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“Gracias a Dios por su don inefable”

Del número de diciembre de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tuvimos Una Conversacion de lo más interesante una noche durante la cena. Eramos seis personas. Se acercaba la Navidad, y uno de los temas principales que tocamos se relacionaba con los niños y los efectos que tiene la publicidad en la televisión sobre su concepto de la época de Navidad y lo que esperan de ella, especialmente en lo que se refiere a los regalos.

Una de las participantes habló de su experiencia como directora de escuela. A través de los años, había visto cómo se había tergiversado la imagen de la Navidad que tenían los niños cuyos padres no supervisaban lo que aquellos miraban en la televisión. La publicidad les había inculcado la creencia de que la Navidad se centra en los regalos materiales que reciben, ¡cuánto más caros, mejor! Agregó que los niños pueden quedarse con la impresión de que a menos que reciban ciertas “cosas”, estarán en peores condiciones que sus amigos. A menos que reciban lo que las propagandas dicen que deben tener, la Navidad puede ser una experiencia decepcionante para ellos.

¿Qué tiene que ver esa manipulación del pensamiento del niño respecto a los regalos de Navidad con el verdadero mensaje de la Navidad? Nada, porque la Navidad es exactamente lo opuesto. No tiene nada que ver con la manipulación del pensamiento concentrado en la materia, que lleva a la insatisfacción. La historia del niño de Belén señala la belleza y la sencillez de la manera en que el Cristo, el poder puro de la Verdad en acción, nos trae regalos de curación y libertad a cada uno de nosotros. La muy amada historia de Navidad nos habla de la constante disponibilidad del Cristo, el poder viviente del Principio que amanece en la consciencia humana.

Una vez le obsequiaron a Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), un ejemplar de la Biblia traducida al alemán por Martín Lutero, impresa en Nuremberg en 1733. Ella respondió diciendo: “Este Libro de libros es también el obsequio de obsequios...”,The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 295. indicando cómo la Biblia nos enriquece a cada uno de nosotros porque nos hace comprender y demostrar lo que realmente somos como hijos e hijas de Dios. ¿No es esto lo que hacen todos los regalos o dones espirituales?

El primer “regalo” o “don” que se menciona en la Biblia es la luz: “Sea la luz”. Gén. 1:3. Esta luz es la iluminación del Amor divino, en la que vemos la perfección de la creación de Dios. En ese mismo capítulo del Génesis, se nos dice que Dios le dio al hombre dominio, un obsequio sin precedentes que se obtiene al pensar y actuar de manera semejante al Cristo.

Cristo Jesús vivió para bendecir a la humanidad. Dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6. Jesús es nuestro Mostrador del camino. Su obsequio es la guía espiritual que está continuamente con nosotros a través de sus palabras y obras. Seguir su ejemplo es como utilizar una brújula en un viaje. Nos permite mantenernos en el camino correcto y llevar una vida llena de las bendiciones que Jesús reveló.

Para disfrutar de este obsequio, es necesario permanecer en el camino correcto. Si uno tuviera una brújula para ayudarlo a encontrar el camino en una larga caminata por una zona desértica, ¿llevaría un magneto en el bolsillo? No, desviaría la brújula e impediría que indicara el curso verdadero. El magnetismo animal, el término que la Sra. Eddy usa para describir el error, o mal, desvía y distorsiona. Consideremos ese término nuevamente: magnetismo animal. Si se lo permitimos, nos desvía para que no sigamos a nuestro Mostrador del camino. La crítica destructiva, los celos o la envidia están entre los elementos de la mente carnal que tendrían este efecto si se lo permitiéramos. Esto se aplicaría a todos los aspectos de buscar y seguir “el camino”, ya sea en nuestros hogares, nuestros trabajos, nuestras relaciones o nuestras iglesias. Esos magnetos nos robarían el obsequio de la guía espiritual del Cristo, un obsequio de Navidad verdaderamente sustancial.

La curación espiritual es un don que fluye naturalmente de la Ciencia del Cristo en acción. Mi esposa comprobó esto un día de Navidad hace unos años. Había estado cortando papas con un cuchillo afilado. Estaba sosteniendo con una mano el cuchillo con la punta hacia arriba. Al tratar de tomar un utensilio de cocina que estaba sobre la mesa, bajó el otro brazo con fuerza hacia la punta del cuchillo, el que penetró profundamente hasta el hueso. Ella inmediatamente recurrió a Dios en oración, reconociendo la presencia del Cristo sanador que estaba allí mismo con ella. Este era por cierto el mensaje de Navidad para ella. El Cristo está disponible instantáneamente mediante el amor de Dios.

