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Una economía cuyo fundamento es sólido

Del número de septiembre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"¡Esta Lloviendo!" anunció un miembro de la familia. Después de cuatro años de sequía, en una región seca como la nuestra, esto era motivo de gran celebración. Irónicamente, acababa de ver en el noticiero los rostros de desesperación en un pueblo pequeño arreciado por lluvias torrenciales y que a la vez luchaba contra una seria inundación. (¡Cuánto deseaba que nos enviaran esa agua que no deseaban!)

Estas imágenes de contrastes —mucho y poco, tener y no tener— nos confrontan hoy con una frecuencia sin precedente. Vemos tiendas repletas de mercancía y naciones casi muriéndose de hambre. Vemos familias que luchan para que sus modestos ingresos cubran sus gastos mientras que amistades y vecinos gozan de gran prosperidad.

Cuando tratamos de acabar con la disparidad económica en la vida humana, nuestra mira frecuentemente se vuelve hacia iniciativas atrevidas, una nueva política fiscal, O simplemente una renovación. A pesar de que estas formas de abordar una situación pueden ser útiles, es un hecho que cualquier economía —ya sea global o personal— siempre será inestable hasta cierto punto, y a menudo injusta, si está basada en recursos limitados y sujeta a la parcialidad, la corrupción, la avaricia y las altas y bajas del mercado.

Aun así, no tenemos que sentirnos amenazados por una economía cambiante, ni tampoco tenemos que convertirnos en su víctima. Podemos comenzar a encontrar estabilidad y seguridad en nuestra propia vida, al buscar una nueva base para nuestra economía. No es un cambio de base en el sentido tradicional, como cuando un segmento de la sociedad cambia de una base industrial a otra; nuestra nueva base económica requiere un cambio más profundo y fundamental en la persona misma. Nos pide que nos alejemos del concepto antiguo y materialista de que la vida es breve, egocéntrica y sujeta a riesgo y aceptemos el concepto original y espiritual del hombre y el universo —que presenta la Biblia— de que es creado, gobernado y totalmente sostenido por el Espíritu, Dios. Esta transición puede llevarse a cabo ahora dentro de cada uno de nosotros a través de la oración.

La oración es esencial, porque lo que Dios le revela al hombre sobre Su sabiduría eterna y ley invariable no se percibe con los sentidos físicos sino con el sentido espiritual. Aprendemos a afirmar nuestras esperanzas y planes en el fundamento inconmovible de la Verdad, la Roca, como la Biblia habla de Dios.

El ejercer nuestra capacidad natural de conocer a Dios —volviendo nuestros pensamientos de todo corazón hacia lo que la Verdad y el Amor divino proveen— nos hace reconocer Su dirección infalible y bondad ilimitada. Como Cristo Jesús indicó: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".Mateo 6:33. Esta indicación del Cristo de comenzar con el Espíritu, de espiritualizar nuestros pensamientos, promueve un cambio en nosotros y, por lo tanto, se extiende para beneficio de otros.

Para entender más de Dios, el bien, primero es necesario descubrir y destronar el temor, el egoísmo, la envidia, el engaño, todo lo que intenta esconder o distorsionar nuestra percepción de la sabiduría y la bondad que Dios está impartiendo al hombre y que imparcialmente nos bendice a todos. A través del estudio de la Biblia junto con el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy, aprendemos a progresar en esta dirección.

Pero, ¿de qué manera puede una mayor comprensión de Dios tener un impacto más allá de nuestras propias necesidades? Podemos encontrar una respuesta en la Biblia en el encuentro de Faraón con José.Véase Gén., caps. 39–41.

El libro del Génesis nos dice que Faraón estaba preocupado con ciertos sueños que había tenido; imágenes que él y sus consejeros no podían explicar. Se enteró de que José, entonces prisionero, tenía gran habilidad para interpretar sueños. A través de los años José había progresado mucho en su percepción de Dios, y esto lo capacitaba para interpretar lo que le había sido revelado a Faraón. Pudo discernir que habría siete años de cosecha abundante en Egipto, seguido de siete años de hambre. Y así fue, una economía floreciente seguida de una decadente.

Pero debido a que José —que entonces era el segundo en mando después de Faraón— supo manejar los recursos sabiamente durante los buenos años, la gente de Egipto tuvo comida durante la hambruna. Y otras regiones, que también padecían hambre, pudieron comprar maíz de Egipto.

La prosperidad en las economías inciertas de hoy en día, va a requerir del desarrollo de una mayor visión y perspicacia, más compasión, y menos dependencia en la lógica materialista. Al escuchar y seguir la dirección divina, encontraremos que una economía en transición no tiene por qué traer consecuencias devastadoras a las esperanzas y las aspiraciones espirituales de un pueblo.

¿Qué inversión probará ser más sana o más sabia, a corto o largo plazo, que cultivar ese sentido espiritual que nos capacita para discernir lo que Dios demuestra al hombre de Su provisión perfecta? El libro de texto de la Ciencia Cristiana nos dice: "Las capacidades humanas se amplían y perfeccionan a medida que la humanidad obtiene el concepto verdadero del hombre y de Dios".Ciencia y Salud, pág. 258.

Dios gobierna perfectamente al hombre y esto no solo incluye sabiduría, seguridad y equilibrio, sino también la naturaleza gentil y amorosa de nuestro Padre-Madre. A medida que traemos cada vez más estas cualidades a nuestra propia vida, estamos dando los pasos importantes para promover motivos e ideales más sublimes en nuestra comunidad y más allá.

Hay mucho que hacer, y podemos empezar el trabajo ahora mismo. Hoy en día una fuerza trabajadora espiritualmente orientada encontrará muchas oportunidades para mejorar transformar la economía. Mediante nuestras oraciones y nuestra vivencia modesta y semejante a la del Cristo, veremos que podemos aliviar las cargas, descubrir recursos potenciales, mejorar las relaciones y levantar las restricciones. Cada uno de nosotros puede desempeñar una función importante al introducir las oportunidades de crecimiento sin límites de la economía divina.

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