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La belleza de una vida renovada

Del número de octubre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué Es Lo que mueve a las personas a tener un cuerpo más joven y en mejores condiciones? La moda y las costumbres cambian, pero el deseo de ser más hermoso y sano ha sido siempre una aspiración del ser humano. ¿Cómo podemos encontrar belleza y salud que sean profundos y permanentes, y que no estén sujetos a la edad y a la decadencia?

Podemos ser más hermosos y sanos si conocemos nuestra verdadera identidad que es espiritual. Esta identidad se pone de manifiesto cuando expresamos cualidades espirituales, tales como alegría y amor, que provienen de Dios. Todo reconocemos estas cualidades en una cara, en una expresión o movimiento armonioso. Dichas cualidades embellecen a la persona, la hacen más atractiva. Hacen a los músculos más flexibles y nos permiten mover el cuerpo tan fácilmente como lo haría un niño, sin esfuerzo. La belleza y vitalidad inherentes al hombre expresan al Alma, Dios. Por lo tanto, ellas son cualidades divinas, no condiciones de la materia. A medida que comprendemos la realidad espiritual de que el hombre tiene que ser perfecto porque Dios es perfecto, como lo dice la Biblia, nuestra vida cambiará y expresaremos la belleza de una vida renovada. Mejorará nuestro carácter; seremos más agradables, afectuosos y felices. Confiaremos en Dios, nuestro Padre-Madre, que nos ama tiernamente.

El comprender más del Amor divino nos libera del falso concepto de la existencia material, y comenzamos a renunciar a la creencia de que el sufrimiento y las dificultades son parte de la vida. Gradualmente, percibimos un nuevo sentido de la vida y de la verdadera felicidad. Estas son las promesas de una vida regenerada, una vida que es bella y útil.

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos enseña mucho sobre esta renovación espiritual. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dice en su libro ciencia y Salud: “La belleza es una cosa de la vida, que mora por siempre en la Mente eterna y refleja los encantos de Su bondad en expresión, forma, contorno y color”. Más adelante dice: “La receta para la belleza es tener menos ilusión y más Alma, retirarse de la creencia de dolor o placer en el cuerpo y refugiarse en la inmutable calma y gloriosa libertad de la armonía espiritual”.Ciencia y Salud, págs. 247—248.

Una experiencia me enseñó cómo contemplar la belleza espiritual en medio de apariencias imperfectas y discordantes. Me habían llamado para que atendiera a una mujer desahuciada por los médicos. La encontré abandonada, sólo acompañada por su pequeña hijita. La mujer estaba seriamente lastimada y estaba llena de heridas y dolor. La niña saltaba feliz alrededor de la cama sin darse cuenta de la gravedad en que estaba su madre.

Pregunté a la niña si sabía orar a Dios, y entonces le pedí que pensara que Dios era Espíritu. Yo estaba pensando en lo que Jesús dijo sobre los niños como se encuentra en el Evangelio según Mateo: “Sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 18:10. Después de unos segundos la niña dijo algo que reveló la respuesta a la oración que yo estaba haciendo por su madre. La respuesta vino en una sola palabra: renovación. Para mí esto significó la renovación espiritual que viene cuando empezamos a comprender que somos en realidad espirituales y que nada nos puede separar del amor de Dios. Este cambio en el pensamiento nos da nueva esperanza para el presente y para el futuro. También alivia el dolor del pasado. A medida que yo oraba de esta manera, percibí crecientes signos de que esta renovación se estaba efectuando.

Poco a poco, día tras día, el amor, la alegría y la armonía vencieron la tristeza, el dolor y el desorden. La mujer comenzó a sonreír, su semblante cambió, y las heridas se cerraron. Pronto pude regresar a mi casa, pero dejé en esa casa humilde la Biblia y Ciencia y Salud, que fueron aceptados. Al conocer las verdades espirituales que hay en estos libros, esta familia encontró curación, una renovación de vida y belleza espiritual.

El pensamiento no iluminado con las verdades imperecederas del Espíritu puede presentar sus falsos cuadros, que son como un sueño, una ilusión. Pero si recurrimos a la única Mente, Dios, que gobierna Su creación en armonía, gradualmente despertamos del sueño que vivimos en la materia. Vemos que la realidad se expresa en belleza y salud, la manifestación del Amor divino y su energía espiritual inagotable.

La perfección de Dios y Su creación está por siempre intacta. Lo que Dios, el Espíritu, crea es siempre nuevo. Todo lo que necesitamos es una renovación del pensamiento, una consciencia espiritualizada para poder demostrar esto. La ley divina de la perfección contradice todas las supuestas leyes de la materia.

El hombre hecho a imagen y semejanza del Espíritu es una idea espiritual. No depende de ciclos, períodos de tiempo, ni astros. El hombre espiritual pertenece, no parcialmente, sino exclusiva y eternamente al Espíritu, Dios, y su única atracción es el Espíritu.

Una vida renovada se encuentra en el reflejo activo y consciente del Espíritu. El pensamiento espiritualizado se libera de las creencias materiales, de una alimentación excesiva, de deseos y apetitos falsos. El hombre espiritual, nuestro verdadero ser, reconoce y refleja la pureza del Espíritu en la belleza, salud y alegría del Alma.

La naturaleza de Dios es apacible, y cuando nuestra consciencia está aliada con la espiritualidad, está en paz en la eterna armonía de Dios. Ciencia y Salud dice: “Sintamos la energía divina del Espíritu que nos lleva en vida nueva y no reconoce ningún poder mortal o material capaz de destruir cosa alguna. Regocijémonos de que estamos sometidos a las divinas ‘autoridades que hay’. Tal es la Ciencia verdadera del ser. Cualquier otra teoría de la Vida, o Dios, es engañosa y mitológica”.Ciencia y Salud, pág. 249.

Es bueno que todas las personas busquen y encuentren su verdadera identidad espiritual y perfecta. Este propósito divino será alcanzado en la medida que avancemos espiritualmente, no llevando como un bulto pesado la creencia de edad, pena o dolor. Olvidando lo que queda atrás, comprendemos que el presente es iluminado por la omnipresencia del Espíritu, el Amor, y está lleno de la belleza de la Vida divina. Y esta belleza se puede manifestar en la renovación espiritual que se manifiesta como una eterna primavera.

El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley.

Gálatas 5:22, 23

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