Es Con Profunda gratitud que doy testimonio de una curación que se produjo poco tiempo después de comenzar mi estudio de la Ciencia Cristiana.
Al hacerme un examen físico, el médico me encontró un tumor en el pecho. Volví a mi casa sintiendo mucho temor y llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana, cuyas oraciones habían sanado a mi esposo de una enfermedad de la vesícula. El practicista, con palabras serenas y llenas de aliento, aceptó orar por mí.
Al colgar el auricular, ya había dejado de tener temor, y durante el curso del día, nada logró preocuparme. Tres días después, tuve una pequeña sensación en el pecho, pero permanecí tranquila. Los días que siguieron estuvieron llenos de alegría y amor.
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