Cuando era niño, mi abuela solía hablar de la importancia que tiene para los Científicos Cristianos captar la visión del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Esa visión se refería sin lugar a dudas a la percepción espiritual que había alcanzado la Fundadora de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens) mediante su estudio de la Biblia y su oración para descubrir un método espiritual de curación.
La Sra. Eddy había estado buscando ser sanada de una enfermedad crónica y debilitante durante muchos años. En ese período de búsqueda encontró procedimientos sanadores "alternativos", incluso uno basado en la curación por la mente, o control del pensamiento humano. Sin embargo, desde su infancia, había mantenido su convicción de que el poder de Dios para sanar, como lo revela la Biblia, era todavía una posibilidad. No es de extrañar, entonces, que cuando ella sufrió una caída particularmente grave que se esperaba fuera fatal, se volviera a la Biblia en busca de apoyo. Ella explica la experiencia en su libro Escritos Misceláneos: "Tres días después, pedí mi Biblia y la abrí en Mateo 9:2. Mientras leía, la Verdad curativa alboreó en mi pensamiento; y el resultado fue que me levanté, me vestí, y de ahí en adelante gocé de mejor salud que antes. Esa breve experiencia llevada en sí una vislumbre de la gran realidad que desde entonces he tratado de explicar a los demás, es decir, la Vida en el Espíritu y del Espíritu; siendo esta Vida la única realidad de la existencia".Esc. Mis., pág. 24.
Ella luego pasa a explicar la consecuencia que tuvo esa visión: que la materia no es más que el estado subjetivo del pensamiento mortal (es decir, que está determinada por el pensamiento colectivo de la humanidad). Su discernimiento de la totalidad del Espíritu y la consecuente nada de la materia cobra mayor significación cuando nos damos cuenta de que es enteramente consecuente con el significado espiritual de lo que enseña la Biblia. El profeta en el libro de Isaías dice que Dios le ha revelado: "Yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento". Isa. 65:17. Juan en el Apocalipsis repite esta profecía cuando dice que vio "un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron". Apoc. 21:1.
Estas visiones no fueron tanto profecías de algo nuevo que iba a venir más adelante, como confirmaciones de una espiritualidad presente que sirve de fundamento, y de hecho constituye, toda existencia real. La Sra. Eddy, al explicar la visión de Juan, afirma: "Ese testimonio de las Sagradas Escrituras sostiene el hecho en la Ciencia, que los cielos y la tierra, para cierta consciencia humana, esa consciencia que Dios imparte, son espirituales, mientras que para otra, la mente humana no iluminada, la visión es material. Eso demuestra inequívocamente que lo que la mente humana llama materia y espíritu indica estados y fases de consciencia".Ciencia y Salud, pág. 573.
Esta clase de visión espiritual se convierte en la base de la curación. El pasaje al que recurrió la Sra. Eddy en Mateo para su propia curación habla de la curación de un paralítico que le trajeron a Jesús los amigos del hombre con la esperanza de que fuera sanado. Jesús no desconocía el cuadro de los sentidos físicos. No obstante, ese cuadro no constituía para Jesús la realidad de la vida del hombre. El Maestro fue más allá de lo que veía con sus ojos y puso en práctica una clase distinta de vista o visión.
Es evidente que Jesús tenía un sentido claro de la perspectiva y naturaleza de Dios, tanto es así que vivió y personificó esa naturaleza. Y comprendió que esa naturaleza le pertenece, de hecho, a cada uno de los hijos de Dios. En este sentido, podríamos decir que la visión que tenía Jesús acerca del hombre, es decir, la manera en que él lo veía, era espiritual.
La Sra. Eddy vislumbró en qué se basaba la capacidad de Jesús para sanar. Ella vislumbró que debido a que Dios, la Vida, era en el Espíritu y del Espíritu, la expresión de la Vida, el hombre, tenía que ser en y del Espíritu. En verdad, el hombre manifiesta las cualidades del Espíritu, incluso aquellas cualidades que se encuentran en cada acción, facultad y función. Esta visión simplemente comprueba la declaración de la Biblia de que el ser del hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios.
Con este reconocimiento vino la convicción de que la materia no es lo que aparenta ser; en su caso, un factor determinante y declinante de su vida. Ella entendió, hasta cierto punto, que puesto que el Espíritu y su expresión son la realidad de la existencia, la materia tiene que ser un fenómeno mental, totalmente subjetivo, es decir, determinado por el pensamiento que uno alberga sobre ella. El pensamiento que estaban albergando acerca de la materia los que la rodeaban era que estaba herida, probablemente sin posibilidad de recuperación, y que perdía rápidamente su vida. Pero gracias a su discernimiento de la Biblia, la Sra. Eddy se dio cuenta de que la materia no tiene vida que perder. Ella vio que la Vida es realmente Dios, expresándose a Sí Mismo en Su propia naturaleza y carácter. Que esa naturaleza incluye toda la vida, inteligencia y sustancia que existe.
