Un Hombre Tenia un manzano en su jardín. Una enredadera se había adherido al árbol de tal manera que sus ramas se habían doblado hacia abajo y producía solamente unas pocas y pequeñas manzanas. La vida del árbol también estaba amenazada. Un día el hombre trabajó hasta que limpió el árbol de todo vestigio de la enredadera. Las ramas entonces se levantaron y florecieron, y aquel año el árbol dio una inmensa cantidad de hermosas manzanas.
Este manzano puede ser una parábola para nuestra vida. ¡Cuán a menudo enmarañamos nuestra vida con el sentido personal que nos esclaviza! Abrigamos en el pensamiento imágenes de ofensas pasadas y culpamos a otros por habernos ofendido. Celos, orgullo, resentimiento, ira, amor propio, conmiseración propia, justificación propia, son algunos de los muchos pecados que nos mantienen maniatados al punto de que los "frutos" que producimos son muy pequeños.
Cristo Jesús dijo: "En esto es glorificado mi padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos".Juan 15:8. Y el Apóstol Pablo nos dice: "El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe".Gál. 5:22. Estos son los frutos que debemos cultivar en nuestra vida y expresarlos para la gloria de Dios.
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