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Revelación

Del número de diciembre de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


No ha sido éste un tiempo de partir
ni de apenarse,
ambos sabemos que el Amor
nos exigió avanzar más allá
de los caminos de antaño
hace tiempo establecidos.
Ambos sabemos que la Vida
tan gratamente vivida,
la Mente que guía nuestro afecto,
nunca deja de expresarse.

Hay una parte de ti que apenas conozco yo,
una parte de mí que apenas has visto tú,
tan densa es la pantalla del sentido mortal,
que el nosotros, reflejo fiel de Dios, a menudo
parece perdido en el espejismo de lo material,
pero aún así bien conocido por nuestro Padre;
Su eterna semejanza permanece
invariable e intacta.

Disipada la niebla del pensamiento mortal
hasta la realidad revelar,
vislumbramos este hecho,
percibido en actos que mostraron
generosidad y paciencia,
en el afecto familiar,
los niños en nuestro hogar,
la aventura de vivir,
la alegría de la risa,
y la unidad en la oración
cuando la firme confianza prevaleció
y venció todo dolor.

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