Cada Diez Años, el gobierno de mi país hace un censo para determinar el número de sus habitantes. En cada casa se entrega un formulario con preguntas y, una vez lleno, pasan a recogerlo.
El año pasado, cuando el empleado pasó a recoger el formulario, se sorprendió al leer que en el espacio donde yo debía describir el tipo de actividad que realizo, yo había escrito “curación espiritual”. Entonces me preguntó: “¿Qué hacen ustedes?” Se lo expliqué brevemente y después que se marchó, me quedé pensando largamente en la pregunta que me había hecho. Comencé a darme cuenta de lo difícil que debe resultar para la gente que tal vez nunca estudió la Biblia y tiene un escaso entendimiento acerca de Dios, comprender en qué consiste la curación espiritual, la curación cristiana.
La palabra espiritual para muchos parece abstracta, pero es la que describe con propiedad el modo natural de pensar y de sentir que reconoce la presencia de Dios en nuestra vida, no como una deidad antropomórfica, algunas veces bondadosa y otras cruel, sino como el único Dios que es Amor divino, el Espíritu puro. El término espiritual indica también nuestro verdadero ser de acuerdo con lo que dice la Biblia, cuando describe que el hombre es la imagen y semejanza de Dios y que posee dominio.
La percepción de esta verdad espiritual acerca del hombre debe de haber sido un factor fundamental en la labor sanadora, sin precedentes, que realizó Cristo Jesús, quien es obvio que vio más allá del cuadro de un hombre mortal pecador o enfermo. Jesús esperaba que sus discípulos también sanaran. El dijo a sus seguidores de todos los tiempos: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”. Juan 14:12.
Ciertamente la Sra. Eddy tuvo pruebas de esto. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, ella relata que sanó a las personas de diferentes tipos de enfermedades comunes en esa época, entre las que figuran tuberculosis y dispepsia. Previamente la Sra. Eddy había sanado de los efectos de un grave accidente leyendo en la Biblia el relato de una de las curaciones que llevó a cabo Cristo Jesús, lo que le permitió obtener una nueva y profunda perspectiva de la existencia espiritual. Después de hacer un estudio minucioso de la Biblia, ella compartió la Ciencia en la que se basaban las extraordinarias curaciones de Jesús.
La Ciencia Cristiana indica que es necesario alcanzar una dimensión de pensamiento más espiritual que reconozca la omnipotencia de Dios y nuestra propia y verdadera naturaleza por ser Su imagen. ¿Qué es lo que produce este cambio en el pensamiento? La respuesta se define, esencialmente, en una sola palabra: oración. No se trata de una oración que pide cosas, sino la oración que nos revela un sentido diferente respecto al amor que Dios tiene por Su creación espiritual, que está gobernada por leyes espirituales y no por circunstancias materiales. Estas leyes espirituales pueden ser puestas en práctica en todo momento y en todo lugar por todo aquel que se esfuerza por seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús y acepta la autoridad de la instrucción que impartió a sus discípulos: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios”. Mateo 10:8.
La Sra. Eddy describe la tarea de curación, que ella desarrolló sólo por medio de la oración, de la siguiente manera: “.. . Cuando más claramente he percibido y más vivamente he sentido que el infinito no reconoce enfermedad alguna, esto no me ha separado de Dios, sino que me ha unido de tal manera a El que me capacitó para sanar instantáneamente un cáncer cuya corrosión había avanzado hasta la vena yugular”. Y agrega: “En este mismo estado espiritual, he podido ajustar desarticulaciones y devolver instantáneamente la salud a los moribundos”.Unidad del bien, pág. 7.
La preparación que capacita para sanar de esta manera no implica una mera instrucción académica; requiere que se cultive la espiritualidad. Incluye un deseo sincero de sentir esa proximidad a Dios que trae confianza y la expectativa de sanar.
Una estudiante de la Ciencia Cristiana estaba muy interesada en este punto. Ella había experimentado y presenciado curaciones, pero lo que ella realmente deseaba era probar la inmediata eficacia de lo que ella llamaba “oración sin palabras”, la sensación de tener una verdadera comunicación con Dios.
Ella percibió que debía aceptar que la ley de Dios gobernaba cada uno de sus actos, en realidad, toda su vida. También comprendió que la presencia de Dios estaba siempre con ella, excluyendo la presencia o el poder de cualquier otra circunstancia carente de armonía. Y vio claramente que para poder demostrarlo ante cualquier problema, no era necesario someter su pensamiento a un largo y complicado proceso.
Un día, mientras subía una escalera muy angosta de una antigua posada, se cayó, golpeándose la cabeza contra una puerta de madera maciza y se torció la cadera. En el primer momento se desmayó y cuando recuperó el conocimiento, estaba muy mareada.
Ella describe la experiencia de la siguiente manera: “Mi esposo acudió corriendo. Yo le dije: 'Déjame, por favor'. Luego de uno o dos minutos, me levanté. Tenía un chichón en la cabeza, otro en una rodilla, otro en un codo, y me dolían el pie y la cadera. Unos minutos después, el dolor desapareció, al igual que los chichones. Mi esposo y yo hacíamos bromas acerca de la abolladura que le había hecho a la puerta de madera. El decía: '¡Mira como estás ahora! No puedo creer que hace apenas unos minutos estabas caída en el piso, sin sentido’. Posteriormente no me quedó ningún moretón”.
Ella comentó que mientras estaba cayendo, su pensamiento se elevó rápidamente y sin palabras hacia el poder que la había sostenido durante tantos años, hacia su Padre-Madre Dios, a quien ella amaba con todo su corazón. No llegó a su mente ninguna palabra en particular, sino la sensación de que un grandioso poder la protegía mientras duró la experiencia. Ella sintió que lo ocurrido era un hito importante en su comprensión y práctica de la curación espiritual. Había sentido la amorosa presencia de Dios a lo largo de la experiencia en respuesta a su silencioso reconocimiento de la habilidad de Dios para liberar y sanar.
Esta es la clase de cosas que hace la gente cuando practica la curación espiritual, la genuina curación cristiana.
