Asi como la plaza o el mercado en una comunidad es el lugar de encuentro para la gente y sus actividades, LA PLAZA es un lugar donde los lectores del Heraldo pueden compartir experiencias y lecciones que han aprendido mediante las revelaciones espirituales adquiridas al trabajar para la iglesia y la comunidad.
EL DIA DE PENTECOSTES
Las palabras del Maestro habían sido muy claras poco antes de su ascensión. Sus discípulos debían contar la historia de su vida y enseñanzas, de su crucifixión y resurrección, en todas partes, en Jerusalén, toda Judea, territorios circundantes, "por todo el mundo".Marcos 16:15.
De modo que, inmediatamente después de que desapareció de su vista, ellos comenzaron a predicar en Jerusalén acerca del Cristo resucitado. Y poco después de la ascensión, llegó el día de Pentecostés, fiesta de la cosecha tradicional para los judíos. Un ruido como "de un viento recio que soplaba" llenó la casa donde adoraban el fiel grupo de seguidores de Jesús. Como lo describe el libro de los Hechos, "lenguas repartidas, como de fuego" se cernieron sobre la congregación, y todos recibieron el Espíritu Santo. Con esta inspiración divina, ellos empezaron a hablar en muchos y diferentes idiomas.
Los judíos que se encontraban en Jerusalén congregados desde todos los rincones del imperio —tan lejanos como Mesopotamia, Egipto y Roma— descubrieron con asombro que podían realmente entender lo que decían los seguidores de Jesús. "Les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios".Hechos 2:2–3, 11.
Pedro, discípulo de Jesús, explicó a la enorme multitud de que eran testigos del cumplimiento de las Escrituras. El profeta Joel había profetizado que esto ocurriría, que Dios, en los últimos días, habría de "[derramar]"Joel 2:28. Su Espíritu de modo que la gente común pudiera hablar de Dios y profetizar.
Con este nuevo impulso del Espíritu Santo, los apóstoles —y, especialmente Pedro, Santiago y Juan— contaron y recontaron la historia de la vida de su Maestro. Y a medida que lo hacían, sus relatos posiblemente también se enriquecieron e hicieron más precisos. Es probable, por ejemplo, que hayan agregado detalles que habían omitido en esos intensos primeros días después de la resurrección. También que hayan combinado las diversas versiones que habían escuchado acerca de Jesús para destacar el significado de la obra que realizó el Maestro en su vida.
A medida que los cristianos de Jerusalén consideraban las diversas descripciones que escuchaban sobre las enseñanzas de Jesús, ellos releían las Escrituras hebreas a la luz de lo que habían visto y escuchado de la vida de Jesús. Y de ese modo fue sorprendentemente obvio para muchos de ellos que las palabras y obras de Jesús, sus tribulaciones y triunfo final, cumplían la profecía bíblica. Dicha convicción iluminó el Antiguo Testamento con un vívido y nuevo significado. Y este nuevo significado, a su vez, formó parte de la historia evangélica que estaba evolucionando, una historia que estaba atrayendo nuevos creyentes por millares.
Sin embargo, el sumo sacerdote en el Templo resentía la popularidad de los apóstoles y se aseguró de que fuesen encarcelados. Pero Dios los liberó durante la noche y los fortaleció para que siguieran hablando abiertamente.
Así que a medida que la incipiente Iglesia crecía y prosperaba, encontró mayor persecución, especialmente por parte de un joven estudiante rabínico llamado Saulo, que hacía todo lo que podía para exterminar a los seguidores de "el Camino" y su mensaje evangélico. El permitió que Esteban, un ferviente líder de la Iglesia de Jerusalén, fuese apedreado a muerte. Y también encarceló a innumerables y sinceros miembros de la Iglesia. Entonces muchos huyeron de la ciudad.
Sin embargo, esta persecución solo sirvió para difundir el mensaje de Jesús fuera de Jerusalén. Pedro predicó la Palabra ampliamente, quizás en Antioquía y en las ciudades y campos de Asia Menor. Y Felipe se aventuró por Samaria y Gaza con las nuevas del Cristo resucitado.
