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Curación y regeneración

Del número de septiembre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Auxilio Espiritual de la Ciencia Cristiana supera en gran medida lo que la profesión médica puede anticipar, aun cuando se trate del así llamado enfoque holístico que considera a "la persona en su totalidad". Lo primordial en la curación cristiana no es el cuerpo humano, sino la relación del hombre con Dios. Tampoco consiste en hacer pruebas psicológicas del estado consciente o inconsciente de la mente humana. Sino que la curación cristiana regenera a la persona por medio del poder de la oración y la hace tomar conciencia de esa Mente "que hubo también en Cristo Jesús".Filip. 2:5.

La gente que ha sentido los efectos de la curación y regeneración por medio de la Ciencia Cristiana, siente una gratitud muy profunda, debido a que la acción de la Ciencia va mucho más allá de una mera reparación, estabilización o restauración de un estado anterior, o sea, un cuerpo físico que no se queja. En un sentido, la curación espiritual perturba profundamente ese "estado anterior". La curación espiritual guarda una estrecha relación con la parábola de Jesús que habla de la levadura que "una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado".Lucas 13:21. La influencia divina transforma por completo, no solo nuestra vida, sino también todo nuestro concepto acerca de lo que es la vida. La convicción de que la vida está en, o procede de, un cuerpo físico, que se desplaza en un universo físico, es reemplazada por un despertar hacia la vida en Dios y de Dios. En la práctica de la Ciencia Cristiana, la curación y la regeneración siempre coinciden.

Es útil recordarnos a nosotros mismos, que el significado principal de la palabra regenerar es "inducir a nacer de nuevo espiritualmente.. . " Webster's New International Dictionary of the English Language, 2a. ed. (Springfield, Massachusetts: G & C. Merriam Company, publishers, 1956), pág. 2096. Esto no significa pensar meramente de una manera diferente acerca de la vida, del hombre y de Dios, sino ser, en realidad, un hombre o una mujer nuevo. Es nacer del Espíritu en lugar de la carne. Es tener a Dios, en lugar de la materia, como el centro y la circunferencia de nuestra vida.

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