¿Ha Oido Usted hablar alguna vez de la brujería? Quizás su influencia de una forma u otra le es conocida, pero ¿se ha detenido a pensar que lo que parece ser tan real podría ser tan solo una ilusión? ¿Lo cree imposible?
Bueno, digamos que en la oscuridad de la noche, cierto tronco de árbol puede ser confundido con un "diablo", algo así como una aparición aterradora. Si nos encontráramos en un lugar desconocido y de pronto nos enfrentáramos con esa forma extraña, el aparente "diablo" podría parecer lo suficientemente real como para hacernos salir corriendo. En esta situación de nada serviría culpar a la ilusión, gritarle o atacarla. Eso solo probaría que, influidos por el miedo, en cierto grado hacemos de esa ilusión una "realidad". La solución evidentemente es darse cuenta de que esa terrible imagen es en verdad una ilusión que no puede hacer daño a nadie.
Lo mismo sucede cuando se trata de la brujería. El mal es una ilusión, porque Dios es el Amor siempre presente del que emana solo el bien. Puesto que el Amor divino es la realidad, podemos negar la tal llamada realidad del mal y desterrar cualquier otra creencia en su existencia. Yo pude comprobar el poder sanador de este enfoque espiritual, que confía sólo en Dios.
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