Así fue que en los primeros días y meses luego de la ascensión, evolucionó un nuevo testamento como una tradición oral, un testa mento que se cimentaba y refinaba casi a diario a medida que la prédica evangélica se difundía gradualmente a un público más amplio.
EL APOSTOL PABLO
Algunos años después de la ascensión de Jesús, Saulo fue convertido y tomó el nuevo nombre de Pablo. Mientras transitaba en la ruta a Damasco con la intención de continuar persiguiendo a los cristianos, de repente lo envolvió una luz celestial, y Jesús le fue revelado. Pablo describió su experiencia en el primer capítulo de su epístola a los Gálatas, que concluye así: "Solamente oían decir: aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba".Gál. 1:23.
A partir de ese momento inicial, alrededor del año 35 d.C., Pablo predicó su revelación con una intensidad y dedicación que nunca disminuyeron, en Arabia, Siria, Asia Menor, Acaya, Macedonia Y, con el tiempo, en Roma, la capital del Imperio Romano donde fue ejecutado cerca del año 62 d.C.
A lo largo de su carrera Pablo encontró fuerte resistencia a su mensaje por parte de los judíos, las autoridades gubernamentales, y de quienes adoraban a deidades paganas. Fue encarcelado y escapó de la muerte en varias ocasiones durante sus largos viajes misioneros por la región Egea y Mediterránea. Y tuvo oposición de adentro mismo de la comunidad cristiana, particularmente cuando tuvo que convencer a los apóstoles en Jerusalén de que los cristianos no-judíos no tenían necesidad de someterse a las prácticas del judaísmo.
Doquiera Pablo encontraba acogida a su prédica se esforzaba por unificar a los cristianos en una iglesia de muy simple organización. A veces podía quedarse en el mismo lugar por un año o más, predicando, sanando y alentando a sus hermanos y hermanas en Cristo. Cuando partía, se mantenía en comunicación con las iglesias que había visitado enviándoles colaboradores, tales como Timoteo y Tito, o por medio de largas cartas, o "epístolas".
La primera epístola conocida que Pablo envió fue escrita probablemente durante su segundo viaje misionero por Asia Menor y Grecia. La mayoría de las cartas de Pablo fueron escritas a iglesias específicas. Destacaban que la crucifixión y la resurrección de Jesús demostraban fehacientemente que él era el Cristo. Las cartas también promovían la unidad y fraternidad entre los primeros cristianos, y los exhortaba a ser pacientes cuando eran perseguidos y entre ellos mismos.
1 Y 2 TESALONICENSES
Una de las primeras cartas que Pablo escribió fue la que envió a la iglesia que fundó junto con Silvano y Timoteo en Tesalónica, situada sobre una de las principales rutas de comercio en Grecia. Se habían alojado en la casa de Jasón, quien sufrió tremenda persecución cuando fue acusado de apoyar la sedición porque Pablo, predicaba acerca de otro rey, o sea, Jesús. La primera epístola de Pablo, ahora conocida como 1 Tesalonicenses, es probable que haya sido escrita en Corinto entre los años 50 a 52 d.c., poco después de salir de Tesalónica. Le cuenta a la congregación de cristianos, mayormente no-judíos, que se alegra de haberse enterado por Timoteo, que acababa de regresar de su reciente viaje allí, de que la Iglesia permaneció firme a pesar de la persecución.
Encargó a los Tesalonicenses que leyeran su carta a "todos los san tos hermanos". Lo que necesitan hacer ahora, les explica tiernamente, es mantener su nueva vida en Cristo en todo sentido, y ser fieles en el matrimonio y equitativos en su trato con los demás, mientras que aguardan "el día del Señor".1 Tesal. 5:2, 27.
Poco después que Pablo envió esta primera carta a los Tesalonicenses les envió otra. Esta segunda epístola destaca los mismos puntos que la primera, pero no tiene el mismo tono tierno. Esta segunda carta trata primordialmente de resolver una controversia que agitaba a los miembros de la iglesia. Aparentemente, algunos de los cristianos locales sentían que la venida del reino de Cristo ya había ocurrido y que, de algún modo, ellos se la habían perdido. Pero Pablo les asegura que eso no es así.
La próxima parte de "El poder reformador de las Escrituras" aparecerá en el número de noviembre de El Heraldo de la Ciencia Cristiana.