Captar la visión de Ciencia y Salud, entonces, consiste en ver espiritualmente, la percepción divina. Podemos ayudar a nuestra visión al tener la humildad de desafiar las convicciones profundamente arraigadas de los sentidos físicos. A medida que recurrimos sinceramente a Dios para reconocer los hechos de la existencia, aprendemos más acerca del ser verdadero en la proporción en que aprendemos más acerca de la naturaleza de Dios.
Cabe destacar que aprender más acerca de Dios no es una mera experiencia académica. No es adquirir un conocimiento que está separado de nuestro propio ser. Además del estudio de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy, el aprender acerca de Dios viene en realidad de la silenciosa renuncia mental, silenciosa en el sentido de que está desprovista de la voluntad o el ego humanos. Aprender acerca de Dios es otra forma de decir aprender de Dios. El permitir a Dios, que es nuestra Vida, que nos hable en pensamientos, ideas, experiencias, es el método por el que aprendemos acerca de Dios. A medida que buscamos esta clase de comunión espiritual, nos apartamos del mero esfuerzo intelectual y abrimos nuestro corazón y mente a la revelación. Las revelaciones se han manifestado con frecuencia a personas que han aprendido a dejar en manos de Dios el desarrollo de sus vidas y ¡que no necesariamente se sientan de manos cruzadas tratando de hacer que se produzcan esas revelaciones!
Captar la visión requiere redención y regeneración. Es preciso abandonar los conceptos antiguos, los viejos modos de actuar y razonar, y aceptar los nuevos. Al principio estos nuevos modos pueden parecer extraños, como aprender un nuevo idioma parece extraño, tal vez hasta difícil. Sin embargo, a medida que aprendemos más acerca de este nuevo "idioma" espiritual, lo sentiremos como una parte natural de nuestro ser, o conocimiento consciente. Se desarrolla como algo que siempre hemos sabido y sentido pero que quizás no podíamos articular. Podemos, como lo hizo la Sra. Eddy, simplemente comprender una vislumbre de la visión al comienzo. Pero crece y empieza a tocar cada aspecto de nuestra vida y todos los rincones de nuestro pensamiento.
Captamos la visión a medida que nuestra vida se orienta más espiritualmente y se abre a horizontes más amplios de pensamiento. Desarrollamos nuevas metas, refinamos la ambición, purificamos nuestros afectos, reorientamos nuestros ideales. Con el tiempo, afecta cada aspecto de la experiencia humana. Al hablar de esta acción, la Sra. Eddy escribe: "El gobierno divino da prudencia y energía, extermina para siempre toda envidia, rivalidad, todo mal pensamiento, maledicencia y malas acciones; y la mente mortal, así depurada, obtiene paz y poder más allá de sí misma".Esc. Mis., págs. 204-205.
A medida que asimilamos la visión, Dios pasa a ser para nosotros más de lo que El siempre ha sido, el hecho central de nuestra existencia. Captar la visión, entonces, es un abrirse a lo que realmente somos, espiritualmente, y ésta es la manera en que Dios nos conoce. La Biblia declara: "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido". 1 Cor. 13:12. ¿Qué mayor alegría puede alguien desear que conocerse a sí mismo como Dios lo conoce? Esta es la visión que revela la individualidad, toda individualidad, en su forma original y final, en la forma en que Dios la creó. Esta es la visión de Ciencia y Salud y la visión que nos permitirá a todos demostrar las verdades espirituales en nuestra vida diaria.
El captar la visión demanda acción, la responsabilidad de poner en práctica lo que sabemos. La Sra. Eddy no se guardó la visión para sí misma sino que reconoció el llamado a compartir con otros lo que ella percibió. Esta visión, si bien es profundamente religiosa, no era ni es parroquial. No pertenece a ninguna secta en particular sino que es el divino derecho de nacimiento de cada uno de los hijos de Dios. El captar la visión de Ciencia y Salud nos impulsa a compartir, desinteresada, imparcial y persuasivamente.
Cuando uno capta una visión que es universal, eleva el pensamiento de la pobreza del egocentrismo a la majestuosidad del amor desinteresado. La vida de la Sra. Eddy exhibió tal poder y amor que no pudo dar la espalda al llamado de la humanidad dondequiera que lo escuchara. Su manera de dar cobró muchas formas: la de escribir libros, de sanar a los enfermos y pecadores, de dar contribuciones para los proyectos de la comunidad, hasta la iluminación del pensamiento humano mediante los medios de comunicación de su época. Todas estas formas tenían un motivo y propósito comunes, la curación basada en una visión que percibía que el hombre y el universo son la idea de Dios. Esa profunda visión espiritual todavía debe ser captada, experimentada y vivida hoy.