Ya Es Hora de que exprese por escrito mi gratitud por las maravillosas bendiciones que mi familia y yo hemos recibido a través del estudio de la Ciencia Cristiana; por la instrucción en clase y por haber asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Hace varios años comencé a salir con un joven con quien yo pensaba que con el tiempo me casaría. Para mí esto parecía el cumplimiento de mi deseo de casarme y tener una familia.
A pesar de nuestras diferencias religiosas, teníamos mucho en común y había mucho afecto entre nosotros. Pero después de dos años fue evidente que él no tenía intención alguna de casarse conmigo. Aun así fue muy difícil terminar nuestra relación. Sentía verdaderamente que si terminábamos, yo perdería mi oportunidad de ser feliz y de tener mi propia familia. Pensaba que solo era cuestión de ser paciente, y que con el tiempo este hombre comprendería que deseaba casarse. Fue una época difícil, llena de altibajos emocionales. Continuamos en esta situación por unos años más, incapaces de tomar una decisión sobre lo que debíamos finalmente hacer.
Durante esa época mi amor y dedicación al estudio de la Ciencia Cristiana comenzó a enfriarse. Sentía que podía enfrentar la situación por mi propia cuenta, sin la ayuda de Dios. Francamente lo que yo temía era el rumbo que la Mente divina podría señalarme, porque sabía en mi corazón que esa relación no era correcta. Esto me hacía sentir muy insegura.
Un día me di cuenta de que la relación realmente me estaba agobiando. Había perdido todo el gozo y la alegría. Además, empezaron a aparecer verrugas en mis manos. Me sentí totalmente frustrada. Decidí que era hora de llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara a orar sobre la situación. Después de contarle mi situación, hablamos sobre la palabra ángeles que se encuentra definida en el libro Ciencia y Salud de la siguiente forma: “Pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, de la pureza y de la inmortalidad, que contrarresta todo mal, toda sensualidad y toda mortalidad”. Comencé a percibir que los pensamientos de Dios eran verdaderamente mis compañeros. Yo estaba incluida en el Amor divino, dirigida por la Mente divina, y completamente gobernada por el Alma divina, que son los sinónimos de Dios en la Ciencia Cristiana. El practicista además me recordó otra declaración que aparece en el mismo libro que dice así: “El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones”.
En los meses siguientes me sumergí en el estudio de la Ciencia Cristiana. Nuevamente comencé a enseñar activamente en la Escuela Dominical, lo que fue un desafío metafísico y fortalecedor. Me convencí absolutamente de mi totalidad e identidad espirituales como hija del único Padre-Madre Dios. Pronto mi primera meta fue mantener diariamente este claro entendimiento.
Fue evidente para mí que la relación con este hombre ya no me interesaba. Pude terminarla sin tristeza, dolor ni arrepentimiento.
¡No puedo decir que mi vida social floreció inmediatamente! En los próximos dos años salí con varios interesados. También pasé sola muchos sábados por la noche; pero nunca sentí soledad, ni me sentí incompleta, ni tampoco anduve en busca de pareja.
Entonces me presentaron a un caballero que vivía en otra ciudad. El tenía dos hijos maravillosos y al igual que yo estaba totalmente comprometido con la Ciencia Cristiana. (Al mismo tiempo que yo estaba orando por tener un mejor entendimiento de la totalidad espiritual, él también oraba a 900 millas de distancia.) Desde entonces, nos hemos casado y tenemos una relación alegre y amorosa. Compartimos muchos intereses comunes.
Poco después de conocerlo pude darme cuenta de que las verrugas habían desaparecido.
Estoy agradecida en gran manera por el crecimiento espiritual que he logrado a través de esta experiencia. Aprendí que no tenemos que sacrificar nuestras convicciones, aspiraciones, o alegrías cuando confiamos totalmente en que Dios dirige nuestra vida.
Woodstock, Georgia, E.U.A.