La hemorragia cesó inmediatamente, y pudo usar ese brazo con libertad al continuar preparando la cena de Navidad y servirla con gozo. Esta curación fue sin lugar a dudas el mejor regalo que recibió la familia ese día. La curación fue completa y no tuvo efectos secundarios.

En cierto sentido, puede decirse que esto ilustra la parábola de Jesús de los talentos. Véase Mateo 25:14–28. El Maestro nos cuenta que cuando un hombre se fue de la ciudad, le dio a dos siervos cinco y dos talentos respectivamente, y a un tercer siervo uno solo. Cuando regresó, los dos primeros siervos le entregaron diez y cuatro talentos, pero el tercero le devolvió el mismo talento que había recibido. Hablando de los dones de Dios, la Sra. Eddy escribe: “Tenemos que aprovechar los talentos que El nos da”.Ciencia y Salud, pág. 6. Necesitamos usar el talento de la curación espiritual. Tal curación es el resultado inevitable del reconocimiento de la tierna, y al mismo tiempo, poderosa presencia del Cristo.

Los dones que Dios nos da son permanentes, porque son siempre espirituales. Leemos en el libro de Santiago: “Toda buena dádiva, y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Sant. 1:17. El Maestro dijo una vez: “La paz os dejo, mi paz os doy”. Juan 14:27. Y Pablo dijo a los cristianos en Roma: “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Rom. 6:23. La curación espiritual; la paz que nos viene por medio del Cristo; la vida eterna, ¡no puede haber dádivas más maravillosas!

En una oportunidad, cuando un gran número de seguidores de la Sra. Eddy fueron a la ciudad de Concord, en el estado de New Hampshire, donde ella vivía en una hermosa casa que se llamaba “Pleasant View” (Bella Vista), ella habló desde un balcón a la multitud que se había congregado afuera. Les dio a todos un obsequio en esa ocasión, y fue un pasaje de las Escrituras. Según lo indicó, ya les pertenecía a los oyentes.Véase Miscellany, pág. 170. Este obsequio también nos pertenece a nosotros en la actualidad, y está completamente envuelto en amor y constancia. Parte del pasaje, tomado del Salmo 37, dice: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”.

En el libro Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce años con Mary Baker Eddy), el autor de esa biografía, que formó parte del personal de su casa, cuenta que ella dijo: “Preferiría tener demostraciones realizadas por mis alumnos al sanar enfermos que tener todos los obsequios sobre la tierra. Estos son los obsequios que quiero: vuestro propio crecimiento espiritual, vuestras propias demostraciones”. Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 165.

La Sra. Eddy nos dio los medios para encontrar curación espiritual, paz, armonía y buena voluntad por medio de su libro Ciencia y Salud. Este es su regalo para toda la humanidad: lo que presenta al Consolador prometido por nuestro Maestro. Cada vez que abrimos Ciencia y Salud encontramos evidencia de los obsequios que derrama el Amor, a saber, alegría, libertad, armonía, paz, el camino a la salvación.

Regalar Ciencia y Salud a un amigo es obsequiarle algo que puede abrir una y otra vez. Cada vez que lo leemos, encontramos una profusión de dones espirituales. En el capítulo titulado “Los frutos de la Ciencia Cristiana” hay un testimonio de un hombre que sanó de muchos y distintos problemas, incluso de catarros y dolor de garganta, de los que había padecido por más de treinta años. Y durante los últimos cinco de esos años, también había sufrido de dispepsia y bronquitis. Fue sanado en aproximadamente seis semanas mediante su estudio de Ciencia y Salud. El escribe: “Sí, esta buena dádiva, este don perfecto, me vino por el cuidadoso y devoto estudio de la Ciencia Cristiana, tal como es revelada al mundo hoy en día por medio del libro Ciencia y Salud”.Ciencia y Salud, págs. 634–635.

En esa conversación durante la cena que compartí con otras cinco personas, se expresó una enorme gratitud por la Biblia y Ciencia y Salud, y por la forma en que estos dos libros (designados por la Sra. Eddy como el Pastor de la Iglesia de Cristo, Científico) nos muestran el verdadero significado de la Navidad y de lo que se obsequia en esa época.

La Navidad es el amanecer del Cristo en la consciencia. Todos los días son Navidad. “Gracias a Dios por su don inefable”. 2 Cor. 9:15.

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