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Estoy Realmente agradecida...

Del número de agosto de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estoy Realmente agradecida por haber crecido conociendo la Ciencia Cristiana. Vislumbres del gran amor que siente Dios por todos nosotros y de Su omnipotencia y omnipresencia me han bendecido y sostenido en mis estudios, carrera, salud y relaciones con los demás. La participación en las actividades de las iglesias filiales me ha llevado a comprender mejor la perfección espiritual del hombre. A menudo las lecciones aprendidas en las actividades de iglesia me han preparado para enfrentar desafíos en el trabajo. Por ejemplo, superé el temor a pararme enfrente de otros cuando tenía que presentar a un conferenciante de la Iglesia; oré para percibir que todo lo que el público podía ver era la idea espiritual de Dios. Este entendimiento me ayudó más tarde cuando tuve que hacer presentaciones en mi oficina.

Una experiencia que significa mucho para mi ocurrió hace varios años, durante una semana que pasé esquiando en los Alpes suizos. Las condiciones del tiempo habían cambiado drásticamente durante la noche, de cielos límpidos a una fuerte nevada y baja visibilidad. Cuando alcanzamos el tope del telesquí, un amigo y yo decidimos descender tomando diferentes senderos de una pista de esquiar ya conocida. Lo que yo no había notado el día anterior (¡y no podía ver ese día debido a la nieve que caía!) era que la cumbre de la pista que yo había elegido estaba situada en una saliente. (Más tarde me enteré de que por lo general ponían una cuerda como barrera a lo largo de la cima de esta sección para impedir que la gente se cayera de la parte trasera de la pista.)

Accidentalmente caí por esa parte de la pista, una distancia de por lo menos 30 metros, desembocando en un barranco. Mientras caía traté de frenarme con los pies y las piernas, pero sin éxito. No fue hasta que me desesperé y grité fuerte: "¡Dios, ayúdame!" que instantáneamente dejé de deslizarme y me detuve. No me había lastimado.

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