Mucha Gente Está buscando la manera de protegerse y de proteger a sus familias de una sociedad que cada día se vuelve más violenta. Algunos toman cursos de defensa personal y otros compran armas; pero la verdad es que esas medidas, no nos pueden garantizar protección. Sin embargo, podemos encontrar una seguridad en la que podemos confiar, cuando nos apoyamos por completo en la omnipotencia y el cuidado amoroso de Dios, que cuida eternamente de nuestras familias y de nuestros hogares.
En la traducción de la Biblia de James Moffat, el Salmo 121 dice: "Alzo mis ojos a los montes; ¡oh! ¿de dónde vendrá mi socorro? El socorro viene del Eterno que hizo los cielos y la tierra... Nunca duerme el que te guarda" y el salmo concluye diciendo: "El Eterno te guardará de todo mal, él protegerá tu entrada y tu salida desde ahora y para siempre". Salmo 121:1, 2, 7, 8.
Las poderosas declaraciones acerca del cuidado que Dios nos brinda a todos nosotros (Sus hijos), expresado en el contenido de éste y de otros salmos, afirma que Dios está con nosotros protegiéndonos de toda forma de mal. Y en el libro de Isaías hay también una afirmación muy evidente del cuidado tierno y todopoderoso que Dios dispensa a Sus hijos: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará". Isa. 54:17. Esto fue ilustrado en un incidente que tuvo mi familia.
Recientemente, durante la celebración del Cuatro de Julio, día de la Independencia de los Estados Unidos, y a pesar de lo avanzado de la noche, muchos de nuestros vecinos continuaban encendiendo fuegos artificiales. Ya nos habíamos dormido cuando me despertaron unos estampidos muy fuertes que parecían disparos. Me senté y me quedé escuchando durante unos minutos y luego me volví a dormir. Por la mañana cuando entré al baño, vi que se había desprendido un polvillo de yeso del revestimiento de la pared. Me llevó algunos segundos darme cuenta de lo que eso significaba. Entonces, inspeccioné la pared y encontré el orificio por donde había entrado una bala.
La bala simplemente se había detenido y cayó al suelo sin causar ningún daño.
De inmediato pensé en nuestros hijos. Subí a sus cuartos y vi que ambos estaban bien. En nuestra casa habían entrado tres balas en total. La primera penetró por la pared de nuestro dormitorio, atravesó otras dos paredes y finalmente se incrustó en un estante de madera. Otra bala había atravesado la pared de azulejos del receptáculo de la ducha del baño del primer piso, deteniéndose en la pared opuesta. La tercera penetró por la pared del dormitorio de nuestro hijo. Esa bala entró sin desviarse y el único objeto que había entre la bala y nuestro hijo era el larguero de su cama, que no mostraba señal alguna de bala. La bala simplemente se había detenido y cayó al suelo sin causar ningún daño.
Este ejemplo de la protección de Dios, me recordó muchos relatos de la Biblia en los que, como resultado de su consagrada devoción al Espíritu divino, hombres y mujeres fueron protegidos para que no sufrieran daño alguno. Por ejemplo, Daniel oraba fielmente a Dios tres veces al día y se negaba a inclinarse ante cualquier indicación de un dios menor. Esta fe absoluta en un Dios siempre presente, que es Amor, sirvió para corroborar las leyes que rigen la naturaleza, pues le permitió pasar una noche en una cueva de leones sin recibir daño alguno. Véase Dan. 6:1-23. Del mismo modo, Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron arrojados a un horno de fuego porque se negaron a inclinarse ante un dios material. Las leyes de la materia fueron anuladas por la omnipotencia de Dios, del único Dios que existe. Ninguno de los tres hombres fue tocado por el fuego. Su oración y su consagración a Dios los salvó. Véase Dan. 3:1-28. La comprensión espiritual de Dios y el hombre — y la seguridad que proviene de esta comprensión — están hoy en día a nuestro alcance. La Biblia nos enseña que Dios es Espíritu, Verdad y Amor y que Él creó al hombre a Su imagen y semejanza. La Biblia también afirma que Dios creó todo lo que es bueno y que no hay otro creador o poder. Puesto que Dios es Amor y el hombre es la semejanza del Amor, el hombre es afectuoso, digno de ser amado, querido, gentil, tierno e inocente. Dios no creó a un hombre perverso o a un hombre que pueda ser el blanco o la víctima del mal. Cristo Jesús declaró que el diablo o mal, no es otra cosa que una mentira. Véase Juan 8:44. La misma palabra, mentira, señala de por sí la falta de poder de toda forma o sugestión del mal o de una conducta violenta.
Esto fue lo que pudimos percibir en el incidente que tuvo mi familia. Mi oración diaria y el estudio que realizo diariamente de la Biblia y de los escritos de Mary Baker Eddy, han hecho que Dios sea muy tangible y real para mí, una ayuda siempre presente para mi vida y el escudo todopoderoso para mi familia. La ley física que rige el trayecto de una bala moviéndose a gran velocidad sin que la detenga ningún objeto sólido, fue anulada en el caso de mi hijo y todos fuimos protegidos contra este acto absurdo de violencia. Fuimos testigos de que Dios nunca duerme. El Principio divino está siempre en acción, manteniendo la armonía de su creación.
Después vi que era necesario perdonar al supuesto responsable de este acto sin sentido, liberando de este modo mi pensamiento de ver al hombre personificando el mal. Mi oración diaria incluye el esfuerzo por comprender que el hombre es espiritual (la semejanza del Espíritu, Dios), no material. Esto incluye el esforzarme por descartar de mí mismo los aspectos de la mente carnal y revestirme de las cualidades del hombre real y espiritual, tal como nos enseña Pablo en el capítulo 8 de la epístola a los Romanos.
Al ampliar esta oración para incluir a todo el mundo, podemos orar diariamente para destruir las falsas evidencias que presentan al hombre como un ser perverso. Por medio del sentido espiritual, podemos mantener en el pensamiento la idea perfecta y amorosa que Dios creó a Su semejanza: tierna, amable e inofensiva. Esta oración cumple con la admonición de Jesús de que debemos amarnos los unos a los otros.
Dios está operando en nosotros, de modo que tengamos confianza en esta labor grandiosa de traer paz y armonía a nuestro mundo. Dejemos que Dios, el Amor, nos acompañe en nuestra oración, en nuestra conversación y en cada uno de los actos que realizamos a diario.