Cuando Yo Era adolescente no me era fácil determinar “¿Quién soy yo?”. Era una pregunta que yo trataba de eludir. A veces sabía a quién quería parecerme, pero generalmente eso distaba mucho de quien yo pensaba que era. Hubiera preferido dejar de lado la pregunta, pero la vida me obligaba a que me la planteara y que decidiera qué quería hacer en la vida, quién quería ser.
Los períodos de cambio hacen resurgir en nosotros el cuestionamiento sobre nuestra identidad. Un cambio de trabajo, mudarse a otra zona, casarse, divorciarse, son hechos que parecen causar una revaloración de nuestra identidad. A menudo estos cambios suscitan inseguridad. Quisiéramos que nuestra identidad no fuera transitoria. La gente quiere tener raíces, estabilidad, algo seguro.
Aunque vivimos en una era científica, las ciencias naturales no son de gran ayuda en la búsqueda de nuestra identidad. Saber que estoy compuesto de un 70% de agua no hace que yo duerma mejor. Ni me siento más seguro al pensar que soy un modelo genético creado al azar. La noción de que soy un mamífero del género Homo sapiens tampoco resuelve la cuestión.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!