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La integridad en los negocios

Del número de junio de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En un Mundo que la mayoría ele nosotros consideramos muy sofisticado, a veces se nos induce a creer que la integridad puede ser algo flexible, sujeta a cualquier circunstancia que se presente.

Aprendí la definición de integridad en su relación con los negocios, a través de un ejemplo en vez de palabras. Cuando era un joven corredor de bolsa, me encomendaron la responsabilidad de abrir una nueva sucursal de la oficina y encontrar un gerente que estuviese al frente de ella. Así lo hice. Meses más tarde, mis superiores me llamaron para que fuera a la oficina central. Aparentemente el gerente que yo había contratado había colocado acciones recién emitidas en la cuenta de su suegra, obteniendo con ello una ganancia abundante e ilegal. El socio más antiguo de la firma, un hombre conocido por su integridad, escuchó con paciencia mis explicaciones respecto a la conducta del gerente. Enumeré las numerosas cualidades del hombre y califiqué su proceder de un lamentable desliz, producto de una aparente falta de perspicacia para valorar la diferencia entre lo que estaba bien y lo que estaba mal en este caso en particular. Al terminar mi explicación, me preguntó con suavidad: "Tú, ¿lo hubieras hecho?" Estas cuatro palabras pusieron fin a la discusión. Yo sabía que él nunca hubiera pensado en obrar de esa manera y era evidente que sentía que yo tampoco hubiera actuado así.

Hay un hermoso himno cuya letra dice:

Lo que te anuble la verdad
o empañe tu honradez,
por tenue que lo quieras ver,
pecado en tí será.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.o 383.

En toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, encontramos ejemplos de gran integridad. La fe de Daniel fue puesta a prueba al máximo cuando fue nombrado como el gobernador de más alto grado en la corte del rey Darío y los sátrapas debían rendirle cuentas. Ese nombramiento despertó celos e instigó en la corte una intriga para matarlo. Véase Dan., cap. 6.

Influido por los otros gobernadores que apelaron a su ego, Darío emitió un decreto de acuerdo con el cual nadie podía hacer peticiones a ningún dios ni a otro hombre, sino sólo al rey. Daniel se negó a obedecer ese decreto y continuó orando a Dios como lo había hecho siempre. Para Daniel había un solo Dios y él sabía, sin la menor duda, que Dios iba a liberarlo. Darío se dio cuenta de que ese decreto no tenía ningún sentido e hizo todo lo que estuvo a su alcance para salvar a Daniel del castigo de ser arrojado al foso de los leones. Pero de acuerdo con las leyes del reino, ni siquiera el rey podía anular el decreto una vez emitido. El final de este hermoso y dramático relato que describe la integridad de Daniel, está expresado en las palabras que Daniel le dirige al rey: "Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo". Dan. 6:22.

Tomar partido por la verdad y la integridad frente a una situación de negocios que no es honesta, puede no amenazar necesariamente nuestra vida, pero puede traer consecuencias muy graves, como ser, el ostracismo, bajarlo a uno de categoría y hasta la pérdida del empleo o de la posición que uno ocupa. Tomar partido por la integridad tiene una base mucho más firme si estamos en condiciones de comprender, tal como ocurrió con Daniel, que no se trata simplemente de adoptar una posición humana de buena moralidad, sino que estamos dando testimonio de integridad porque es una cualidad de Dios. La Sra. Eddy explica este punto en Ciencia y Salud: "La honradez es poder espiritual. La falta de honradez es debilidad humana, que pierde el derecho a la ayuda divina".Ciencia y Salud, pág. 453. Cuando somos aliados de la honradez, nos colocamos directamente bajo la protección y guía de Dios.

El ejemplo más completo de integridad como cualidad espiritual de Dios, lo dio Cristo Jesús en la cruz. Su resurrección y su triunfo sólo pudieron llevarse a cabo por su convicción total de que él era, realmente, el hijo de Dios y, como tal, reflejaba todas las cualidades de Dios, incluso, la Vida. No le podían quitar la Vida y Dios lo elevó por encima de la peor decisión que el mundo pudo haber adoptado contra él. La integridad de su misión permaneció inviolable. Este entendimiento de la integridad que se basa en Dios, siempre impulsó a Jesús a declarar la verdad y a dar testimonio del hombre hecho a semejanza de Dios.

Desde el punto de vista material, el hombre posee una consciencia y una voluntad separadas de Dios, libre para tomar decisiones independientes, que pueden ser buenas o malas. Esta creencia presenta una tremenda parodia acerca de Dios y el hombre creado a Su semejanza. Implica que Dios no es en realidad Todo-en-todo, sino que existe otro poder denominado el mal al que Dios conoce y con el cual debe compartir Su poder. Este sentido material de la vida es el que ha llevado al hombre hacia todo pecado, enfermedad y muerte, desde que comenzó la ilusión de tiempo y vida en la materia.

No nos debe sorprender en qué dirección nos conduce este pensamiento basado en la materia. Para algunos, la integridad y decir la verdad sólo son apropiados cuando les conviene. Otros ceden cuando la presión de dar testimonio de la verdad se vuelve demasiado fuerte. Para aquellos que tienen principios morales más profundos, la vida puede convertirse en un péndulo, haciendo cosas buenas y cayendo luego en las malas. Aunque tratamos de ser buenos, tenemos tropiezos demasiado a menudo.

Para quebrar el sueño de la existencia material y expresar la integridad de la vida espiritual que tiene como base a Dios, se requiere trabajo, diligencia espiritual y disciplina. Es importante vigilar nuestros móviles. Los móviles nos impulsan a actuar de maneras que pueden bendecirnos tanto a nosotros como a los que nos rodean, o bien, conducirnos a callejones sin salida de materialismo vano. Para quebrar ese ciclo, precisamos un modelo para tenerlo presente continuamente ante cada cosa que pensamos y hacemos. ¿Dónde podríamos encontrar un modelo así? Un modelo que está siempre a nuestro alcance, sean cuales fueren las circunstancias en que nos encontremos, es la vida de Cristo Jesús.

Cuando nos sentimos inseguros acerca de lo que debemos hacer, podemos formularnos esta simple pregunta: "¿Qué hubiese dicho o hecho Jesús en esta circunstancia?" Quizás la respuesta no siempre resulte de nuestro agrado, pero si la seguimos con integridad, descubriremos que las leyes de Dios, de la Verdad, no sólo nos conducen hacia un mayor entendimiento y progreso sino que también nos protegen y nos rodean con Su amor y con la serena convicción de que hemos obrado correctamente.

Como individuos que practicamos la integridad y nos esforzamos por conocer y reflejar a Dios, iremos eliminando cada vez más los pensamientos o acciones que puedan perjudicar a nuestros prójimos humanos o a nosotros mismos. Nos resistiremos a aceptar cualquier creencia de carencia que pudiese conducirnos a ser deshonestos, porque estaremos en condiciones de comprender que la Mente divina, Dios, conoce las necesidades y puede satisfacerlas. Dependeremos cada vez menos de cosas materiales, como ser el dinero o el poder, para nuestro bienestar.

Una persona que verdaderamente se ama sí misma y a sus semejantes no puede carecer de integridad. No puede ser deshonesta para consigo misma, para con su ejemplo, Cristo Jesús, ni para con Dios. Usted puede ser, usted es, esta persona.

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