¿Ha Oido Usted hablar alguna vez de la brujería? Quizás su influencia de una forma u otra le es conocida, pero ¿se ha detenido a pensar que lo que parece ser tan real podría ser tan solo una ilusión? ¿Lo cree imposible?
Bueno, digamos que en la oscuridad de la noche, cierto tronco de árbol puede ser confundido con un "diablo", algo así como una aparición aterradora. Si nos encontráramos en un lugar desconocido y de pronto nos enfrentáramos con esa forma extraña, el aparente "diablo" podría parecer lo suficientemente real como para hacernos salir corriendo. En esta situación de nada serviría culpar a la ilusión, gritarle o atacarla. Eso solo probaría que, influidos por el miedo, en cierto grado hacemos de esa ilusión una "realidad". La solución evidentemente es darse cuenta de que esa terrible imagen es en verdad una ilusión que no puede hacer daño a nadie.
Lo mismo sucede cuando se trata de la brujería. El mal es una ilusión, porque Dios es el Amor siempre presente del que emana solo el bien. Puesto que el Amor divino es la realidad, podemos negar la tal llamada realidad del mal y desterrar cualquier otra creencia en su existencia. Yo pude comprobar el poder sanador de este enfoque espiritual, que confía sólo en Dios.
Hubo una época en que mi vida parecía estar llena de tropiezos, y tenía muy poco éxito en cualquier cosa que emprendía. Poco después, el suicidio de un familiar cercano, cuya vida parecía tan promisoria, alertó a toda la familia a la posibilidad de que uno de nuestros parientes que practicaba la brujería estaba manipulándonos y deteniendo nuestro progreso.
Al aceptar que esta creencia acerca de mi pariente era verdadera, comencé, a través de la oración, a tratar de destruir el fetichismo y los así llamados "poderes" de este brujo. Pero cuanto más me esforzaba por hacerlo, más me sumergía en el odio y el fracaso, ya que nada de lo que intentaba parecía funcionar.
Finalmente, recurrí sincera y humildemente a Dios y le rogué que me mostrara lo que necesitaba aprender. Entonces me di cuenta de que al atacar a una ilusión, había hecho de ella una "realidad". Comprendí que en lugar de haberme acercado más a Dios, había hecho del "diablo" algo más real y personal. Había sucumbido a la creencia de que era mi primo quien debía cambiar, y que yo personalmente podía impedir que manipulara a mi familia. Vi cuán equivocado era atacar una ilusión, dar realidad al mal.
La Ciencia Cristiana nos enseña que Dios es la única Mente. De Él emanan sólo todos los pensamientos verdaderos; Él es la única inteligencia. Cualquiera sea la apariencia, el mal no es real, porque Dios, el bien, constituye la única realidad. El mal no es parte de la creación de Dios y no hay nada "fuera" de la creación de la Verdad. Entonces me di cuenta de que mi primo, como yo, es hijo de Dios, la imagen del Amor.
Vi claramente que mi primo, como hijo de Dios, sólo podía expresar el bien infinito que proviene de la Mente y que está gobernado totalmente por la Mente divina. Pude comprender que la brujería no era parte de su verdadera naturaleza ni parte alguna de la existencia espiritual. A la vez percibí que los así llamados "poderes" del hechizo sólo podían tener influencia sobre mí si los aceptaba como reales.
A través del Cristo, la consciencia divina del linaje espiritual, pude comprender el dominio que Dios ha dado al hombre sobre toda la tierra, y ponerlo en práctica. De modo que pude elevarme por encima de la creencia de brujería y desterrarla de mi pensamiento, a la vez que comprendí que nunca había tenido lugar en la consciencia del hombre que refleja a Dios, la Mente divina. Esto naturalmente me llevó a expresar más amor por mi primo, ya que pude distinguir con toda claridad la diferencia entre el "hechicero" — que de ninguna manera es una persona sino una creencia en el poder de la brujería — y el hombre que es la imagen de Dios.
Cuando Moisés huyó ante la apariencia ilusoria de una serpiente, el oyó la voz de Dios indicándole: "Extiende tu mano, y tómala por la cola". Ex. 4:4. Al obedecer a la Mente, Moisés percibió que la causa de su huida era tan solo una ilusión. Respecto a este incidente, en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: "La ilusión de Moisés perdió el poder de alarmarle cuando descubrió que lo que aparentemente había visto no era realmente sino una fase de la creencia mortal".Ciencia y Salud, pág. 321.
Tal como el patriarca hebreo al enfrentarse con la ilusión de la brujería, nosotros deberíamos someter "nuestra" creencia de temor o mal, proseguir y "tomarla por la cola". Así destruimos la creencia en la brujería. Y esto lo podemos hacer con confianza. ¿Acaso no tenemos esta promesa de Cristo Jesús: "Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre.. . tomarán en las manos serpientes"? Marcos 16:17, 18.
Dios, la Mente, crea y gobierna todo. Es Todo-en-todo. La Mente es el Espíritu único, el Amor y la Verdad. El hombre sólo puede actuar a través de Dios, y el hombre no puede conocer otro poder aparte del bien divino, porque el hombre es, y siempre ha sido, el hijo de Dios.
Consolaos, consolaos, pueblo mío,
dice vuestro Dios.. . Como pastor apacentará su rebaño;
en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará;
pastoreará suavemente a las recién paridas.
Isaías 40:1, 11