Hace Muchos Años, durante mi último año en la escuela, me detuve frente a la vidriera de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Había allí una Biblia abierta, en la que se leían estas palabras de Cristo Jesús: “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan). También había una declaración correlativa en Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy. Estos pasajes me impresionaron tanto que decidí averiguar si las curaciones en la Ciencia Cristiana son como aquellas que describe la Biblia.
A la mañana siguiente, pregunté al ama de llaves de nuestra escuela si sabía algo acerca de la Ciencia Cristiana. En ese momento me enteré de que ella era estudiante de esta Ciencia. Me prestó amablemente un ejemplar de Ciencia y Salud, y me habló sobre los beneficios que ella había recibido a través de la práctica de sus enseñanzas.
Mientras yo leía Ciencia y Salud durante el fin de semana, una y otra vez volvía a pensar en la primera frase del Prefacio: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. El lunes por la mañana regresé a la escuela sin darme cuenta, hasta que alguien me lo hizo notar durante el día, de que no llevaba puestos mis anteojos. Mis ojos habían sanado mientras leía Ciencia y Salud. Pocos meses después, pasé los exámenes médicos, incluso los de la vista, que me habilitaron para entrar a la Marina Mercante como oficial cadete.
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