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Utilicemos el bien que está presente

Del número de junio de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Pasado yo no podía dejar de sonreír con algo de menosprecio siempre que veía a la gente mayor juntando cuidadosamente cuanta migaja hubiese en la mesa y guardando las sobras de la cena para otra comida. ¡Cómo me burlaba de lo que yo consideraba que era mezquindad de una mente estrecha! Yo especulaba que quizás ellos no se podían acostumbrar al hecho de que los tiempos duros ya no existen. Pero ¿es acaso tan solo un hábito que hace que la gente junte hasta las más pequeñas migajas de pan?

A medida que mi entendimiento espiritual ha crecido, he llegado a comprender que la cuidadosa utilización de las reservas que uno tiene, puede ser una forma de expresar gratitud y aprecio. Cuando alimentaba a los cinco mil, Cristo Jesús dio gracias por los cinco panes y dos peces y los hizo distribuir, aun cuando seguramente nadie fuera de él esperaba que tan cuantiosa multitud pudiese ser alimentada con tan poca comida. Véase Mateo 14:15–21. El no se aferró a lo poco que tenía por miedo a que le faltase algo más tarde. El probó que Dios ama a todos Sus hijos y que este amor proveería lo necesario para todos, aun cuando las condiciones humanas sugiriesen que las provisiones eran inadecuadas. Dando gracias, él hizo uso de los panes y los peces, confiando en que Dios satisfaría la necesidad. Su entendimiento espiritual de la relación inseparable que cada individuo tiene con Dios, lo facultaba para reconocer las abundantes provisiones de la única fuente divina que bendice y provee todo.

A este respecto la Sra. Eddy, en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, dice: "En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo demostró Jesús con los panes y los peces — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión".Ciencia y Salud, pág. 206.

Esta lección me ha hecho más receptiva y agradecida. Al mismo tiempo, me ha hecho apreciar aquellas cosas que antes había dado por sentado: salud, comida diaria, un techo sobre mi cabeza. En cierto modo, he aprendido a entender la verdad de este dicho de la Biblia: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto". Sant. 1:17.

He llegado a comprender que no podemos ser pasivos si queremos estos regalos de Dios. Tenemos la obligación de aprovechar las oportunidades y utilizarlas al máximo de nuestro entendimiento. ¿Cómo podemos utilizar naturalmente las posibilidades presentes sin poner en desventaja a otros ni obtener un progreso que no merecemos?

Nosotros podemos — y debiéramos — reconocer en oración que es correcto y, más aún, legítimo, que cada persona tenga todo lo que necesita. Ninguna desventaja puede surgir para nadie ni para nada por esto. Jesús dijo: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir". Mateo 6:25. Seguramente esta declaración se basa en la firme convicción de que el hombre, como semejanza de Dios, tiene derecho a esperar que su Creador le dé todo lo que necesita.

Hacer uso de lo que tenemos a mano es importante, no solo en lo que respecta a cuestiones relacionadas con nuestras necesidades diarias, sino en todas las situaciones donde se presenten la carencia y el descontento. Podríamos preguntarnos si ya hemos agotado totalmente las posibilidades existentes. Por ejemplo, quizás una relación no nos satisface, o un problema en nuestra vida profesional hace aconsejable un cambio. ¿Acaso ya hemos hecho todo lo que podemos hacer, o sea, poner en práctica todo lo que hemos entendido sobre la habilidad que tiene Dios para proveer la inspiración o las ideas que satisfacen nuestra necesidad? Ciencia y Salud pregunta: "¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y eso nos capacitará para recibir más".Ciencia y Salud, pág. 3. Quizás podemos ser más persistentes en estimar todo lo bueno y correcto concerniente al hombre que ya hemos percibido por medio del estudio de la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy. Ciertamente es correcto esperar que el Amor divino nos guíe y revele el propósito que tiene para nosotros. No obstante, al mismo tiempo nosotros podemos expresar alegría por todo el bien que ya hemos visto.

A medida que oramos en busca de la dirección de Dios, quizás deberíamos callarnos, recordando el siguiente versículo de Salmos: "Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios". Salmo 103:2. El estar agradecidos hasta por las pequeñas cosas, nos da confianza porque cada una ilustra el cuidado constante que Dios nos brinda. En esta oración recurrimos al Amor divino, que es la fuente de la seguridad y la protección. Puesto que el hombre es realmente espiritual, nuestro creciente entendimiento de este hecho nos ayudará a ser más amables y apacibles, y menos dependientes de las circunstancias humanas. Dado que El creó al hombre a Su imagen, Dios lo ha equipado con todas Sus cualidades espirituales. Así que no tenemos que estar ansiosos, porque todas las cosas que precisamos ya nos han sido otorgadas.

La gratitud y el gozo que sentimos por las bendiciones que recibimos en nuestra vida, nos hacen más receptivos al bien que Dios provee para todos. Esta percepción y su influencia sanadora están al alcance de toda persona en todo lugar. El estimar plenamente todo el bien que tenemos, ayuda a revelar la perfección del Amor divino que satisface todas las necesidades de todas las personas y del mundo entero.

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