Estoy Realmente agradecida por haber crecido conociendo la Ciencia Cristiana. Vislumbres del gran amor que siente Dios por todos nosotros y de Su omnipotencia y omnipresencia me han bendecido y sostenido en mis estudios, carrera, salud y relaciones con los demás. La participación en las actividades de las iglesias filiales me ha llevado a comprender mejor la perfección espiritual del hombre. A menudo las lecciones aprendidas en las actividades de iglesia me han preparado para enfrentar desafíos en el trabajo. Por ejemplo, superé el temor a pararme enfrente de otros cuando tenía que presentar a un conferenciante de la Iglesia; oré para percibir que todo lo que el público podía ver era la idea espiritual de Dios. Este entendimiento me ayudó más tarde cuando tuve que hacer presentaciones en mi oficina.
Una experiencia que significa mucho para mi ocurrió hace varios años, durante una semana que pasé esquiando en los Alpes suizos. Las condiciones del tiempo habían cambiado drásticamente durante la noche, de cielos límpidos a una fuerte nevada y baja visibilidad. Cuando alcanzamos el tope del telesquí, un amigo y yo decidimos descender tomando diferentes senderos de una pista de esquiar ya conocida. Lo que yo no había notado el día anterior (¡y no podía ver ese día debido a la nieve que caía!) era que la cumbre de la pista que yo había elegido estaba situada en una saliente. (Más tarde me enteré de que por lo general ponían una cuerda como barrera a lo largo de la cima de esta sección para impedir que la gente se cayera de la parte trasera de la pista.)
Accidentalmente caí por esa parte de la pista, una distancia de por lo menos 30 metros, desembocando en un barranco. Mientras caía traté de frenarme con los pies y las piernas, pero sin éxito. No fue hasta que me desesperé y grité fuerte: "¡Dios, ayúdame!" que instantáneamente dejé de deslizarme y me detuve. No me había lastimado.
Durante las siguientes dos horas, escalé con esfuerzo el barranco dos veces, casi hasta alcanzar el tope, solo para resbalar y caer abajo. Estaba nevando tan fuerte que las huellas que dejaban mis botas de esquiar estaban rellenas cuando volvía a subir. Mis gritos pidiendo ayuda no eran escuchados debido al viento. A mis amigos no se les ocurrió que yo pudiera estar en peligro, así que se fueron a esquiar a otras pistas del lugar.
Al principio yo estaba usando todo mi esfuerzo humano para salir del barranco. A medida que pasaba el tiempo y seguía cayendo, sintiéndome más mojada, fría y cansada, tuve muchísimo miedo. Nunca podría haber imaginado que me fuera a encontrar en una situación tan peligrosa. Traté de orar, y en un momento dado deseé con todo el corazón que alguien supiera donde me hallaba. Me vino con gran claridad este reconfortante pensamiento: "Yo, la Mente divina, sé donde estás". Yo sabía que Dios es omnisciente y siempre sabe que el hombre está en Su presencia, bajo Su cuidado y protección.
Luego de caer por tercera vez, recurrí a Dios para que me guiara para escalar la subida. Comencé a recitar algunos himnos que conocía. Una de las ideas más útiles fue de un poema de la Sra. Eddy que empieza: "La colina, di, Pastor, cómo he de subir" (Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 304). Dejé de tener miedo cuando recordé que "presiento verdes prados que aún no logro ver..." (Himno, N.° 148).
Mientras escuchaba en silencio, me vino una idea sobre cómo colocar mis esquís y bastones de modo de poder subir despacio, con cuidado y sin esfuerzo. Cuando llegué al tope, soplaba un viento brutal y cortante, pero me aferré con calma a la verdad del poder y la presencia de Dios, y conseguí no resbalarme mientras trepaba por encima del borde de la saliente.
Los efectos del shock desaparecieron completamente ese mismo día al estudiar un pasaje de Ciencia y Salud: "Los milagros son imposibles en la Ciencia, y en esto la Ciencia está en desacuerdo con las religiones populares. La manifestación científica del poder proviene de la naturaleza divina y no es sobrenatural, ya que la Ciencia es una explicación de la naturaleza. La creencia de que el universo, incluso el hombre, está gobernado en general por leyes materiales, pero que ocasionalmente el Espíritu aparta esas leyes, es una creencia que desprecia a la sabiduría omnipotente y da a la materia prioridad sobre el Espíritu" (pág. 83). Pude comprender que lo que había ocurrido no era un rescate excepcional, sino la demostración de la ley del amor de Dios por Sus hijos. Aunque parecía que yo había inadvertidamente quebrado una ley material que dice: "Nunca esquíes sola", el poder de Dios es superior a todas las leyes materiales.
Aprecio mucho esta prueba de la omnipresencia y omnipotencia de Dios.
Mont-sur-Rolle, Suiza
    