Desde Que Tenía siete años, estuve en busca de la verdad que me llevó a examinar varias denominaciones cristianas. Comprendía las enseñanzas de cada una de ellas, pero me era imposible aceptar ninguna de ellas totalmente; por lo cual empecé a investigar otras religiones, también sin resultado.
En mi adolescencia, me di por vencido y recurrí a las drogas y al alcohol en busca de consuelo. En los años que siguieron mi vida se fue cuesta abajo, y tocó fondo un día en que después de tener un accidente automovilístico, cuando manejaba embriagado, perdí mi medio de transporte, mi trabajo, mi casa y hasta los amigos que tenía hasta ese momento.
Aquella tarde recuerdo haber visto la más bella puesta de sol, pero me sentía tan miserable que, con lágrimas en los ojos, dije en voz alta que yo no sabía si existía un Dios o no, pero si era así, yo ahora estaba totalmente en Sus manos. Realmente sin El, mi vida se había transformado en un caos total.
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