En diciembre de 1843, cuando Mary Baker Eddy era una joven recién casada, ella y su marido, George Glover, fueron por barco de Nueva Inglaterra a Carolina del Sur para comenzar juntos su vida matrimonial. Las arduas experiencias que esta joven de New Hampshire estaba por enfrentar en un futuro cercano fueron muy importantes en su preparación espiritual para desempeñar la función de Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana.
La embarcación en que viajaba el matrimonio Glover estuvo en las manos de la divina providencia cuando era sacudida peligrosamente por la furia de las olas y los vientos chillaban entre sus mástiles. Una violenta tormenta se había desencadenado justo cuando la embarcación estaba por pasar varios bancos de arena y entrar en el puerto de Charleston, Carolina del Sur. Abajo, en su camarote, los jóvenes recién casados se arrodillaron para orar fervorosamente. El capitán acababa de salir del camarote de ellos. El nunca había visto una tormenta similar y no tenía esperanza de que pudiera salvarse el barco.
La asustada pareja había estado llena de esperanza y expectativa al salir de Nueva Inglaterra el día de Navidad. La madre de la novia les había dado una carta para leer durante el viaje, y para consolar a su flamante esposa George Glover se la leyó durante la tormenta. Incluía este poema. Dice en parte:
Cuando el juicio despierta en salvaje terror,
por todas las preciadas esperanzas del Cielo,
Se benévolo con mi amada hija. Lydia Sigourney, “The Mother’s Injunction”.
Según le contó Mary Baker Eddy a Irving Tomlinson muchos años después: “Cuando terminó la lectura, [George] me dio un beso y me tomó en sus brazos porque parecía que el sólido barco pronto se iba a hundir bajo las olas. En los quince minutos que siguieron ocurrió un fenómeno muy fuera de lo común. La tormenta amainó, las olas se calmaron y el barco pasó los bancos de arena completamente a salvo. El capitán dijo que en toda su larga experiencia jamás había presenciado algo tan maravilloso. Así muchas veces Dios me protegió milagrosamente”. Notas de Irving C. Tomlinson, Departamento de Historia de La Iglesia Madre.
Siete meses más tarde la joven esposa volvió muy triste con su familia en Nueva Inglaterra, viuda y esperando un bebé; George Glover había sido atacado por la fiebre amarilla y había fallecido. Mary recurrió a Dios en oración para que la sustentara durante esta prueba. Unos treinta años después ella escribió en Ciencia y Salud, en el capítulo sobre “El matrimonio”, que la “ruptura de lazos carnales sirve para unir más estrechamente el pensamiento con Dios, porque el Amor sostiene al corazón que lucha”. Mary Baker Glover, Ciencia y Salud (Boston: The Christian Scientist Publishing Company, 1875), pág. 315. La vida humana iba a continuar siendo una lucha para la Sra. Glover durante muchos de los años que siguieron, pero en cada experiencia penosa ella se apoyaba en esa ayuda divina mediante la oración.
Para alcanzar cierta independencia económica de su familia, Mary enseñaba en una de las academias locales cuando se lo permitía su salud. En una ocasión tuvo que retener después de la clase a un niño que persistía en portarse mal. La Sra. Eddy, al escribir sobre este incidente años después, cuenta que lo tomó de la mano y le dijo: “Yo te quiero, pero debo hacerte sufrir por tu mala conducta y su influencia sobre mis alumnos”. El le pidió que lo castigara rápido para poderse ir. Ella le dijo que se arrodillara junto a ella y que oraría por él. El le dijo que eso no serviría de nada. La Sra. Eddy entonces cuenta:
Yo persistí y al final se arrodilló a mi lado; entonces oré. No tardó en empezar a sollozar; se levantó bruscamente, implorándome que lo azotara y lo perdonara. Le contesté: “Los azotes no te harían ningún bien... pero mi oración te ayudará”. Luego abrí la puerta y él desapareció en seguida.
Dos días después vino a verla la madre del niño, y según siguió relatando la Sra. Eddy:
... entre sonrisas y lágrimas me dijo sollozando: “¿Qué le ha hecho a mi Guillermito?... Es otro niño. Oró anoche y leyó la Biblia, algo que jamás logré que hiciera”. Ese año el querido niño se afilió a la Iglesia Congregacional de la que su madre y yo éramos miembros. Documento A11031 de la Historia de la Iglesia.
