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Hace Muchos Años, durante...

Del número de diciembre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Muchos Años, durante mi último año en la escuela, me detuve frente a la vidriera de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Había allí una Biblia abierta, en la que se leían estas palabras de Cristo Jesús: “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan). También había una declaración correlativa en Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy. Estos pasajes me impresionaron tanto que decidí averiguar si las curaciones en la Ciencia Cristiana son como aquellas que describe la Biblia.

A la mañana siguiente, pregunté al ama de llaves de nuestra escuela si sabía algo acerca de la Ciencia Cristiana. En ese momento me enteré de que ella era estudiante de esta Ciencia. Me prestó amablemente un ejemplar de Ciencia y Salud, y me habló sobre los beneficios que ella había recibido a través de la práctica de sus enseñanzas.

Mientras yo leía Ciencia y Salud durante el fin de semana, una y otra vez volvía a pensar en la primera frase del Prefacio: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. El lunes por la mañana regresé a la escuela sin darme cuenta, hasta que alguien me lo hizo notar durante el día, de que no llevaba puestos mis anteojos. Mis ojos habían sanado mientras leía Ciencia y Salud. Pocos meses después, pasé los exámenes médicos, incluso los de la vista, que me habilitaron para entrar a la Marina Mercante como oficial cadete.

Antes de dejar la escuela, tuve varias curaciones. En una ocasión, algunos de los alumnos tuvieron una erupción cutánea, y el médico que los examinó a pedido de la escuela, les dijo que pasarían varios días antes de que pudieran volver a clase. Cuando vi que yo también tenía una erupción, se lo informé a la esposa del Director, y nuestra ama de llaves me aconsejó que meditara sobre el Padre Nuestro (Mateo). Aquella tarde me sentí muy inspirado luego de considerar esta oración a la luz de lo que estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana.

Por la mañana, el médico me examinó, pero encontró que yo estaba completamente libre. Le fue difícil creer a la esposa del Director cuando ella le dijo que la noche anterior yo estaba cubierto por la erupción de la cabeza a los pies. Fui autorizado a asistir a clase inmediatamente.

Un día, en que se celebraron varias competencias deportivas en la escuela, mientras yo corría, los clavos del botín de otro corredor atravesaron mi pie en varios sitios. En seguida afirmé la verdad de esta declaración en Ciencia y Salud: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la causalidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía”. Mis amigos de la escuela fueron testigos de mi rápida curación. De hecho, años más tarde, los padres de uno de ellos recordaron vívidamente esta experiencia y reconocieron la eficacia de la curación por la Ciencia Cristiana.

Estuve navegando por aproximadamente ocho años, durante los cuales tuve muchas oportunidades de reconocer el cuidado sanador de Dios. En los numerosos viajes en que visité los puertos del Este de Africa, no tomé pastillas contra la malaria. Más tarde nos fue asignado un nuevo capitán, quien insistió en que todos debíamos tomar las pastillas desde el momento en que partiéramos de Londres. A pesar de esto, al poco tiempo de haber anclado en un puerto en Nigeria, tuve síntomas de malaria.

El médico del puerto confirmó el diagnóstico, y fue en busca de una camilla. Mientras tanto, oré por mí mismo, y cuando volvió el médico alrededor de una hora más tarde, yo ya estaba perfectamente bien. El capitán estaba tan impresionado que no volvió a insistir en que tomara las píldoras, y me permitió reintegrarme a mis tareas abordo, dado que ya no necesitaba ser hospitalizado. La malaria nunca más me causó problemas.

Algunos años después, mientras mi esposa y yo estábamos de vacaciones en Suiza, recibí un telegrama informándome que mi padre había fallecido. Me sentí muy angustiado, hasta que mi esposa me recordó afectuosamente la realidad de la vida eterna, y que Dios es la Vida del hombre. Me liberé rápidamente del pesar y de la autocompasión. Esto me permitió asistir y decir unas palabras en una cena ofrecida en honor de mi padre. (Antes de la cena, botamos un barco bautizado por mi madre con el nombre de mi padre.) La misma firme convicción de que la vida es espiritual y está en Dios y viene de El, me ayudó años más tarde cuando falleció mi madre.

Durante cierto período de tiempo tuve problemas estomacales. Oré de todo corazón, y varios de los síntomas fueron superados, pero el malestar persistía. Entonces un día, el hecho de la verdadera identidad del hombre completamente espiritual se hizo evidente para mí, y el dolor cesó. Esta luz que me permitió ver al hombre como el reflejo espiritual de Dios, produjo una curación por medio de la oración cuando yo no había podido moverme durante una semana a causa de una lesión en la espalda. Poco tiempo después de esta curación, nuestra familia pudo viajar a París y disfrutar de una semana completa caminando por esta hermosa ciudad. Nunca más he tenido molestias en la espalda.

Nuestra familia ha tenido numerosas curaciones a lo largo de los años. Estas que he compartido son simplemente algunas de las más destacadas.

Estoy especialmente agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre. Para mí, hacerme fue verdaderamente un paso internacional, tomado para demostrar mi aprecio por las muchas actividades mundiales de La Iglesia Madre. ¡Qué bueno es estar asociado con todos los Científicos Cristianos y con la progresiva influencia que nuestra Iglesia está teniendo en todo el mundo! Me siento también gozoso de ser miembro de una iglesia filial.


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