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Escribo Este Testimonio...

Del número de marzo de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Escribo Este Testimonio con profunda gratitud por las bendiciones que han transformado mi vida. Estas bendiciones fueron el resultado de utilizar las verdades que enseña la Ciencia Cristiana.

En mayo de 1986 una catástrofe abatió nuestro hogar con la fuerza de un huracán. Mi esposo fue despedido de su trabajo. Debido a que otros empleados de su departamento estaban involucrados en un gran escándalo, todos los bienes personales de nuestra familia fueron congelados y poco después confiscados por el estado. Mi esposo tuvo que hacer frente a tres casos en la corte y toda la familia tuvo que hacer frente a exagerados informes por parte de la prensa poco después, en 1987, mi querido esposo falleció después de una corta enfermedad.

Yo caí en una desolación mental, y me ví sumergida en gran temor. Pesar, autocompasión, depresión, dolor, congoja y reproche traumatizaban mis pensamientos y emociones; pero estas palabras de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana me dieron algo en que apoyarme:

Valor, oh santos, no temáis,
Las nubes traerán
Benditas lluvias del Amor
A todo vuestro hogar.
A toda hora brotará
Divino plan de amor;
Aunque el capullo amargo es,
Muy dulce es la flor.

Además, me apoyé en la fortaleza que había obtenido de curaciones pasadas que se convirtieron en pilar y consuelo a través de esta prueba de fuego.

Una ventaja que yo reconocía y valoraba en medio de mi pérdida, era la gratitud por el amor que fluía de Científicos Cristianos y otras amistades. Este amor fue tan grande y poderoso que borró mi pesar. Mensajes inspiradores, flores, comida, dinero y apoyo espiritual me rodearon a mí y a mi familia. Las personas del municipio donde vivíamos nunca habían visto nada semejante: miembros de iglesias filiales de la Ciencia Cristiana de raza blanca se mezclaban socialmente con dolientes de la raza negra, ayudando a cocinar, lavando platos y sirviendo a invitados de todas las razas en un hogar de gente de color situado en un municipio de gente de color. Esto fue un gran paso de progreso para los sudafricanos, y se expresó mucho aprecio hacia una iglesia que ayudó abiertamente en una situación personal. Yo me sentía rodeada por este amor en acción.

Recogí lo que quedaba de mi vida y me preparé para la nueva tarea que, e esperaba: hacer frente a mi nueva situación. Mi vicisitud vino a ser el punto de partida para establecer mi nueva función. Escogí cambiar y ser desposada con el único novio espiritual, el Cristo. Todos los días me levantaba a las tres de la mañana para investigar y estudiar profundamente la Biblia y los libros de Mary Baker Eddy, usando libros de referencia como concordancias, diccionarios y comentarios de la Biblia. Cuando me sentía tentada a creer que había carencia — falta de un compañero, sostén de familia, amigo y esposo — estas palabras de Isaías se convertían en mi fuente de ayuda: “No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor”.

Mateo recuenta estas palabras de Jesús: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno“. Mientras yo reflexionaba sobre este versículo, mi temor de que el estado tenía intenciones de quitarnos todas nuestras posesiones materiales, desapareció. Me deshice de toda ansiedad que tuviera sobre nuestras posesiones materiales. Pude vislumbrar que mi verdadero ser era intocable y ésta era la herencia más importante que poseía.

El estado demandó el pago de una gran suma de dinero, mientras yo estaba considerablemente corta de fondos. Con todas las posesiones congeladas, parecía imposible hacer frente a este pago; pero mi situación financiera, que parecía ser un desierto, me hizo escudriñar y orar para alcanzar un entendimiento más alto de lo que era la verdadera provisión. Tuve que examinar profundamente y con mayor discernimiento espiritual para reconocer que la humildad, el amor, perdón, el gozo, la puntualidad y la paciencia son nuestros bienes permanentes.

Estas palabras de un himno fueron tan adecuadas que quitaron cualquier duda que yo tuviera:

No temas, contigo Yo siempre estaré,
Pues Yo soy tu Dios y valor te daré;
En Mí hallas fuerza, ayuda, sostén,
Mi mano prodiga la dicha y el bien.

Y si duras pruebas te hacen padecer,
Mediante Mi gracia las has de vencer,
No daña la llama, crisol ideal,
Consume la escoria, refina el metal.

La educación de mis hijos no se interrumpió. Pude conseguir becas para dos de mis hijas que estaban en colegios privados. Mi otra hija, que estaba en una universidad en los Estados Unidos de América, obtuvo ayuda financiera para los dos dos años que le faltaban para obtener su título. Pudimos pagarle al estado. Los tres casos legales fueron resueltos fuera de la corte, y el estado acordó en hacerse cargo de los gastos legales que eran una cantidad considerable de dinero. En el acuerdo final, recobramos todos los bienes que habían pertenecido a nuestra familia. Pero eso no fue todo. De esta experiencia, que parecía como un huracán, surgió una dedicación más profunda a Dios por medio de la Ciencia Cristiana y un modo de hacer de esta dedicación mi completa ocupación.

Han pasado tres años y medio, y aún hay personas en mi comunidad que me detienen en la calle para felicitarme por no haber tratado de escapar por medio del alcohol, las drogas o el suicidio. Algunos de ellos que sabían lo que pensaba de la oración, honran a Dios por mi victoria.

Mi gratitud no conoce límites. Como nuestra Guía, la Sra. Eddy, dice en Ciencia y Salud: “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”, y en Escritos Misceláneos: “En medio de las tinieblas emerge la gloria de nuestro Señor, y Su Amor divino se encuentra en la aflicción. Cuando un sentido falso sufre, surge el sentido verdadero y aparece el novio. Entonces nos desposamos con afecto e ideal más puros y elevados”.


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