Los niños siempre tuvieron un lugar muy preciado en el corazón de la Sra. Eddy, y su propio hijo, George, naturalmente tenía el lugar más especial de todos. Cuando iba creciendo y pasó de bebé a ser un niño, la familia de Mary se sintió muy preocupada porque les parecía que criarlo sola era demasiado difícil para Mary, considerando lo delicado de su salud. Más adelante ella escribiría en su libro Retrospección e Introspección: “... me quitaron a mi hijito de unos cuatro años de edad, y lo pusieron bajo la custodia de la ama de casa de nuestra familia... La noche anterior al día en que me quitaron a mi hijo, pasé todas esas negras horas arrodillada a su lado, con la esperanza de hallar una perspectiva de alivio en esta prueba”.Ret., pág. 20. Dos años después de esta separación, aceptó la propuesta matrimonial que le hizo Daniel Patterson, quien le prometió que su hijo volvería a vivir con ella. Se casaron el 21 de junio de 1853. Sin embargo, ser fiel a sus promesas no era uno de los puntos fuertes de su marido. Una vez que se mudaron a su nuevo hogar, no quiso recibir a George en su casa.
Las leyes de la curación se basaban en la Mente divina como el único médico en todos los casos.
En Retrospección e Introspección la Sra. Eddy dice que: “Se consumó un complot” para mantenerla separada de su hijo, y la familia bajo cuyo cuidado fue puesto, muy pronto se trasladó a Minnesota.Ibid. Los detalles del “complot” fueron publicados en el Journal de Mayo de 1983, “An important historical discovery” por Jewel Spangler Smaus. La pérdida de su hijo hizo que se deteriorara la delicada salud de Mary. Tuvo que estar confinada en cama por períodos que duraron meses. A esta altura de su experiencia humana estaba literalmente sola en el desierto — en su apartada casa en los bosques de North Groton, en el estado de New Hampshire — lejos de sus familiares y amigos. Su única compañía humana era una adolescente ciega que servía de ama de llaves. Daniel Patterson a menudo se ausentaba por largos períodos de tiempo porque trabajaba como dentista ambulante. Si bien tenía evidentes flaquezas, ellos se querían y ella lo extrañaba cuando él no estaba en casa. Hasta su negativa a permitir que su hijo viviera con ellos era bien intencionada; él temía que el hacerse cargo de George afectara la salud de ella. Daniel era amable con Mary y trataba de ser considerado con sus necesidades, aunque nunca las entendió realmente. Le prescribía remedios homeopáticos, que la ayudaban por un tiempo, pero su sufrimiento siempre volvía.
Mary conocía esos remedios. El tratamiento homeopático le vino “como un bendito alivio” al final de su adolescencia, aproximadamente en el año 1839. El Dr. Alpheus Morrill, un primo político, la introdujo a esta forma de tratamiento.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 345; véase Norman Beasley, Mary Baker Eddy (New York: Duell, Sloan and Pearce, 1963), pág. 346. Era un sistema para tratar la enfermedad que empleaba muy pequeñas dosis de medicamentos que en cantidades mayores producirían síntomas similares a los que manifestaba la enfermedad; la homeopatía era un método popular en esa época. Desde jovencita se había estado adhiriendo a una u otra de las teorías dietéticas prevalecientes en ese entonces. Desde los últimos años de su adolescencia estudió libros de texto sobre homeopatía, y después de volver de Carolina del Sur no solamente se prescribía sus remedios sino que también empezó a hacerlo para otros.
Un caso muy especial tuvo lugar en el período comprendido entre la época en que quedó viuda y los primeros años de casada con el Dr. Patterson. Años más tarde la Sra. Eddy iba a escribir sobre él en detalle en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Fue el caso de la mujer sanada de hidropesía. Véase Ciencia y Salud, pág. 156. El médico anterior la había desahuciado. Se habían tratado tanto los métodos alopáticos como los homeopáticos, pero nada la había aliviado. Mary tomó el caso y prescribió de acuerdo con lo que sabía de la homeopatía. Pronto se observó una mejoría. A esta altura se enteró que el médico anterior le había estado prescribiendo exactamente el mismo remedio, y se empezó a preocupar porque no quería darle una dosis excesiva. No obstante, la paciente se negó a dejar de tomar la medicina que la había aliviado. Sin decirle a la mujer, la Sra. Glover le dio píldoras sin medicina en lugar de las medicamentadas. Aun así, continuó mejorando hasta que sanó por completo.
Seis décadas después, la Sra. Eddy habló de esa curación diciendo que fue para ella como
... la caída de una manzana; me hizo comprender claramente que la mente gobernaba todo lo relacionado a su recuperación. Siempre oraba para ser librada del pecado, y esperé en Dios orando para que me dirigiera. Beasley, pág. 347.
La Sra. Eddy también le contó a Irving Tomlinson que ésta había sido “la caída de una manzana”, explicándole que era como “la iluminación del entendimiento humano”. Comparó esto con su descubrimiento de la Ciencia Cristiana en 1866, que ella describió como “la revelación de la Mente divina”. Diario de Tomlinson, 9 de septiembre de 1907, Departamento de Historia de la Iglesia.
