Era un día especial para Pablo, su graduación de la escuela primaria. Había tanto en qué pensar: el discurso que tenía que dar, marchar y cantar con su clase, los premios que se darían, almuerzo en un restaurante con sus padres y amigos de la familia. Más que todo, Pablo estaba pensando en la gran fiesta que uno de su compañeros daría esa tarde.
Al comienzo, todo marchó muy bien. No cometió ninguna equivocación en su discurso, y el almuerzo fue divertido. Pero cuando llegó a la fiesta, apenas si podía recordar la mejor parte del día porque le dolía la cabeza y se sentía mal.
Una de las cosas que Pablo hacía si las cosas no iban bien, era orar. En lugar de simplemente aceptar la enfermedad como algo que tenemos que soportar, en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había aprendido que tenemos que tratar de comprender mejor la manera en que Dios cuida de todo. Así que Pablo decidió ir a otro cuarto para poder estar a solas.
Lo primero que hizo Pablo fue pensar en lo que Jesús hubiera hecho en una situación como ésta. Decidió orar — tener una clase de “conversación” con Dios — y ver cómo Dios ve a Sus hijos.
Pablo empezó a pensar en la gente de la Biblia que hablaba con Dios. Moisés escuchó la voz de Dios con tanta claridad que pudo dar a los israelitas los Diez Mandamientos. Elías, un profeta del Antiguo Testamento, habló con “el ángel de Jehová” y oyó a Dios como una voz callada y suave. Y Cristo Jesús enseñó a sus seguidores el Padre Nuestro, oración que habla directamente al “Padre Nuestro que [está] en los cielos”.
En la Escuela Dominical, el maestro de Pablo dijo una vez que Dios siempre nos dice lo que es verdad acerca de nosotros por ser Sus hijos. Algunas veces escuchamos a Dios por los buenos pensamientos que nos vienen. Algunas veces hay un pasaje especial en la Biblia o en el libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud, que nos ayuda a comprender qué es Dios y lo perfecto que es realmente Su hijo. Algunas veces el mensaje de Su amor y poder es tan claro que es como si alguien estuviera a nuestro lado hablando como un buen amigo.
A Pablo le gustaba orar pensando en las palabras de la Sra. Eddy en el himno llamado “Apacienta mis ovejas”; la primera estrofa dice:
La colina, di, Pastor, cómo he de subir;
cómo a Tu rebaño yo debo apacentar.
Fiel Tu voz escucharé,
para nunca errar;
y con gozo seguiré por el duro andar.
Cuando oraba quería escuchar cuidadosamente. Sabía que no podemos oír los mensajes de Dios si nos la pasamos hablando. Así que Pablo trató de escuchar, y le vinieron buenos pensamientos: que Dios jamás enfermó a Sus hijos; que la enfermedad no tiene poder porque Dios es todopoderoso; que el amor de Dios está en todas partes y nos sana cuando confiamos en El.
Cristo Jesús demostró esos hechos al sanar la enfermedad. Jesús dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra... conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Pablo percibió que el amor de Dios estaba cerca y era verdadero, como esa voz callada y suave que Elías oyó.
No pasó mucho tiempo antes que se diera cuenta de que su cabeza había dejado de dolerle y que ya no se sentía enfermo. Había sanado mediante la oración, al creer únicamente en los pensamientos de Dios.
Para Pablo su curación fue el acontecimiento más importante del día de su graduación. Le mostró que podía orar por sí solo y que sabía cómo hablar con Dios.