El Auxilio Espiritual de la Ciencia Cristiana supera en gran medida lo que la profesión médica puede anticipar, aun cuando se trate del así llamado enfoque holístico que considera a "la persona en su totalidad". Lo primordial en la curación cristiana no es el cuerpo humano, sino la relación del hombre con Dios. Tampoco consiste en hacer pruebas psicológicas del estado consciente o inconsciente de la mente humana. Sino que la curación cristiana regenera a la persona por medio del poder de la oración y la hace tomar conciencia de esa Mente "que hubo también en Cristo Jesús".Filip. 2:5.
La gente que ha sentido los efectos de la curación y regeneración por medio de la Ciencia Cristiana, siente una gratitud muy profunda, debido a que la acción de la Ciencia va mucho más allá de una mera reparación, estabilización o restauración de un estado anterior, o sea, un cuerpo físico que no se queja. En un sentido, la curación espiritual perturba profundamente ese "estado anterior". La curación espiritual guarda una estrecha relación con la parábola de Jesús que habla de la levadura que "una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado".Lucas 13:21. La influencia divina transforma por completo, no solo nuestra vida, sino también todo nuestro concepto acerca de lo que es la vida. La convicción de que la vida está en, o procede de, un cuerpo físico, que se desplaza en un universo físico, es reemplazada por un despertar hacia la vida en Dios y de Dios. En la práctica de la Ciencia Cristiana, la curación y la regeneración siempre coinciden.
Es útil recordarnos a nosotros mismos, que el significado principal de la palabra regenerar es "inducir a nacer de nuevo espiritualmente.. . " Webster's New International Dictionary of the English Language, 2a. ed. (Springfield, Massachusetts: G & C. Merriam Company, publishers, 1956), pág. 2096. Esto no significa pensar meramente de una manera diferente acerca de la vida, del hombre y de Dios, sino ser, en realidad, un hombre o una mujer nuevo. Es nacer del Espíritu en lugar de la carne. Es tener a Dios, en lugar de la materia, como el centro y la circunferencia de nuestra vida.
En la práctica de la Ciencia Cristiana es bastante común que un paciente se sienta sorprendido ante el impacto tan profundo que produce el tratamiento de la Ciencia Cristiana. Un tratamiento de la Ciencia Cristiana, ya sea que provenga de un practicista o de la oración que uno mismo está efectuando, al restaurar la salud al cuerpo o la armonía a los asuntos personales, hace que la persona tome conciencia de la influencia siempre presente del Cristo, la Verdad, en la consciencia humana. Esta levadura de la Ciencia divina actúa en la consciencia humana. hasta que, tal como lo indica la parábola de Jesús, todo haya fermentado. A menudo, esta actividad produce un tremendo anhelo espiritual, impulsando a las personas a que lleven a cabo un profundo estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. He conocido a varias personas que tenían tanta necesidad de adquirir entendimiento espiritual, que han llegado al punto de dejar de trabajar durante varios meses a fin de dedicarse a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud. Esto nos da una pequeña pauta de la persistente actividad que realiza esta levadura espiritual de la Verdad, cuando produce regeneración.
El hecho de dejar de vivir como los hijos e hijas de hombres y mujeres, y aceptar nuestro verdadero ser como hijos de Dios, implica un cambio profundo. Pero no todos están dispuestos a cambiar, ni puede ninguno de nosotros dar este salto de un solo intento. Las luchas que esto produce revelan que necesitamos el poder salvador de Dios. Pero nadie debería subestimar la acción leudante de la Ciencia divina. Sus efectos llegan a lo más profundo de la consciencia humana, destruyendo el supuesto realismo de la mortalidad y el materialismo, y revelando que la semejanza del hombre con lo Divino es natural.
Dios exige perpetuamente que el hombre sea Su imagen y semejanza. Todos, inevitablemente sienten la presión divina de esta exigencia y se ajustan a Su mandato. Es irresistible e impostergable. Dios sabe que el hombre es Su idea y esto hace que el hombre sea, necesariamente, lo que Dios sabe acerca de él. El hombre es la manifestación de la Mente divina y por eso es espiritual y eterno. El expresa la naturaleza divina en toda su totalidad y belleza. El es la idea compuesta y completa de la Mente y refleja solo el bien. si nuestro concepto acerca del hombre se aparta de este modelo divino, nos exponemos, en cierta medida, a la discordancia y al sufrimiento. Entonces, sentimos el impulso de apelar al Cristo, la Verdad, en busca de liberación. La levadura de la Verdad que opera en la consciencia humana, hace que cada pensamiento obedezca al Cristo, al ideal divino que revela la Ciencia.
