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La juventud en los años 90

¿Cuál es la verdadera intimidad?

Del número de marzo de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Menudo Todo comienza cuando empiezas a disfrutar de un modo muy especial de la compañía de una persona del sexo opuesto. Ambos hacen largas caminatas juntos, comparten sus secretos y pequeños momentos de intimidad, y cada uno piensa en el otro casi todo el tiempo, con dulzura y ternura.

Pero poco a poco ambos descubren que salir juntos a pasear, ir al cine y comer rosetas de maíz no es suficiente. Desean compartir sus corazones y quizás aun sus vidas. En una palabra, los dos comprenden que se han enamorado, y que algún día les gustaría casarse. En cierto modo comienzan a sentir que ya están casados.

Sin embargo, el hecho es que todavía no están casados, y hay buenas razones por las cuales ustedes realmente no se pueden casar en este momento. Tal vez los dos sean demasiado jóvenes o no hayan completado sus estudios, o cualquiera sea la causa.

De modo que se les presentan interrogantes importantes como éstos: ¿Cómo podemos demostrar el cariño que sentimos el uno por el otro? ¿Cómo podemos cuidar y cultivar nuestro amor? ¿Puede haber un mayor acercamiento entre los dos si nos unimos físicamente? Y, puesto que estamos pensando seriamente en casarnos más adelante, ¿hace alguna diferencia el que tengamos o no relaciones sexuales antes de contraer matrimonio?

Quizás una manera de contestar estas preguntas sea preguntarse a sí mismos: ¿Qué es lo que los atrajo el uno hacia el otro en primer lugar? ¿Qué es lo que realmente aman de la otra persona? ¿Por qué desean compartir sus vidas?

Para la mayoría de nosotros las respuestas a estas preguntas es algo más profundo de lo que se ve a primera vista, va mucho más allá de lo que los cinco sentidos físicos nos podrían indicar. Mucho más allá del color del cabello, de la altura, del peso, etc. Piensa en lo siguiente: ¿Qué es lo que realmente te interesa de las personas que amas: tu madre o tu padre, por ejemplo, o tu mejor amigo, o la persona con la que deseas casarte? ¿Cómo describirías estas personas a alguien que no las conoce?

Tal vez hablarías de su inteligencia, o de su sentido del humor o de sus talentos. Y quizás mencionarías cosas más profundas también; por ejemplo, cómo estas personas han sido verdaderos amigos para ti. Cómo te apoyaron cuando necesitaste que te apoyaran. O quizás hablarías de cómo estas personas parecen saber siempre qué decirte para que te sientas amado y feliz.

En otras palabras, lo que tú y yo realmente más amamos de la mayoría de las personas no es su físico. Son sus cualidades espirituales, semejantes a Dios, las que atesoramos; todo lo que es bueno en ellos, todo lo que expresa su verdadera naturaleza como hijos e hijas de Dios. Y por supuesto que esto es lo que deberíamos atesorar en nosotros mismos también. Y es el cuidado amoroso que los demás demuestran por nosotros, la calidez y belleza de su amistad la que los hace tan irresistiblemente atractivos. Mary Baker Eddy capta lo que la mayoría de nosotros siente por nuestros seres queridos de esta manera: "Uno se maravilla de que un amigo pueda parecer menos que bello".Ciencia y Salud, pág. 248.

De modo que si estamos teniendo relaciones íntimas con un amigo o una amiga — y especialmente si estamos enamorados de él o ella — en un plano totalmente físico, ¿acaso no estamos pasando por alto lo que realmente amamos de esa persona? ¿Acaso no estamos dejando de comprometernos con las cualidades divinas, ésas que nos atrajeron hacia esa persona en primer lugar? ¿Y no sería probable también que nos obsesionemos a tal punto con el aspecto físico de la otra persona, que perdamos la esencia espiritual que en definitiva es lo que nos mantiene unidos? El aspecto material incluso puede ahogar la parte espiritual — la verdadera vida e inspiración — de toda nuestra relación amorosa. Mientras que los preceptos bíblicos que nos enseñan cómo demostrar la bondad de Dios en nuestro trato mutuo, y la luz que la Ciencia Cristiana arroja sobre estos preceptos, nos ayudan a percibir la justicia, la naturalidad — y la seguridad — que se manifiestan al establecer nuestra relación sobre una base espiritual y pura, y al esperar contraer matrimonio para llevar a cabo las manifestaciones más íntimas de nuestro amor.

