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La curación y el despertar espiritual

Del número de agosto de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Mujer, Agobiada por la enfermedad durante dieciocho años, recibe una carta de otra mujer que había sanado por medio de la Ciencia Cristiana, insistiéndole en que la probara. Toma prestado un ejemplar de Ciencia y Salud escrito por Mary Baker Eddy y comienza a estudiarlo. Pronto su pensamiento se ilumina espiritualmente. Más tarde describe su experiencia de esta manera: "La revelación fue maravillosa y me produjo un gran despertar espiritual. Ese despertar jamás me dejó, y un día, al andar sola por la calle, me di cuenta repentinamente de que estaba sanada. Entonces caminé más deprisa, repitiendo a cada paso que efectivamente estaba sanada".Ciencia y Salud, pág. 604. Había sanado de un tumor muy grande acompañado de hemorragias continuas.

Este relato de curación aparece en el capítulo "Los frutos de la Ciencia Cristiana" en Ciencia y Salud. El testimonio continúa: "Jamás hubo alegría mayor que la mía por esta curación mediante el Cristo, pues me había sentido muy fatigada y agobiada. Me preocupé poco de dormir o comer, pues mi corazón estaba lleno de gratitud, sabiendo que había tocado el borde del manto de Cristo". Sus palabras me recuerdan a otra mujer que sanó de una hemorragia de sangre cuando se hallaba en medio de una multitud que rodeaba a Cristo Jesús, y tocó el borde de su manto (véase Marcos 5:25–34). Las dos mujeres despertaron de un sueño de enfermedad y sufrimiento mediante el Cristo, la Verdad.

La curación en la Ciencia Cristiana se efectúa a través del despertar espiritual. Después de haber estado durmiendo o soñando durante la noche, generalmente nos despierta la luz de la mañana, o el amanecer. Cuando la luz del Cristo, la Verdad, amanece en nuestra consciencia, nos elevamos de la ilusión de sufrimiento. Bajo esta luz, el dolor y la enfermedad se disipan como las sombras insustanciales que en realidad son. Despertamos de las pesadillas impuestas por la creencia de que el hombre vive en la materia sensible, para vislumbrar, a través del sentido espiritual, que la imagen de Dios, el hombre, es completamente espiritual, y está gobernado por las leyes divinas de la salud y la armonía.

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