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Hace Algunos Años oí la...

Del número de mayo de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Algunos Años oí la explicación que dio un experto en lenguas antiguas sobre el versículo 10 del Salmo 46 que dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. El dijo que también se puede traducir: “Desligaos, y conoced que yo soy Dios”. Esta enseñanza bíblica significó mucho para mí hace unos años cuando estuve luchando durante largo tiempo con la aflicción y la angustia de un matrimonio deshecho.

Mi esposa me había dejado y se había casado con otra persona. Con una gran depresión mental, recurrí al estudio de la Ciencia Cristiana, a la que había ignorado por casi treinta años. Pedí a una practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudara por medio de la oración, y comencé a estudiar a fondo la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy.

Yo estaba bastante convencido de que si podía resolver “correctamente” esa situación, de alguna manera mi esposa regresaría y cesaría mi desdicha. Fue entonces que oí esa traducción bíblica del versículo que acabo de citar. Eso me produjo gran conmoción, pero entendí que tenía que dejar de aferrarme a mi propia idea de cómo se resolvería esto. Tenía que abandonar la idea de que mi esposa era mi felicidad, y dejarla libre en mi pensamiento.

Había también muchas otras cosas de las que debía desligarme. Por ejemplo, del resentimiento, el odio, el egoísmo, la agresividad y la crueldad que albergué en mi pensamiento durante los años de servicio en el ejército. Tenía que despojarme de todo eso. Comencé a aprender que, como la Sra. Eddy lo expone claramente en Ciencia y Salud: “La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana es el Amor”. Debía amar más y pensar menos en mí mismo. A medida que ponía en práctica estas ideas, los problemas comenzaron a resolverse, pero no de la manera que yo había imaginado. Mi esposa jamás regresó. Pero tuve estupendas experiencias: nuevas amistades, un nuevo empleo, un nuevo pasatiempo y un nuevo matrimonio que resistió la prueba del tiempo y demostró ser un camino de progreso y felicidad.

Las muchas lecciones que aprendí en esa época me fueron muy útiles cuando años más tarde, sin previo aviso, perdí el empleo. Otra vez tuve que desprenderme de los conceptos materiales y comprender mejor la naturaleza de Dios. En esta ocasión fue necesario abandonar el resentimiento y un sentimiento de injusticia. Le dije al director que me despidió, que de mi parte no albergaba ningún resentimiento, y si podía ser de ayuda a quien tomara mi puesto, gustosamente le proporcionaría toda la ayuda necesaria. También tenía que dejar de sentir pánico, de contar mis recursos en términos de dinero, de la idea de que debía conseguir otro empleo de inmediato y de la tristeza de abandonar una empresa que yo había ayudado a desarrollar y en la que me había sentido muy feliz.

Todo eso era un gran peso que tenía que sobrellevar. Pero el autor de Hebreos dijo: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. La Sra. Eddy amplía esto en Ciencia y Salud y explica: “... echemos a un lado el yo material y el sentido material, y busquemos el Principio y la Ciencia divinos de toda curación”.

Para ese entonces ya sabía lo que debía hacer. Pero una vez más la situación no se resolvió como yo esperaba. Durante cuatro años no encontré otro empleo; sin embargo mis necesidades fueron abundantemente satisfechas. La compañía para la cual había trabajado permitió que usara su automóvil por algún tiempo y me dieron una suma importante como compensación, mucho más de lo que legalmente estaban obligados a dar. ¡Hasta el gobierno me ayudó al reembolsarme una suma bastante grande de impuestos que me habían cobrado de más! También me acogí al derecho de jubilación en dos de las compañías donde trabajé anteriormente y a su debido tiempo, adquirí el derecho a una jubilación del estado. Además, muy a menudo me pidieron que presentara disertaciones.

Con todo eso, no tuve necesidad de recurrir a mis ahorros. Ahora tengo un nuevo empleo en el que mi empleador necesita de mi experiencia y en el cual trato de continuar expresando las cualidades que Dios me ha dado, como integridad y confiabilidad.

En estos tiempos de aparente confusión, de recesión y desempleo, de inmoralidad, corrupción y temor, podemos desligarnos de la creencia de que nuestra seguridad depende del dinero, de que nuestra felicidad depende de la presencia o del amor de otra persona, de que nuestra salud depende del ejercicio o de una dieta, de que la edad puede impedirnos obtener un empleo adecuado, de que el futuro de nuestros hijos parece incierto, de que al avanzar en años nuestras habilidades se verán disminuidas, o de que otras razas y culturas constituyen una amenaza para nosotros.

Nunca estaré lo suficientemente agradecido por la vida de Cristo Jesús y los inspirados escritos de la Sra. Eddy. Me han dado la paz y la seguridad que ahora disfruto. También deseo destacar mi gratitud por el Christian Science Sentinel. Los maravillosos artículos que traen semana a semana han sido de gran ayuda para mí, desde que retomé el estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana.


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