A oídos de los Redactores llegan relatos de niños y adultos de todo el mundo. Es interesante enterarse acerca de cómo la Ciencia Cristiana es una ayuda importante para ellos. Sentirse cerca de Dios no es algo para experimentar sólo cuando uno está tranquilamente sentado en un servicio religioso de la iglesia o mientras uno se encuentra en la Escuela Dominical. Es también para las cosas diarias. Como la ocasión en que
y su estaban subiendo pesadas bolsas de compras por la escalera. He aquí parte de la conversación que tuvieron, mientras nos cuentan con sus propias palabras lo que sucedió.Papá: —¿Cómo hacemos las compras en esta gran ciudad?
Parker: — Bueno, vamos en coche hasta el supermercado y compramos todo lo que necesitamos.
Papá: — Por lo general, ¿cuántas bolsas son?
Parker: — Alrededor de cuatro o cinco.
Papá: — Y algunas veces una caja de cien naranjas.
Parker: — Así es.
Papá: — Soy el Sr. Imrie, y vivo en la Ciudad de Nueva York con mi mujer y tres muchachos, uno de los cuales es Parker. Vivimos en una “townhouse”, una casa dentro de la ciudad que tiene un estilo semejante a cuatro cajas grandes para zapatos apiladas una sobre la otra. La casa es alta y angosta con la fachada de ladrillos, contruida hace cien años. Está ubicada a unos cinco metros de la calle. Los ómnibus y los autos pasan velozmente durante todo el día. De modo que vamos en auto a casa y traemos esas cuatro o cinco bolsas de comestibles. Y después tenemos que subir un par de escaleras.
Parker: — Sí, en lugar de hacerlo en ascensor, que sería mucho más fácil.
Papá: — Sí. ¿Pero cómo hacemos para subir las compras por las escaleras? Por años solía acarrearlas yo solo, ¿pero, y ahora qué?
Parker: — Bueno, tienes tres hijos, aunque uno es demasiado pequeño.
Papá: — Tú tienes casi siete años, y tu otro hermano, nueve. Debe haber sido un sábado cuando recuerdo haberte dicho: “Parker, muchacho, ¿por qué no subes una bolsa por las escaleras?” ¿No es así?
Parker: — Una a la vez.
Papá: — Una a la vez. ¿Y entonces, qué sucedió?
Parker: — Empecé llevando dos a la vez; eran mis primeras dos bolsas y me faltaban solamente dos escalones para llegar arriba. Levanté las bolsas que había dejado en los escalones para descansar un poco. Al levantarlas, se cayeron para abajo por los escalones. Entonces, me caí de cabeza hacia atrás por la escalera, y los comestibles rodaron detrás de mí. Acto seguido lo único que supe fue que estaba al final de la escalera llorando como loco.
Papá: — Lo recuerdo.
Parker: — Entonces, papá, viniste corriendo y me alzaste, justo cuando una de las bolsas estaba por caerse sobre mi pie. Y después de unos momentos me calmé, pero me dolía mucho la cabeza. Por lo que simplemente me fui a mi cuarto...
Papá: —¿Pediste ir a tu cuarto?
Parker: — Me fui a mi cuarto a orar y escuchar a Dios. Y pensé acerca de las maravillosas cualidades de Dios y las habilidades que El nos da a todos, y muy pronto, mientras oraba de esta manera, el dolor desapareció. Dios es amoroso, atento... es nuestro Padre-Madre. Dios me hizo, pero no hizo el dolor, por lo cual yo no podía estar lastimado. Uno sabe que Dios está presente por la cantidad de gente que ha orado y recibido una respuesta o escuchado la “voz callada y suave”.
Papá: —¿Has leído acerca de eso en la Biblia? ¿O te ha leído alguien la historia sobre la “voz callada y suave”?
Parker: — Me lo enseñó mamá. Me estaba contando la historia, y la parte que recuerdo es donde ella mencionó la “voz callada y suave”. Pero yo sé que esa “voz callada y suave” es la voz de Dios. Tienes que estar realmente quieto y escuchar con mucha atención.
Papá: —¿Es por eso que quisiste ir a tu cuarto, para estar solo?
Parker: — Sí.
Papá: — Recuerdo haberte visto caer y haberte levantado y consolado. No iba a permitir que se te cayeran más bolsas encima. Y tampoco te iba a dar un sermón sobre obediencia en ese momento, ni iba a pensar que de alguna manera merecías haberte caído por llevar demasiado a la vez. La idea que me vino fue que Dios estaba allí mismo. Pensé: “Este muchacho es hijo de Dios; está sano, no está lastimado”. En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy pregunta: “¿Qué es el hombre?”, y parte de la respuesta es: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios”. Eso es lo que tu mamá y yo mantenemos en el pensamiento respecto a ti, tus hermanos y nosotros mismos.