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Cuando Yo Era muy joven...

Del número de agosto de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Yo Era muy joven, mi padre abandonó a mi mamá, a mi hermano, a mi hermana y a mí, dejándonos sin recursos para vivir. Poco después, mi abuela, una Científica Cristiana muy dedicada, vino a cuidar de nosotros. Desde entonces no he dejado de amar la Ciencia Cristiana. Los maestros de la Escuela Dominical me guiaron hacia la verdad de Dios a través del estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Como no tenía un padre en el hogar, estos maestros, sin saberlo, llegaron a ser mis tutores espirituales. Su ejemplo y el aliento lleno de inspiración de mi abuela, me llevaron a buscar una dirección y una motivación espiritual en mis actividades diarias.

Los últimos años de mi adolescencia fueron felices, a pesar de que tuvimos que pasar por los años de la Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Nuestra familia se volvió a Dios para encontrar provisión, vivienda, buenas relaciones humanas, oportunidades de estudio y para decidir la carrera a seguir.

No puedo relatar todas las curaciones que he tenido, pero para mencionar algunas pocas diré que entre ellas se encuentran: un caso grave de zumaque venenoso, una concusión que recibí cuando me zambullí en el agua, la pérdida permanente del oído, hemorragias nasales crónicas y dolor de espalda.

Aprendí una lección para toda la vida cuando sané del zumaque venenoso. Cuando fui a acampar al bosque, toqué la planta y me salió un fuerte sarpullido en las piernas. Siempre me había tratado mediante la Ciencia Cristiana, de modo que estudié la Biblia y Ciencia y Salud durante varios días, pero de nada me sirvió, hasta que me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí, lo que me trajo un pronto alivio al problema. Sin embargo, los síntomas regresaron después y desde ese momento, surgían una y otra vez, sin llegar a sanar totalmente.

Hasta que un día, durante una clase de la Escuela Dominical, mi maestro nos dio una lección sobre cómo ama Dios al hombre, destacando la necesidad de que nosotros amemos a todos, de verdad sin permitir que haya odio alguno. ¡Entonces comprendí que el hombre no puede darse el "lujo" de odiar a nadie!

El efecto de esta verdad en mi ser fue como una luz proverbial que iluminó la parte oscura de mi consciencia. Me di cuenta de que durante ese tiempo tanto mi familia como yo habíamos expresado mucho odio hacia un hombre que vivía en mi casa y que a veces cuidaba de nosotros. Llegué a la conclusión de que este odio era lo que estaba envenenando mi pensamiento y, por supuesto, mi cuerpo. Mi maestro de la Escuela Dominical me aconsejó: "Ama más; ve al único hombre verdadero, la creación de Dios, y busca sus buenas cualidades". Hice esto, reconociendo el bien que este hombre había hecho por nuestra familia. Al sentir el poder del Amor divino y expresar este Amor, sané. Después de haber pasado todo un año con los síntomas desagradables del sarpullido, desaparecieron para siempre en menos de dos semanas.

Esta lección de amor fue la curación más significativa que he tenido. Anteriormente, mi familia y yo habíamos detestado la pobreza en que vivíamos, odiábamos a los ebrios (porque mi padre había sido alcohólico), odiábamos a los soldados Nazis y japoneses, y odiábamos un sin número de cosas de nuestra vida. "Yo odio" era una frase que con frecuencia se pronunciaba en casa. Así que la comprensión de que el odio podía envenenarme fue realmente una revelación.

Al haber alcanzado un mayor entendimiento espiritual y, como resultado, haberme dedicado más a la verdad del ser, debo decir que los problemas físicos han disminuido bastante a través de los años. Recientemente, cuando me jubilé, después de haber tenido una carrera llena de satisfacciones, se recordó que en treinta y cuatro años yo nunca había faltado al trabajo por enfermedad. Atribuyo esto directamente a la Ciencia Cristiana. Me ha dado amor, salud, un hogar y respuestas prácticas a todos los problemas. También me ha dado un fundamento ético y espiritual lo que ha sido, estoy seguro, la razón de mi vida saludable y feliz.



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