A Traves De muchos años la Ciencia Cristiana me ha bendecido de muchas maneras. Entre tantas bendiciones recibidas puedo incluir el encuentro de un empleo apropiado, la solución de problemas financieros y de relaciones personales difíciles y muchas curaciones físicas.
Una curación que quiero mencionar en particular ocurrió cuando uno de mis hijos era muy pequeñito. Poco después de su nacimiento la médica que lo atendía me dijo que estaba bien respecto a todo, excepto por una cosa; dijo que tenía anquilogrosia. Agregó que esto podía solucionarse con un procedimiento quirúrgico sencillo en el cual se quitaría el exceso de piel debajo de la lengua que impedía el movimiento de ésta. Añadió que si esto no se hacía, el niño no podría hablar con claridad ya que su lengua no se movería apropiadamente.
Le agradecí a la médica por decírmelo, pero no acepté la cirugía diciéndole que prefería sanarlo por medio de la Ciencia Cristiana. Como ella sabía que yo era Científica Cristiana, no dijo nada más al respecto.
Esta información no me alarmó ni me preocupó, ya que yo no la acepté como una verdad acerca de mi hijo. Durante los meses previos al nacimiento, yo había estado orando diligentemente para entender que este niño era la completa y perfecta expresión del ser de Dios. No era una mera persona humana nacida de padres humanos, sino el hijo del único infinito Dios, quien ha creado solo el bien. Había llamado a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara a ver este hecho lo más claramente posible.
También había leído y recibido inspiración del libro Twelve Years with Mary Baker Eddy por Irving C. Tomlinson. En el libro hay un pasaje que describe la temprana experiencia de la Sra. Eddy respecto a la curación. Ella había afirmado que se logra sanar eficazmente al orar con comprensión a Dios. El libro cuenta que ella dijo: "Tal oración establece la unidad del hombre con su Hacedor. Este es el modo de actuar de Dios, quien no conoce nada de la materia.. . 'Vuela como un pájaro a su montaña'.. . vuela directo y rápidamente como una flecha" (págs. 50–51). Dicho de otro modo, cuando uno se enfrenta con una sugestión de enfermedad, uno debería inmediatamente elevar el pensamiento a la verdad del ser, la perfección de Dios y Su expresión, el hombre.
Mi pensamiento entonces se volvió a este pasaje, y sentí que debía elevarme inmediatamente al pináculo de la inspiración, y no aceptar ni por un instante creencia alguna de deformación.
Durante las dos semanas siguientes mantuve mi pensamiento elevado, afirmando que este niño ya estaba en el punto de la perfección espiritual. Cuando el bebé tenía casi dos semanas, al cambiarle los pañales, él estaba vocalizando su desconformidad. Entonces vi que el exceso de piel debajo de la lengua a la que la médica hizo referencia, había cambiado de color. Vi esto como una señal de progreso, pero continué aferrándome firmemente a la verdad. En pocos días este exceso de piel simplemente se disolvió. Me sentí llena de gratitud por esta curación, pero no hice comentarios sobre ella hasta que el niño comenzó a hablar un año después. El hablaba con claridad sin impedimento alguno. Supe entonces que la curación había sido completa.
Muchas otras curaciones han ocurrido en nuestra familia, incluso una curación instantánea de lo que aparentaba ser un brazo fracturado. Mi madre, desahuciada por los médicos, quienes le daban pocos meses de vida, sanó de cáncer.
Estoy extremadamente gozosa por todo lo que la Ciencia Cristiana ha hecho por nosotros; no sabría vivir sin ella.
Pasadena, California, E.U.A.
