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Un solo poder y un solo gobierno

Del número de marzo de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tal Vez Nos sintamos frustrados porque hemos puesto nuestra confianza en alguien; hemos votado por él o por ella porque pensábamos que este candidato resolvería todos los problemas de nuestro país y, de pronto, esa persona es acusada de cometer muchos crímenes contra el pueblo. También es posible que sintamos que ya no podemos seguir confiando en los políticos y en quienes ocupan puestos en el gobierno. Muchos países están enfrentando este problema actualmente o lo han enfrentado en el pasado.

Lo que realmente nos desilusiona no es tanto una persona, sino la confianza erróneamente puesta o lo que podríamos llamar la creencia en un poder aparte de Dios. El poner nuestra confianza en los "hombres", es decir, en mortales, que no son sino imitaciones del hombre espiritual creado por Dios, conduce al desengaño. Por otra parte, el reconocimiento de que sólo Dios tiene autoridad y que somos gobernados exclusivamente por leyes establecidas por El — por el Amor, la Verdad y la Vida — evita que nos sintamos frustrados o desengañados.

Tal vez usted sea una persona como yo, un ciudadano común. Tal vez alguien, ahora mismo, está trabajando para un jefe que es un tirano oportunista que explota a sus empleados. ¿Sería la oración eficaz en tales circunstancias? La oración es siempre la mejor manera de resolver una situación desagradable. En el interior de nuestra consciencia, recurramos a la Mente divina para que nos guíe. Afirmemos con sinceridad que sólo hay un gobernador, un solo jefe, un solo poder. Reconozcamos con valentía que el obedecer a Dios es nuestro deber incondicional. La guía que la Mente divina ciertamente nos da está basada en la integridad, la justicia y el amor. Esta comprensión más elevada ayudará a eliminar la angustia y proverá los medios para destruir la injusticia y el proceder equivocado.

La Biblia nos dice que en cierta ocasión Cristo Jesús "viendo la multitud, subió al monte" y le habló a sus discípulos. Mateo 5:1. Me gusta pensar en esta frase, la cual sirve de introducción al más famoso sermón jamás predicado, el Sermón del Monte. He pensado en cómo deben de haber sido esas multitudes. Por cierto que estaban compuestas por los que tenían problemas físicos, pero también tiene que haber habido individuos que estaban tristes, que eran fraudulentos e injustos. También debe de haber habido individuos sinceros, sin maldad y generosos.

Jesús, en este sermón incomparable, consuela, guía, exige, enseña, exhorta, amonesta y aconseja. Todo lo dice con amor y certeza. Mateo declara que "cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas". Mateo 7:28, 29.

Los escribas eran considerados expertos en la ley, es decir, conocían la ley muy bien. Pero los escribas no tenían la clase de autoridad que Jesús tenía cuando presentó su sermón, dando los principios que sus seguidores tenían que obedecer. Para mí, la autoridad de Jesús derivaba del hecho de que él actuaba en consonancia con lo que enseñaba. Sus palabras eran el reflejo perfecto de sus pensamientos y de su propia actitud. Sus palabras y sus acciones eran compatibles entre sí.

Cierto día, un amigo de nuestra familia me llamó por teléfono para preguntarme qué pensaba yo si presentaba su candidatura para ocupar un cargo público y político. Ante todo, le pregunté cuáles habían sido los móviles que lo indujeron a aspirar a un cargo gubernamental en su ciudad. Su respuesta fue rápida y sincera: "Quiero ayudar a todos los que necesitan mis aptitudes, y si estoy en ese puesto gubernamental, tendré muchas más oportunidades de hacerlo".

No creí que fuera necesario que yo le diera mi opinión sobre si él debía o no aspirar a un puesto en el gobierno. El sabía lo que estaba haciendo, y todo lo que yo podía hacer era felicitarlo por los móviles que lo habían guiado a tomar esta decisión. Le dije que el amar a Dios sobre todas las cosas, y el amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, eran aún las leyes más grandes en el reino de Dios. Ninguna ley podía anular esa ley más elevada. Más tarde me enteré que había tenido éxito en su empeño.

Quien honradamente se resuelve a ayudar a su vecino se siente feliz al hacer el bien a los demás. En el momento oportuno recibe, sin duda, justa recompensa. Esta recompensa no se manifiesta materialmente. Es algo que ocurre en nuestra propia consciencia, y con frecuencia no la perciben quienes están a nuestro alrededor.

Muchas veces oímos decir que "el poder se le subió a la cabeza". Por nuestro propio bien, como también por el bien de los que están gobernados, la persona que ocupa un puesto administrativo o un cargo político necesita estar consciente del gobierno de Dios. Si esta persona no ha reconocido aún la autoridad divina, depende de nosotros que sí la reconocemos afirmar esta verdad en oración. La oración eficaz consiste en declarar la verdad, y no el error. Sólo hay una Verdad, y es suficientemente poderosa para corregir las irregularidades tejidas por el pensamiento humano. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy declara: "Los cristianos tienen que tomar las armas contra el error en casa y fuera de ella. Tienen que combatir el pecado en sí mismos y en los demás, y continuar esta milicia hasta que hayan acabado su carrera. Si guardan la fe, tendrán la corona de regocijo".Ciencia y Salud, pág. 29. Este pasaje del libro de texto de la Ciencia Cristiana nos recuerda los versículos siguientes de la Biblia:"... aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". 1 Cor. 10:3-5.

Un rayo de luz no puede existir sin el sol. Sobre la base de esta comparación, se puede decir que ninguna sabiduría existe sin la Mente, ninguna justicia existe sin la Verdad, ninguna actividad existe sin la Vida. Dios es el gobernador eterno, el legislador justo, el verdadero creador, el Gobernador perfecto.

Hay un solo poder. Hay un solo gobierno. Hay un solo legislador y una sola ley: la ley de Dios. A medida que cada uno llegue a estar consciente de este hecho maravilloso, y actúe de acuerdo con esta comprensión, estaremos ayudando a las autoridades a nivel humano a tomar decisiones correctas y decentes en toda situación gubernamental.

Por el camino de la sabiduría te he encaminado,
y por veredas derechas te he hecho andar.
Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos,
y si corrieres, no tropezarás.

Proverbios 4:11, 12

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