En Una Familia donde se espera la llegada de un bebé, hay una atmósfera llena de alegres expectativas. Los abuelos, las tías, los tíos, toda la familia de ambas partes, están encantados con la noticia.
A medida que la noticia trasciende dentro y fuera de la familia, los futuros padres comienzan a recibir numerosos consejos. Todos desean compartir los beneficios de su experiencia. Si ésta ha sido buena, puede brindar confianza y fortaleza a la futura mamá. Pero si durante el embarazo hubo dificultades, o posteriormente hubo problemas con el bebé y estos inconvenientes se describen con lujo de detalles, pueden llenar de temor y dudas a la futura mamá, haciéndole pensar en la posibilidad de que algunas de estas cosas le puedan ocurrir a ella o al bebé. Esos temores a veces se expresan, pero otras se reprimen, aunque continúan en acecho en el fondo del pensamiento. ¿Qué se podría hacer para que el tiempo de espera hasta la llegada del bebé sea una etapa feliz, libre de ansiedades, lleno de expectativas orientadas hacia lo que es bueno?
Una señora joven a quien conozco, tuvo interés en saber más acerca de Dios. Una de sus amigas le había dado el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy. Mientras lo iba leyendo, le encantó ir descubriendo la maravillosa verdad de la bondad absoluta de Dios y del hecho de que Dios es Vida, la única fuente de la vida.
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