Dos hechos se le habían aclarado como resultado de esta curación de hidropesía; primero, que el mismo remedio que había sido impotente cuando fue administrado por un médico, fue eficaz cuando ella lo prescribió y administró; segundo, las píldoras sin medicina fueron tan eficaces como las que contenían medicina. Se dio cuenta de que el pensamiento de la paciente y del médico eran los factores determinantes del caso, excluyendo la materia. Después de haber recibido la revelación completa de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy escribió: “El médico tiene que conocerse a sí mismo y entender el estado mental de su paciente... ¡Sace primero la viga de tu propio ojo! ‘Entérate de lo que en tu propia mentalidad es desemejante al ungido’, y échalo fuera; entonces discernirás el error en la mente de tu paciente que hace que su cuerpo esté enfermo, y sacarás ese error y descansarás como la paloma del diluvio”.Escritos Misceláneos, pág. 355. Y así la revelación de la Ciencia Cristiana finalmente la haría dejar atrás los métodos materiales porque comprobó que no tenían ninguna ingerencia en el proceso sanador. Las leyes de la curación se basaban en la Mente divina como el único médico en todos los casos.
Durante los años en que estuvo enferma en North Groton, Mary prometió a Dios que
si El le devolvía la salud, ella se dedicaría el resto de su vida a ayudar a la enferma y sufriente humanidad. Documento L101006, Historia de la Iglesia.
Al recordar esta promesa décadas después, la Sra. Eddy sintió que la misma marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida. Pronto se le dio la oportunidad de empezar a cumplir este voto sagrado. Al poco tiempo de haberse mudado a Rumney, New Hampshire, en marzo de 1860, una madre le llevó su bebé enferma a Mary, quien años más tarde recordó:
La Sra. Smith, de Rumney, New Hampshire, vino a verme con su bebé, cuyos ojos estaban enfermos; eran una masa inflamada y no se podían distinguir ni las pupilas ni el iris. No le di medicamentos a la criatura; la tomé en mis brazos por unos momentos mientras elevaba mis pensamientos a Dios; luego le devolví la bebé sana a su madre. Como expresión de gratitud por esta curación la Sra. Smith le puso el nombre de “Mary” a su hija, y me bordó una enagua. Documento A10402, Historia de la Iglesia.
Elevar su pensamiento a Dios era más natural para Mary que caminar. Desde niña se le había enseñado el importante lugar que ocupa Dios en la vida de todos los días. Ella Lo conocía mediante sus oraciones diarias y ella Lo amaba a El porque “él [la] amó [a ella] primero”. 1 Juan 4:19. También Lo conocía por su lectura de la Biblia, libro que era el guía y constante compañero de su diario vivir. En 1846, el año que ella identifica como el comienzo de su búsqueda para “relacionar todos los efectos físicos con una causa mental”,Ret., pág. 24. ella había escrito un poema sobre las Sagradas Escrituras, expresando su admiración por la comunión de Dios con el hombre a través de las páginas sagradas. Dice en parte:
¡Palabra de Dios!... Oráculo de la maravillosa semejanza de Dios,
Armazón de Su poderoso plan,
Carta de navegar y brújula que guía al peregrino,
Estamos a salvo obedeciendo tu mandato. “The Covenant”, Octubre de 1846.
En efecto la Biblia fue la “carta de navegar y la brújula” que guió a Mary. Ella se había dedicado a leerla durante esos años de soledad (1856–1862), que pasó en cama casi todo el tiempo. En una ocasión en que le preguntaron a Daniel porqué ella no había ido a la iglesia, él respondió: “Se quedó en casa leyendo su Biblia”. Afidavit de F. B. Eastman, Departamento de Historia de la Iglesia. La Sra. Patterson no estaba simplemente leyendo; estaba reflexionando profundamente la Palabra de Dios:
Ya antes, en 1862, empezó a escribir y a distribuir entre sus amistades los resultados de su estudio de las Escrituras, pues la Biblia fue su único maestro...Ciencia y Salud, pág. viii.
Elle se describe a sí misma en ese entonces como “un niño en el recién descubierto mundo del Espíritu”, Ibid. un mundo que iba a pasar el resto de su vida explorando y guiando a otros hacia él. Los que fielmente la siguen al seguir al Cristo, se transforman en sanadores cristianos, practicistas de la Ciencia divina que acercan a sus pacientes a Dios y los alejan de la persona, dejando que lo Divino gobierne lo humano en todos los aspectos de su labor sanadora.
La boca del justo habla sabiduría
y su lengua habla justicia.
La Ley de su Dios está en su corazón;
por tanto, sus pies no resbalarán.
Salmo 37:30,31