es sanar este concepto que tenemos de los demás? Basado en la suposición de que hay muchas mentes en lucha, este punto de vista nos hace enfrentar directamente la necesidad de obtener un conocimiento sanador más cabal de la realidad de Dios como la Mente divina, la sola y única Mente. Y, para lograrlo, es indispensable estudiar las Escrituras.

¿Acaso no es nada más que una fingida inversión de la Verdad creer que estaríamos instigando un conflicto al cumplir con el requisito bíblico “[Estudia para]
Según la Versión King James de la Biblia. presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad?” Claro está que esto no excluye que encontremos oposición a la Ciencia Cristiana. No obstante, si no permitimos que esta resistencia nos detenga, y mantenemos confiadamente nuestro propósito, hallaremos recompensas por nuestra sinceridad y lealtad, como lo demostró Daniel con su victoria en el foso de los leones. Por medio de nuestro estudio de la Biblia alcanzaremos la humildad espiritual para practicar la paciencia y el amor que ayudan a superar la resistencia y que sanan.

Al comprender que las Lecciones Bíblicas son una fortaleza espiritual que vigoriza e inspira, vemos que es natural recurrir a Dios para resolver los problemas. Los estudiantes de la Ciencia Cristiana aceptan este artículo de fe de Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy: “Como adherentes de la Verdad, aceptamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna”. Aprovechemos la oportunidad de ser “adherentes de la Verdad”. Aceptemos la amorosa mano abierta de Dios y dejemos que la Palabra inspirada de la Biblia, como se la encuentra en la Ciencia divina guíe nuestra vida. Si se nos presentaran otras “buenas razones” que nos llevaran a creer que el tiempo para estudiar la Biblia no es una posibilidad real en nuestra vida, siempre podemos invertir tales sugestiones que no son más que fábulas materiales. Entonces tendremos muchos motivos para sentir alegría y gratitud.

La palabra del Señor
permanece para siempre.
Y esta es la palabra que
por el evangelio os ha
sido anunciada.

1 Pedro 1:25

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