Pensar meramente que el hombre es espiritual o que posee un potencial espiritual, es muy diferente a reconocer que el hombre es espiritual. Este hecho se lo revela el Cristo al corazón receptivo. Pablo, al comprender este punto, exhortó a los cristianos: "despojaos del viejo hombre" y "vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad".Efes. 4:22, 24. Cuando extinguimos el impulso que reacciona en contra de la espiritualidad, negamos que exista otro ser aparte del que Dios ha creado, y reconocemos el gobierno infinito que Dios ejerce sobre el hombre, estamos preparados para ver a Dios y al hombre en una unidad total como el Principio y Su idea. Nuestro punto de partida —o sea, lo que reconocemos como la verdadera naturaleza del hombre y lo que reconocemos como su creador— es sumamente importante. Tal como lo indica la Sra. Eddy: "La fuente no puede elevarse más alto que su origen".Ciencia y Salud, pág. 18.
Muchos piensan, erróneamente, que el hombre es un ser físico. Este hombre, supuestamente físico, delineado por su entorno, tendrá en su experiencia diferentes fases de enfermedad y salud, tristezas y alegrías, frustraciones y éxitos, y etapas malas y buenas. Puede que se sienta floreciente por un tiempo, pero su entorno —ya sea el estado de su cuerpo, el ejercicio de su profesión, su familia o su comunidad— le fallarán en algún momento. Tal como la Biblia nos advierte, él es "corto de días, y hastiado de sinsabores".Job 14:1.
En realidad, el hombre es espiritual. La Sra. Eddy escribe: "El hombre es incapaz de pecar, enfermar y morir".Ciencia y Salud, pág. 475. Este es un concepto totalmente diferente del que hemos mencionado anteriormente. Consideremos las siguientes definiciones de la palabra incapaz. "1. Imposibilitado de tomar, recibir, contender, sostener o guardar.. . 2. Imposibilitado o falto de condiciones para recibir, o sea para ser afectado o influido por; no estar abierto o susceptible a; imposibilitado de tomar, de manera de percibir, insensible a.. . 4. Carecer de la capacidad, poder o condiciones para una función específica.. ."A New English Dictionary on Historical Principles (Oxford: Clarendon Press, 1901), Vol. 10, pág. 142. Esta iluminación que trae la Ciencia y que nos revela la naturaleza de nuestra verdadera identidad, nuestra única identidad, nos ayuda a comprender la grandiosidad de las inspiradas palabras de la Biblia: "Ahora somos hijos de Dios".1 Juan 3:2. No existen dos clases diferentes de hombres, el físico y el espiritual. El hombre es uno, la idea absoluta de un Principio, Dios. Cuando esto llega a nosotros con el entendimiento y la demostración, saboreamos los frutos de la regeneración.
Las exigencias de este nuevo nacimiento son continuas, no momentáneas. La levadura de la Verdad insiste en que el ser humano debe ser evangelizado en su totalidad. En ese sentido, conformarse con una vida desahogada y cómoda en la materia o con una plácida armonía en los asuntos humanos, es un grave peligro. Una vida compuesta principalmente de rondas exitosas de partidos de golf, de horas sentado frente al televisor, de comidas sabrosas o de dedicarse al trabajo, no da evidencia alguna de los logros espirituales. Si lo que buscamos es solamente la comodidad material, corremos el peligro de merecer las palabras de Jesús: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad".Mateo 7:23. Suenan ásperas, pero la reconciliación de Jesús y el hecho de que superó todo tipo de materialismo, tuvieron el propósito de beneficiarnos a todos y dejarnos un ejemplo que siempre debemos tener presente.
Una de dos, o vemos cada día y a cada instante al hombre nuevo y a la mujer nueva, el cielo nuevo y la tierra nueva, o no los vemos. Las señales de que los estamos viendo se manifiestan en los beneficios que eso trae a nuestro mundo por medio de las evidencias de salud, orden divino, armonía, santidad y amor, establecidos por Dios. Esta es la vida por medio de la cual damos prueba de que Dios es verdaderamente Todo-en-todo.
Tal vez su vida ha sido bendecida por alguien que vive de esta manera. Entonces en este caso usted ha sentido el genuino amor espiritual. Ha sentido el poder sanador de la Verdad. Ha vislumbrado algo acerca de la realidad del hombre y del universo. Esa experiencia es semejante al ejemplo de la mujer que puso la levadura en tres medidas de harina. La levadura del Amor está operando dentro de nosotros. Sentimos el poder del Amor. Lo reflejamos. Lo obedecemos. Lo tenemos siempre presente. Estamos conscientes de que nunca más volveremos a ser lo que creíamos que éramos. Sabemos que siempre seremos lo que Dios ha dispuesto que seamos.
Las palabras no alcanzan para agradecer lo suficiente semejante curación y regeneración. Pero en esta época del año igual lo intentamos. Lo que a nuestra lengua le falte expresar, lo suplirá nuestro corazón. Diariamente, en el santuario de la oración, nos acercamos a Dios, con acciones de gracias. Le traemos todos nuestros diezmos, y El multiplica nuestras bendiciones.
