Hace Mas De quince años que estudio la Ciencia Cristiana, y he tenido pruebas de que podemos confiar en el poder del Cristo, la Verdad, para sanar la discordia desde el momento mismo que comenzamos nuestra "aventura" de estudiar esta maravillosa Ciencia.
Nuestra familia ha tenido curaciones de una nariz rota, ictericia, resfríos y gripes estacionales y jaquecas. También ha habido curaciones de carácter, como la disminución del egoísmo. La lista es casi interminable.
Tiempo atrás me preocupaba la inflamación de la encía que tenía alrededor de un diente flojo. Pedí tratamiento a un practicista de la Ciencia Cristiana por medio de la oración, quien me recordó que en ver dad yo soy una idea de la Mente divina, Dios, quien se expresa a Sí mismo sólo en perfección y que, por tanto, yo, como reflejo de Dios, no podía expresar la imperfección. El practicista también me dijo que en el libro de Mary Baker Eddy Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras aprendemos: "La materia no puede inflamarse. La inflamación es temor, un estado agitado de los mortales que no es normal. La Mente inmortal es la única causa; por consiguiente, la enfermedad no es ni causa ni efecto". También pensé en la muy conocida cita de 1 Juan en la Biblia: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor".
Oré por un par de días con esos pensamientos, comprendiendo que como el Amor perfecto está en todas partes, no hay lugar para el temor. La inflamación desapareció prontamente. Tres meses más tarde, sin embargo, la condición se repitió y parecía ser más agresiva. Nuevamente me volví a Dios y a la Ciencia Cristiana. Me comuniqué otra vez con un practicista de la Ciencia Cristiana. Un pensamiento que se destacó esta vez fue un versículo de Efesios que habla acerca de estar ".. . arraigados y cimentados en amor". La dificultad física desapareció nuevamente. Pero luego de dos meses la encía se inflamó nuevamente; esta vez estaba ulcerada y me molestaba mucho.
Esta vez se me ocurrió que había algún error específico o punto de vista falso acerca de Dios o de mi verdadera naturaleza espiritual que estaba nublando mi visión. El practicista a quien llamé tomó el caso de inmediato y fue muy servicial y muy pronto se reveló el obstáculo que estaba impidiendo la curación: la justificación propia, o sea la creencia de que la rectitud es personal.
Al principio esto no me gustó, y me tomó varios días de oración para entender con qué estaba tratando. Pero luego comprendí que el problema era el pensar en un "Yo" separado de Dios. Y me di cuenta de que cuando abandonamos aun una pizca de ese "yo", sentimos más del amor que Dios tiene por Su creación, un amor que sana. El día que comprendí esto, la inflamación comenzó a disiparse. Para la hora del almuerzo del día si guiente, había sanado completa y permanentemente.
Crecí con las enseñanzas de otra denominación cristiana. Cuando tenía doce años, durante el transcurso de un examen médico, el médico le dijo a mi madre que yo tenía un leve problema cardíaco. No se prescribió tratamiento ni se hizo prognosis. Esta circunstancia no se mencionó nunca más en el hogar, y seguramente se olvidó. Pero cuando fui adulta, tuve que hacerme un examen médico estricto para viajar al exterior, y el médico dijo que no pensaba que podría firmar el certificado porque yo tenía una anomalía en el corazón.
Más adelante, siendo ya estudiante de la Ciencia Cristiana, comencé a tener severos dolores en el pecho, y con más y más frecuencia. En cada una de esas ocasiones me traté a mí misma por medio de la oración afirmando mi verdadera identidad como hija de Dios, que no tiene historial de anomalía, ni otra pretensión hereditaria o mortal sobre mí. Con el tiempo, sentí que debía recurrir a un practicista.
Para ese entonces parecía tener varios problemas "grandes", incluso este aparente problema del corazón, e hice una lista de ellos para el practicista. El tono y sustancia de su respuesta me ayudó a percibir más claramente que, para poder resolver cualquier problema en la Ciencia Cristiana, uno debe comprender el origen mental del problema, y corregir los falsos conceptos de Dios y el hombre.
La próxima vez que hablé con la practicista, le conté del progreso que había tenido en mi oración y estudio espiritual. De pronto me percaté de que los dolores en el pecho habían cesado por completo. ¡Hasta me había olvidado de ellos! Era obvio que había sido sanada y esta curación ha sido permanente.
Estoy realmente muy agradecida por la desinteresada devoción de la Sra. Eddy en descubrir y presentar el poder sanador espiritual mente científico del Cristo, la Verdad, para guiarnos en el camino que trazó Cristo Jesús.
Ginebra, Suiza
