Para indicar la urgencia que existe en los asuntos ambientales no se necesita otro estudio, como el reciente informe del gobierno de los Estados Unidos de América, de que la capa de ozono se está volviendo menos densa con mayor rapidez de lo que se estimaba.
Los expertos en ciencias naturales difieren sobre cómo interpretar ese informe, pero hay un punto sobre el cual casi todos están de acuerdo: Algo más que la ciencia, incluso los nuevos adelantos tecnológicos, es necesario para resolver los problemas ambientales que enfrenta la humanidad.
Cada vez más se concentra la atención en que los factores morales determinan los asuntos ambientales, ya sea que se trate del consumo de bebidas alcohólicas mientras se está trabajando, del derrame de petróleo crudo en la Bahía de Valdez en Alaska, o de los cielos ennegrecidos en Kuwait debido a la guerra. Es evidente que es necesario algo más que motores de combustión interna más eficientes y leyes más estrictas contra la contaminación, por muy acertados y provechosos que sean esos adelantos. Se generaliza cada vez más la opinión de que es sumamente necesaria y básica una reorientación moral.
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