Cuando Era Niño, en una ocasión en que estaba jugando fútbol americano con un grupo de amigos, me empujaron contra un matorral mientras corría por el costado de la cancha. Una varilla puntiaguda me atravesó un ojo causándome una herida cerca de la cuenca del ojo. Durante esta experiencia me decían una y otra vez que era muy afortunado de poder ver todavía.
Sin embargo, a partir de ese momento he conocido una visión más perfecta que se podría describir como la comprensión espiritual de Dios. Esta comprensión me ha ayudado a percibir la presencia y el amor que Dios siente por el hombre. Me ha liberado considerablemente de la creencia de que la salud es algo incierto, poco seguro. Como consecuencia de esto, me ha demostrado que la práctica de la curación espiritual, basada en un sentido claro de que Dios es el Amor todopoderoso e infinito, y que el hombre es la imagen perfecta y espiritual de Dios, es permanente y eficaz.
El poder del Amor infinito era lo que caracterizaba todas las obras de Jesús, y es lo que da a los cristianos de hoy la verdadera capacidad para sanar. Este poder regenera nuestra vida y purifica el pensamiento por medio de la influencia transformadora del Cristo que sana y salva. Con exactitud científica, cuanto más espiritual se vuelva nuestro pensamiento, menos material y limitado será nuestro modo de ver el mundo que nos rodea. Esta purificación nos permite demostrar la realidad perfecta e impecable de Dios. Nos permite obtener curación, la perfección que nos pertenece por ser reflejos de Dios.
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