Ana esperaba comenzar al año siguiente el jardín de infantes. Pero ya asistía a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana todas las semanas. Le gustaban las historias bíblicas y, gracias a la Biblia, sabía que Dios es Amor, Vida y Verdad. Además, estaba aprendiendo que Cristo Jesús nos enseñó cómo sana Dios. Jesús ayudó a mucha gente; incluso a niños, a sanarse. La curación tiene lugar aún hoy en día por medio del amor de Dios que nunca cambia. Ana sabía decir el Padre Nuestro y la mayoría de los Diez Mandamientos.
Cuando Ana estaba en su casa, su diversión favorita era bailar al compás de la música de la radio o del tocadiscos. Ella giraba, saltaba y brincaba por toda la habitación. Cuando invitaba a su mamá a bailar con ella, ambas se tomaban de las manos y juntas daban vueltas, riendo.
Una tarde, la mamá regresó de la oficina muy cansada, y comenzó a preparar la cena. Pronto llegaría a la estación el tren en el que volvía el papá. Habitualmente, la mamá y Ana iban a buscarlo con el auto.
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