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Todos podemos hacer algo para apoyar nuestros cultos

Del número de septiembre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Varios De Nosotros solíamos reunirnos cada semana para celebrar un culto de la Ciencia Cristiana en una institución de enfermos mentales. La primera semana que me uní al grupo no estaba segura de qué nos esperaba. Cuando empezó la música de órgano, cerca de treinta hombres y mujeres entraron acompañados. Era tan obvia su necesidad, tan lamentable su condición, que me compadecí de ellos y olvidé mi temor. Cuando empezamos a cantar el himno que comienza con las palabras "Gentil presencia",Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 207. de un poema de la Sra. Eddy, descendió tal paz en esa pequeña capilla que verdaderamente sentimos la presencia del Cristo.

Durante los tres años que serví allí, ocupando todos los cargos, desde Lectora hasta acompañante, el culto de la Ciencia Cristiana adquirió un significado especial. Como una de las personas de nuestro grupo comentó: "Realmente captamos el significado del amor". Aprendimos no sólo a conducir un culto, sino a cuidar de todos los que asistían, cómo alentarlos, cómo ayudarlos a regresar a sus habitaciones a través de solitarios y oscuros corredores subterráneos, conocer y aliviar sus necesidades con palabras sanadoras de amor. Durante ese tiempo vimos a varios de nuestros amigos volverse más activos, y salir de la institución para integrarse a su vida normal.

La ayuda que prestamos en esos cultos institucionales nos enseñó a apoyar con más eficacia los servicios religiosos en una Iglesia de Cristo, Científico. Los cultos de la Iglesia no son meramente actividades funcionales, sino ocasiones maravillosas para sanar, para obtener crecimiento espiritual, para emplear la visión espiritual que nos capacita para amar de igual manera a los visitantes y a los miembros. Aun cuando no estemos capacitados para el puesto de solista o de organista, o no hayamos sido elegidos para leer, cada uno tiene un trabajo designado por Dios en cada servicio. Incluso aquellos que no pueden estar presentes, pueden contribuir eficazmente mediante sus oraciones.

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