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Los himnos de Mary Baker Eddy

Del número de octubre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nota de los Redactores: Cuando estudiamos la Ciencia Cristiana, es natural que deseemos compartir la inspiración que obtenemos. Anhelamos seguir el consejo de Jesús: “Lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas”. Mateo 10:27. Tal inspiración es el resultado de nuestras propias experiencias. Reconocemos que si bien tal inspiración no es definitiva ni “oficial”, eso no la priva de significación. El siguiente artículo es el resultado de una vida rica en la práctica de la Ciencia Cristiana y en la que siempre ha habido un profundo respeto por nuestra Guía, Mary Baker Eddy. Si bien se trata de un artículo más interpretativo que la mayoría de los artículos que publicamos — es un relato de discernimiento e inspiración individuales — sentimos que éste en particular alentaría a otras personas a leer los poemas de la Sra. Eddy y a encontrar ellas mismas, tal como este estudio siempre trae, inspiración y luz. Debe tenerse en cuenta que cuando se tradujeron los himnos al español se tuvo que adaptar la letra a la música, por lo cual, a veces no se usan exactamente las mismas palabras que la Sra. Eddy usó en inglés. Es por esta razón que en este artículo en particular hemos tenido que traducir directamente del inglés algunos versos.

En Un Periodo de treinta y dos años Mary Baker Eddy escribió, entre otros poemas, siete que ahora están incluidos como himnos en el Himnario de la Ciencia Cristiana. Estos himnos, naturalmente, reflejan los desafíos y los triunfos en la vida de la Sra. Eddy. Estudiándolos a lo largo de muchos años, he obtenido cierta percepción al considerarlos en el contexto de la propia experiencia de la Sra. Eddy.

El poema de la Sra. Eddy, “Cristo, mi refugio” (Himno Nos. 253— 257), fue publicado por primera vez en 1868, sólo dos años después de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana y de su notable curación física obtenida sólo por medio de la oración. Después de esta curación, pasó mucho tiempo estudiando la Biblia e intentando pacientemente comprender la base espiritual de las curaciones que Cristo Jesús había realizado. Casi no tenía dinero, ni una casa o compañía estables; sólo contaba con unos pocos amigos que simpatizaban con su revolucionario descubrimiento de las leyes espirituales en que se basaba el método sanador de Jesús. En este contexto, ¿acaso no es natural que el refugio de la Sra. Eddy fuera el Cristo, como lo indica el título de este himno?

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