Dios nos ama tanto que envió a Su amado Hijo para consolarnos y para mostrarnos el camino que nos lleva del pecado y el sufrimiento hacia la vida eterna. El nombre de Su Hijo fue Cristo Jesús. Jesús fue hijo de una virgen que se llamaba María. Cristo es su título divino que señala su origen espiritual en Dios. Se puede leer sobre la natividad, o nacimiento, de Cristo Jesús en la Biblia, en los Evangelios según Mateo y Lucas.
María estaba desposada con un hombre llamado José, cuando un ángel le dijo que tendría este niño. Ella amaba mucho a Dios y sabía que El la cuidaría y la bendeciría, y así aceptó de buen grado la idea de tener el niño.
En ese entonces el emperador romano César Augusto declaró que todas las personas del país tendrían que pagar un impuesto. María y José, con quien se había casado, viajaron desde su hogar en Galilea hasta Belén para pagar sus impuestos. Por este motivo, muchas otras personas habían viajado hasta allí también. Eran tantas que todas las posadas estaban llenas y, por eso, José y María tuvieron que quedarse en un establo. Esa noche María dio a luz al niño, y le hizo una cunita con las pajas del pesebre. Véase Lucas 2:1–7.
Esa noche en el campo alrededor de Belén, había pastores cuidando sus rebaños, y la alegría de Dios les fue revelada por medio de una luz muy brillante que en un principio los asustó. Pero un ángel de Dios les dio las buenas nuevas: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Lucas 2:10, 11. También les dijo en donde podrían encontrar al niño. De pronto ¡vieron una nueva visión! Muchos ángeles los rodeaban cantando: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:14.
Entonces los pastores corrieron hasta Belén para ver lo que Dios les había prometido, y encontraron al bebé acostado en el pesebre. Cuando lo vieron, no pudieron contenerse y contaron a todo el mundo la maravillosa noticia que Dios les había revelado.
También algunos reyes magos habían venido desde el oriente buscando al niño. Véase Mateo 2:1–11. Habían seguido la luz de una estrella que brillaba sobre el establo. Cuando encontraron el lugar en donde estaba el niño, lo honraron, sabiendo que algo maravilloso había venido al mundo.
Aun antes de que Cristo Jesús hubiera pronunciado una sola palabra, su presencia había sido reconocida por aquellos que estaban alertas, tal como los pastores y los reyes magos, quienes habían estado atentos a las señales de Dios que anunciaban su llegada: los ángeles, la estrella brillante, las antiguas profecías. Los que dormían o estaban preocupados con los asuntos del momento, no se dieron cuenta en lo más mínimo del prodigio. ¿Estás tú ahora despierto para recibir al Cristo?
La Ciencia Cristiana nos enseña que Dios, el bien, está siempre con nosotros. Al volvernos a Dios a cada momento logramos ver más plenamente la eterna perfección del hombre como hijo de Dios. Esto fue lo que Cristo Jesús nos mostró; y no es necesario que esperemos hasta la Navidad para honrar al niño de Belén. Podemos hacer esto en cualquier momento. En su libro Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy dice: “Estando el hombre real unido a su Hacedor por medio de la Ciencia, los mortales sólo tienen que apartarse del pecado y perder de vista la entidad mortal, para encontrar al Cristo, al hombre verdadero y su relación con Dios, y para reconocer la filiación divina”.Ciencia y Salud, pág. 316.
Hoy no podemos ir hasta el pesebre como hicieron los pastores, pero todavía podemos encontrar la evidencia de la llegada de Cristo Jesús, el Mostrador del camino. El Cristo, la idea divina de Dios se encuentra en las enseñanzas de Jesús y por medio de sus obras sanadoras. Cuando escuchas los pensamientos de Dios, y amas con generosidad, eres testigo del Cristo que Jesús vivió. Demos gracias por la gozosa noticia de que Dios está siempre con nosotros, y ¡aceptemos el poder sanador del Cristo en nuestro corazón!
La Navidad es una época especial para apreciar el gran obsequio que nuestro Padre-Madre nos ha dado: Su Hijo. La Sra. Eddy les pide a los estudiantes de la Ciencia Cristiana que recuerden la natividad o nacimiento de Jesús (véase Escritos Misceláneos, pág. 374). En esta época navideña podemos tomar la resolución — y renovarla a diario — de aceptar en nuestro corazón el nacimiento de Cristo Jesús y de seguirlo.