Mi Madre Fallecio cuando yo era muy pequeño, y mi padre también falleció cuando yo era aún de tierna edad. Mis familiares me cuidaron, pero las cosas eran difíciles para mí mientras crecía. Me sentía más deprimido que feliz en mi niñez. Mi mundo en este tiempo carecía del cuidado, afecto y dirección de mis padres.
Se creía que la muerte de mis padres había sido el resultado de actos de brujos y hechiceros. La casa de oración a la que asistíamos confirmó que esto era posible al describir a los hombres como descendientes de Caín que buscan muchas maneras de destruir a sus hermanos y hermanas por medio del odio, la envidia, los celos y demás. De acuerdo con esta teoría, Dios está en alguna parte, muy alto, viendo y permitiendo que estas cosas sucedan de modo que El pueda vengar la sangre del inocente en el malvado.
Para mí esta idea nunca fue razonable. Yo sentía que si Dios no había cometido un error en Su creación, El no podía causarme a mí y a muchos otros que experimentáramos este destino. Acostumbraba a arrodillarme y orar, pero en esos momentos me sentía más condenado que nunca a sufrir los pecados de Adán y Eva, ya que mis oraciones parecían no recibir respuesta. Nunca me sentía satisfecho, sino que siempre estaba espiritualmente hambriento.
A temprana edad caí en manos de los tal llamados médiums. Quería estar protegido del mal, tener dirección y éxito en la vida. Un médium siempre tiene algo que decir que se supone procede de espíritus de difuntos; siempre tiene indicaciones que dar, cosas que se pueden o no se pueden hacer. Una y otra vez llevan la esperanza al ápice de la expectación sin resultados tangibles. ¡Y uno tiene que pagar por esos tal llamados servicios!
No me sentía satisfecho. En lugar de libertad, sentía que no tenía libre albedrío. Mi vida estaba continuamente gobernada por otras personas. La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy, escribe en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “La filosofía, la ética y la superstición humanas no ofrecen Principio divino demostrable por el cual los mortales puedan escapar del pecado; sin embargo, escapar del pecado es lo que la Biblia exige”.
En esa época fumaba, tomaba y trataba de encontrar felicidad y satisfacción por medio de muchos vicios sociales. Entonces me quedé sin trabajo, y un gran vacío se formó entre mis familiares y yo. Fue la época más oscura; me estaba hundiendo en el lodo. Pero mi gozo hoy viene de saber que durante esas épocas difíciles Dios me estaba fortaleciendo por medio de Su Cristo. Ahora tengo una profunda convicción de que, en las palabras del Salmista, “no moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jah”.
Un día pasé junto al escaparate de la Sala de Lectura de Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Lagos, Nigeria. Había dos libros abiertos, la Biblia y Ciencia y Salud. Me impresionaron tanto las selecciones marcadas en estos libros que resolví regresar a la Sala de Lectura, que en esos momentos estaba cerrada, para averiguar un poco más.
Regresé, y el ayudante me habló sobre la Ciencia Cristiana. Allí mismo decidí que si lo que este joven afirmaba que era la Ciencia Cristiana — que destruye males, enfermedades y pecados — era cierto, entonces esto era lo que yo quería. Así empecé a estudiar la Ciencia Cristiana. Como no tenía dinero para comprar la Biblia y Ciencia y Salud, iba todos los días a la Sala de Lectura a estudiar y orar.
Descubrí a Dios de nuevo. Lo vine a conocer como Amor, “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago) y quien es “muy limpio... de ojos para ver el mal” (Habacuc). Descubrí la totalidad del bien y la nada del mal. También percibí lo que significa para el hombre ser la imagen y semejanza de Dios. Para mí, los siete sinónimos de Dios que revela la Ciencia Cristiana — Espíritu, Mente, Alma, Vida, Verdad, Amor, Principio — son la clave para descubrir la bondad y belleza infinitas de Dios.
Hoy, amo a Dios; no puedo menos que amar a nuestro Padre-Madre. No amo a un Dios que está lejos en alguna parte, sino al Unico y Todo que está aquí y en todas partes, guiando y cuidando a los Suyos. La Sra. Eddy dice de El en Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.
Después de haber leído Ciencia y Salud de principio a fin y alguna otra literatura de la Ciencia Cristiana, dejé de fumar. El hábito me dejó sin ningún esfuerzo personal. La bebida y otras fallas de carácter también me abandonaron después de algún tiempo. Estaba descubriendo y aceptando la verdad del ser en la Ciencia Cristiana.
Una mano, que se me había infectado al cortarme con un vidrio, sanó. La creencia en los médiums se disolvió al comprender la omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia y omniacción de Dios. Percibí que sólo Dios es Espíritu. Vine a afirmarme en la verdad de la declaración de la Sra. Eddy en el libro de texto: “No hay sensualidad en el Espíritu. Jamás he podido creer en el espiritismo”. Ni yo tampoco pude creer más en los médiums.
Estoy agradecido por poder declarar que, aunque algunas dificultades persistían, continué aferrándome a la Ciencia Cristiana como un hombre que se ahoga en un océano donde la Ciencia del cristianismo es cierta y está al alcance de la mano. Entonces, como las capas que se pelan de una cebolla, los problemas físicos se fueron resolviendo uno tras otro por medio de la comprensión y la demostración de la Ciencia Cristiana. Temores, limitaciones, carencia, tristeza, odio y demás dieron lugar a confianza, provisión adecuada, felicidad, amor y el gozo de vivir. Hoy, mi corazón canta. Toda mi actitud frente a la vida ha cambiado. Encontré que yo, como toda la gente del mundo entero en su naturaleza espiritual, no soy descendiente de Adán y Eva, sino el hijo perfecto de Dios, hecho a Su imagen y semejanza.
Mis amigos y familiares no podían creer el cambio que vieron en mí. Las relaciones se fortalecieron.
Estoy sinceramente agradecido por la Ciencia Cristiana. Estoy agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y de una Sociedad de la Ciencia Cristiana y por la oportunidad de servir como Segundo Lector en nuestra sociedad.
Princeton, Nueva Jersey, E.U.A.