Ana esperaba comenzar al año siguiente el jardín de infantes. Pero ya asistía a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana todas las semanas. Le gustaban las historias bíblicas y, gracias a la Biblia, sabía que Dios es Amor, Vida y Verdad. Además, estaba aprendiendo que Cristo Jesús nos enseñó cómo sana Dios. Jesús ayudó a mucha gente; incluso a niños, a sanarse. La curación tiene lugar aún hoy en día por medio del amor de Dios que nunca cambia. Ana sabía decir el Padre Nuestro y la mayoría de los Diez Mandamientos.
Cuando Ana estaba en su casa, su diversión favorita era bailar al compás de la música de la radio o del tocadiscos. Ella giraba, saltaba y brincaba por toda la habitación. Cuando invitaba a su mamá a bailar con ella, ambas se tomaban de las manos y juntas daban vueltas, riendo.
Una tarde, la mamá regresó de la oficina muy cansada, y comenzó a preparar la cena. Pronto llegaría a la estación el tren en el que volvía el papá. Habitualmente, la mamá y Ana iban a buscarlo con el auto.
Mientras Ana bailaba en la cocina, tarareando una y otra vez una canción, extendió sus manos hacia la mamá y le dijo: "Ven a bailar conmigo". La mamá murmuró: "No. Lo siento, pero me duele la cabeza". Ana permaneció callada por unos instantes. Su mamá y su papá le habían dicho que la Biblia dice: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". Gén. 1:31. El no ha hecho nada malo, de modo que no tenemos que creer en cosas que nos hacen sentir temor, como tampoco en sentimientos o pensamientos equivocados. La mamá y el papá le habían explicado a Ana que esas cosas son el error; o sea, no eran verdaderos porque Dios no los había hecho. El deseo de pegarle a una compañera de juegos y la sensación de dolor que causa una caída que raspa las rodillas, son un error. Dios, que es Amor y Verdad, muestra a las amigas la manera de ser gentiles unas con otras y nos sana. Ana había comprobado esto último por su propia cuenta cuando oraba a Dios. Ana sabía que el amor de Dios está allí mismo donde estamos nosotros.
Miró a su mamá que estaba parada junto a la cocina y le volvió a decir: "Ven a bailar conmigo".
La mamá se dio vuelta para mirarla y dijo: "¿Qué?"
"Que vengas a bailar conmigo", repitió Ana. "Ahora te sientes mejor".
Realmente la mamá se sentía mejor. Se dio cuenta de que Ana había estado orando. La oración consiste en escuchar los mensajes de alegría y bendiciones que vienen de Dios, pues lo que El nos dice es lo verdadero. En el Padre Nuestro, la oración que Jesús nos enseñó, se encuentran estas palabras: "Hágase tu voluntad". Un dolor de cabeza no es Su voluntad; no es lo que Dios quiere o da a Sus hijos. Podemos obedecer Su voluntad y liberarnos del error.
La mamá dijo: "Gracias, Ana, por tu oración tan oportuna". Ana sonrió y dijo: "Dios te ayudó a ti y a mí también". Ambas rieron y dieron vueltas en la cocina. Luego corrieron al auto y fueron a buscar al papá. El se alegró mucho de escuchar como la oración de Ana había ayudado a traer curación.
Nota de la hija: "Yo tenía cuatro años [cuando ocurrió esto], y recuerdo cuán fácil fue comprender la totalidad del bien. La irrealidad del dolor de cabeza fue.. . absolutamente clara para mí.. . Nada [puede] detener nuestra alegría".