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Venzamos el temor

Del número de agosto de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos De Nosotros probablemente hemos pasado por momentos de gran temor cuando los intentos por pensar de una manera racional resultaban inútiles.

Esto es lo que me sucedió cuando durante aproximadamente un año padecí de un gran temor a viajar en avión. Comenzaba a ponerme nervioso semanas antes del vuelo, y empeoraba a medida que la fecha de salida se aproximaba. Cuando el avión despegaba, mi camisa ya estaba empapada por la transpiración, ¡y deseaba que alguien me dejara inconsciente de un golpe, y recobrar el conocimiento únicamente después que el avión hubiera llegado a destino!

Aparentemente hay muchas cosas que nos causan temor. Pero en realidad no son "las cosas" las que producen el temor, sino la creencia de que existe un poder aparte de Dios. Sin embargo, la Biblia explica que Dios es el Amor omnipresente, todopoderoso e infinito. Por lo tanto, aunque las circunstancias pretendan mostrar que el temor es algo legítimo, el hecho es que el temor siempre es una falsa percepción de la naturaleza de Dios y de Su creación.

Dios es la única sustancia y poder verdaderos. No es muy útil pensar que El simplemente es un poder opuesto al mal, o incluso una fuerza más poderosa, porque de esta manera seguimos apoyando el falso concepto de que el mal es un adversario peligroso que en cualquier momento nos puede hacer daño. Asimismo, el clasificar ciertos temores como racionales y otros como irracionales no es realmente útil, porque la curación se produce al comprender que el gobierno del Amor divino es supremo. Por lo tanto, toda clase de temor en realidad carece de fundamento. Esta comprensión espiritual trae un sentimiento permanente de seguridad.

Durante ese año en que sentí una especie de pánico cuando tenía que viajar en avión, al volverme a Dios en busca de ayuda, comprendí que el temor a un poder opuesto al Espíritu no podía despojarme del propósito que Dios me había asignado ni quitarme el sentido espiritual de Su presencia. Me aferré a las siguientes palabras de la tercera estrofa de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana:

En los brazos del Amor
ya no temas al error;
Dios te da Su protección,
pues refugio eterno es El.Himnario, N.° 53.

Antes y durante cada vuelo yo oraba con firmeza para aprender a apoyarme con seguridad en la totalidad del Espíritu en vez de buscar protección en la materia. La materia en forma de suelo firme no podía proporcionarme verdadera seguridad por ser fundamentalmente un falso concepto humano de sustancia, la que es en verdad espiritual. Tampoco podía ofrecerme seguridad las estadísticas tan conocidas que dicen que uno está más seguro volando en un avión que en tierra. Yo no me iba a poner bajo la influencia falsa y perjudicial de la suposición o la casualidad. El Principio divino y sus leyes divinas de orden eran mi única fuente de seguridad, iy yo sabía que las leyes de Dios son totalmente seguras!

El pánico cedió el lugar a un profundo sentido del gobierno divino y de la presencia suprema del Espíritu. Al cabo de un año me liberé completamente de esos temores y durante los nueve años que han transcurrido desde la curación, he continuado viajando en avión sin ninguna dificultad.

¿Cómo no vamos a sentirnos seguros si el hombre nunca puede estar fuera de la totalidad del Amor? Cada uno de nosotros es el hijo amado de Dios. De hecho, el hombre es Su idea espiritual, creado a Su semejanza y sujeto únicamente a Su cuidado amoroso e influencia divina.

A veces se dice que el temor puede ser útil si nos impide cometer acciones perjudiciales e insensatas. Sin embargo, el temor es la causa de mucha infelicidad y sufrimiento. Por medio de la comprensión espiritual aprendemos a confiar en la sabiduría y la inteligencia de Dios, la Mente divina, para que nos guíe y libre de cometer equivocaciones. La creencia mortal, llamada mente mortal, está sujeta a cualquier tipo de pecado y de temor si se le permite que actúe por su cuenta. Pero cuando esta falsa mentalidad cede a la Mente divina, Dios, vencemos el pecado y el temor.

El mal y el temor al mal son reales únicamente para una mentalidad material y falsa que considera que la materia y no el Espíritu, es la realidad básica. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos ayuda a comprender que el Espíritu, Dios, es la fuente y la esencia de todo ser verdadero. Cuando no permitimos que la materia nos engañe más, podemos percibir que verdadermente "vivimos, nos movemos y somos" Hechos 17:28. en Dios, como leemos en la Biblia. La totalidad del Espíritu destruye la premisa fundamental del mal, y el falso temor del mal cede ante el sentido gozoso de la omnipotencia del bien, Dios.

En el Antiguo Testamento, el salmista tuvo una vislumbre de la infinitud del bien divino, Dios, cuando declaró que no había lugar donde el poder protector y amoroso del Espíritu no estuviera presente. El Salmista afirmó que aun en las circunstancias más extremas y temibles, "aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí". Salmo 139:10, 11.

Comprender la totalidad del Amor es sentirse a salvo en la omnipotencia y la omnipresencia del bien. Un punto de vista espiritual acerca de Dios y del hombre como Su imagen, disipa el testimonio material; entonces dejamos de aferrarnos y de temerle a la materia. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "En la proporción en que la materia pierde para el sentido humano toda entidad como hombre, en esa proporción la domina el hombre. Adquiere él un sentido más divino de los hechos y comprende la teología que Jesús demostró sanando a los enfermos, resucitando a los muertos y andando sobre las olas. Todas estas obras manifestaron el dominio de Jesús sobre la creencia de que la materia sea sustancia, que pueda ser el árbitro de la vida o el constructor de cualquier forma de existencia".Ciencia y Salud, pág. 369.

La divina influencia de Dios, o Cristo, desarrolla dentro de nosotros la certeza de que pertenecemos al Espíritu, y que nada nos puede apartar del glorioso reino de Dios. Estamos hechos de sustancia espiritual, y ésta es la realidad básica y definitiva dentro y alrededor nuestro. Cristo, la Verdad, imparte al pensamiento humano hoy en día, este sentido superior de la realidad, que Cristo Jesús comprendió y demostró.

La comprensión de la totalidad del Amor anula y deja sin valor la aparente existencia y poder del mal. Más real y segura que cualquier circunstancia o condición es el hecho de que somos el hombre espiritual de Dios, que tenemos la Mente del Cristo que está libre de temor, y que vivimos a salvo dentro de la omnipotencia del Amor.

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