Yo Estaba Trabajando en el Ministerio del Gobierno Federal en Lagos cuando un Científico Cristiano me dio a conocer Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy. Fui a comprar el libro a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana cerca de mi trabajo.
Empecé a leer el libro con mucha ansiedad, pero créanme, no pude comprender su mensaje. De hecho, pensé que el libro estaba escrito en un inglés muy modesto, y subrayaba líneas que no tenían sentido para mí. Sin embargo, el capítulo sobre los frutos al final del libro me animó mucho, y confiaba en que el libro podía sanarme también a mí. Tenía problemas físicos que los médicos no podían resolver satisfactoriamente, y estaba decepcionado de la vida.
Después de varios meses de estudio persistente, los pasajes que había subrayado antes empezaron a ser más claros para mí porque había comprendido su significado espiritual. En realidad la verdad es una revelación. Pude ver entonces la belleza del lenguaje en el que fue escrito el libro. Cesaron las pesadillas que me atormentaban, y fui sanado de todos los problemas físicos que me habían afectado por tanto tiempo. Se agudizó mi inteligencia, y esto me ayudó a tratar de alcanzar mis metas académicas.
En una oportunidad, cuando estuvimos en Boston, Massachusetts, E.U.A., a mi esposa le diagnosticaron un embarazo tubárico. Después de más o menos una semana en el hospital, su situación no mejoraba y su médico decidió que la única solución sería una operación; si dilatábamos esto, podría arriesgarse la vida tanto de la madre como la del bebé. Mi esposa no quería operarse. En ese momento le pregunté si quería que llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana, y ella estuvo de acuerdo.
Nos fuimos del hospital y llamé a una practicista que enseguida vino a nuestra casa. Ella nos aseguró que una idea de Dios no puede estar fuera de su lugar. Habló muy brevemente con mi esposa, quien después de algunos minutos se durmió. Cuando mi esposa despertó, estaba completamente sana. Ella no lo podía creer, y admitió que en realidad la Ciencia Cristiana sana; pero confesó que no entendía cómo sana. Le dije que con el tiempo ella entendería.
Cuando llegó el momento del nacimiento, llevé a mi esposa a otro hospital. Mi oración me hizo comprender que Dios no tiene ni un solo elemento del mal, y que Sus ideas espirituales solo pueden ser hermosas. El bebé nació sin ninguna complicación; de hecho, fue el único que nació naturalmente en todo el hospital esa noche, y el médico de mi esposa estuvo muy impresionado. Esto sucedió hace más de veinte años, y el bebé es ya un adulto, enorme de alto, alrededor de 2.10 metros.
En una oportunidad sufrí de dolor de garganta, acompañado de escalofríos y de mucho dolor cuando tragaba. Sané por medio de la oración de un practicista, quien me aseguró que Dios es la sustancia del ser del hombre, y que es incapaz de deterioro o discordancia. Esta fue una declaración científica. Yo sabía que no tenía ninguna cualidad que no derivara de Dios, y que nada inarmónico podía entrar en el Ser totalmente armónico que yo reflejaba. En otras palabras, no tenía una individualidad o ser que estaba separado de El. El practicista me visitó a la noche, y a la mañana siguiente yo estaba completamente sano.
Cuando mi hijo tuvo los mismos síntomas, pude sanarlo al ayudarlo a entender que el hombre es el reflejo de Dios, Su imagen y semejanza. Un rato antes, cuando él estaba en el baño, lo vi que estaba haciendo gestos graciosos delante del espejo, y usé esa oportunidad para ilustrar el significado de reflejo. Le pregunté si su reflejo había podido hacer algo que él no había hecho. El respondió que no. Después le expliqué que de la misma manera, el reflejo de Dios no puede hacer lo que Dios no puede hacer. Allí terminó su dolor de garganta; a la mañana siguiente pudo comer todo lo que quiso.
Mi gratitud es infinita por esta panacea universal llamada Ciencia Cristiana.
Lagos, Nigeria