¡Verano! Jugabamos Descalzos todo el día al aire libre. Teníamos campo abierto, bosques y esteros con caminitos de tierra húmeda suavemente formados por las pisadas de nuestros pequeños pies. El sol se filtraba por entre la copa de los árboles.
Pero hay algo más que recuerdo de estos veranos llenos de libertad y alegría: nuestra guía de campo. Vivíamos en un clima húmedo y caliente conocido por sus serpientes, por lo cual era importante que aprendiéramos a diferenciarlas distinguiendo las inofensivas de las venenosas.
Nuestros padres exigían que cuando fuéramos al bosque siempre lleváramos lo que nosotros llamábamos “nuestro libro de serpientes”. Si nos encontrábamos con una que no conocíamos, a una distancia prudencial consultábamos nuestra guía y buscábamos el dibujo y la descripción de esa serpiente. La mayoría de las serpientes que encontrábamos no eran peligrosas, ni venenosas, pero cuando nos encontrábamos con alguna que lo era, sabíamos que debíamos alejarnos de ella y buscar otro camino, no volviendo a pasar por esa área en todo el día. Durante muchos veranos pudimos jugar en esos bosques sin ningún peligro gracias a nuestra guía de campo.
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