Cuando se considera a fondo este tema, nos preguntamos: ¿Cuál es la verdadera intimidad? La mayoría de los diccionarios dicen que es la comunicación llevada al nivel más sincero y profundo. Es un "cariño mutuo" que conmueve "lo más íntimo del verdadero ser".Webster's Third New International Dictionary. Sin embargo, la mayoría de nosotros tendría que decir que las relaciones sexuales, por sí solas, en realidad no llegan a lo más profundo e íntimo de nuestro verdadero ser. ¿Por qué? Porque nuestra verdadera naturaleza no es física; es espiritual.

Quizás sea algo similar a esta espiritualidad del amor verdadero lo que un escritor describe en el siguiente pasaje del Cantar de los Cantares de Salomón en la Biblia: "Las muchas aguas no podrán apagar el amor, no lo apagarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían". Cant. 8:7.

The Living Bible (La Biblia viviente) transcribe este pasaje de esta manera: "Las muchas aguas no podrán apagar la llama del amor, ni la ahogarán los ríos. Si un hombre tratara de comprar este amor con todo lo que posee, no podría hacerlo". Y si no puedes comprar el amor espiritual con medios materiales, difícilmente podrás expresarlo tan solo de un modo material.

Ahora bien, quizás estés pensando: "¿Dónde quedo yo según estos conceptos? Aun teniendo las mejores intenciones, estoy comenzando a sentir que he ido demasiado lejos al entregarme físicamente para demostrarle mi cariño a la persona con la cual estoy saliendo en este momento. ¿Acaso es demasiado tarde para darle otro giro a las cosas?"

¡De ninguna manera! Permíteme que te cuente lo que le sucedió a un amigo mío. A lo largo de los años había tenido aventuras amorosas en las cuales había puesto mucho énfasis en las relaciones sexuales. Este excesivo interés en la relación física no le había hecho sentirse realmente cómodo, y de alguna manera sentía que estas relaciones actuaban en contra de lo que la Ciencia Cristiana le había enseñado acerca del hombre, que el hombre es el hijo de Dios, espiritual y puro. Además, la mayoría de estas relaciones le habían ocasionado mucha tristeza.

Finalmente, este joven solicitó a una practicista de la Ciencia Cristiana que orara con él para ayudarlo a comprender cómo construir su vida futura sobre una base nueva y sólida como hombre de familia. La idea central en su oración fue este pensamiento de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "... la piedra angular de toda construcción espiritual es la pureza".Ciencia y Salud, pág. 241. Para mi amigo, demostrar la verdad de estas palabras se convirtió en algo primordial en su vida.

¿Cuál fue el resultado? Mi amigo lo resumió de la siguiente manera: "Estoy seguro y siento que sané del problema de sensualidad para siempre. Estoy muy agradecido por tener esta maravillosa Ciencia que nos enseña cómo y por qué podemos sanarnos.. . Aprender a darle a la atracción física el lugar que le corresponde, protege grandemente cualquier relación, y es una fuerza que actúa en el mundo para bien, individual y colectivamente. Una y otra vez, este problema de la atracción física ha sido el obstáculo que me ha impedido progresar en otros aspectos de mi vida, principalmente en el aspecto espiritual".

Es indudable que mi amigo vislumbró la verdad de lo que Cristo Jesús enseñó: "Bienaventurados los de puro corazón, porque ellos verán a Dios". Mateo 5:8.

Estoy segura de que si algún día mi amigo se casa, él y su esposa escribirán permanentemente los capítulos de su propia historia de amor sobre una base sólida. Y mientras tanto, mi amigo está tratando de alcanzar un amor espiritual que no desaparecerá ante la primera tormenta. Un amor que es puro porque se basa en la intimidad más profunda, la comunión con Dios. Un amor que "las muchas aguas" nunca pueden apagar.

Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.. .
Me mostrarás la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre

Salmo 16:1, 11

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